J.M. Álvarez
Cuando quedan pocas fechas para la apertura de los colegios, los padres ya saben que este año el gasto va a repercutir de manera notable en sus bolsillos. Como el desembolso medio oscila entre los 200 y 600 euros, unos andan escudriñando los precios y otros- a semejanza de los años 50 del siglo pasado- tratan de aprovechar el material escolar de cursos anteriores.
La crisis que golpea a esos atribulados padres, aumenta de intensidad a pesar de que se inició hace más de un año en Estados Unidos (EEUU). Su efecto llegó a Europa, y España-,como no surja un milagro- está destinada a ser de los países que más la va a padecer, debido a su vulnerabilidad, pues carece de tecnología propia y basa su crecimiento en el turismo, la construcción y, en menor medida, la agricultura. Hoy día, lo único que “crece” aquí es el desempleo, los alimentos, las empresas que cierran, las amas de casa rebuscando comida caducada en los contenedores de basura de los supermercados y los salarios de miseria. La gente, endeudada, no llega a fin de mes y el poder adquisitivo se reduce día tras día.
Aunque, por cuestiones electoralistas, el portavoz del PP, Cristóbal Montoro, conmine al Gobierno a no emplear dinero público para salvar empresas en ruinas, el problema consiste en saber de dónde van a salir los euros que necesitan urgentemente los oligarcas, ya que la crisis ha afectado gravemente las arcas públicas. El superávit de las cuentas del Estado en los cinco primeros meses del año se ha reducido un 80% respecto al mismo periodo del año anterior, y aunque el IRPF subió, el IVA descendió porque hay menos consumo. El rotativo económico británico, “The Economist” certifica que España no tiene capacidad para resolver la situación. La deuda externa española es casi el doble del PIB, dos billones de euros. ¿Cómo va a solucionar el Gobierno, el desastre provocado por la “maravillosa” política económica de libre mercado?
Nos dicen que la banca española goza de buena salud. Directivos del Banco de España aseguran que ninguna entidad financiera hispana solicitó ayuda al Banco Central Europeo (BCE). Sin embargo el presidente del Northern Rock, afirmó a “The Economist” que tres bancos españoles con problemas similares al suyo, acudieron al BCE. Hasta EEUU, máximo valedor de la economía neoliberal ha intervenido bancos y ha nacionalizado dos enormes entidades hipotecarias (a este paso, el neoliberalismo va a resultar ser la “vía capitalista al socialismo”). Pero mientras Washington puede seguir, por ahora, fotocopiando dólares, Madrid no tiene potestad ni para devaluar la moneda, pues es competencia del BCE. En fin. Cosas derivadas de aceptar mermas en la soberanía que sólo es inviolable cuando andan por medio el País Vasco o Cataluña.
En España los bancos han prestado dinero tan alegremente como en EEUU; por tanto tienen un grave problema. Abro un breve paréntesis para explicar qué significa el “coeficiente de caja” (dato que me tomé la licencia de extraer de un foro de economía), pues, a lo peor, tendremos que acordarnos de él. Cuando depositamos 100 euros en una entidad financiera, ésta se ve obligada a mantener 2 euros como reserva de garantía y los 98 restantes, los invierte en préstamos e inversiones (imaginen el coeficiente de caja de miles de millones de euros). Existen sospechas de que algunos han echado mano incluso de esa reserva garante, para sus negocios lo que significaría, de ser cierto, que no tienen un céntimo. ¿Y dónde está la plata?: En préstamos hipotecarios imposibles de pagar, y en ladrillos bostezando al sol.
Hay quien se pregunta cómo es posible este espasmo, con las cuentas que publican los bancos en este país, sin considerar que esos datos se maquillan incluyendo pagarés (papeles mojados firmados por empresarios arruinados) y ventas de inmuebles realizadas para recuperar dinero. Hasta los propios capitalistas reconocen sus problemas: El todopoderoso Banco Santander tendrá que hacer frente a un vencimiento de deuda por valor de 32.000 millones de euros este mismo año, su deuda total, según Bloomberg, asciende a 160.000 millones, y se calcula que el conjunto de bancos hispanos necesitan cuatro billones de euros para cuadrar sus cuentas. Desde luego si el BCE exigiera transparencia, sacaríamos nuestro dinero inmediatamente... si queda algo. Parece que el corralito regresa a su casa aunque no estemos en Navidad. Va a resultar complicado reenviarlo nuevamente lejos de aquí.
El crack se aproxima y España, como hemos visto, está en pelotas. Si el Estado entra en bancarrota, su arma será la represión. El régimen intentará acabar con todo atisbo de disidencia echando mano de la varita mágica del terrorismo, de ahí la importancia de organizarse. Evidentemente no sería igual de conflictivo un corralito en un pueblo, que en Madrid, Barcelona o el País Vasco donde existen organizaciones sociales y políticas-, de mayor o menor envergadura- activas desde hace años que verían engrosar sus filas con ciudadanos que nada tendrían que perder. Organizarse es resistir y la contradicción capitalista de socializar los medios de producción sigue presente, pese a que la tecnología moderna utilice menos mano de obra, porque sigue dependiendo de ésta. Esa es un arma temible en manos de los obreros, sean muchos trabajando en la mina, o uno solo trabajando en la informática.
La crisis de los años 70 del pasado siglo, fue superada gracias al intercambio desigual con el Tercer Mundo que contribuyó al desarrollo (sin obtener nada a cambio), de los países industrializados. El expolio, provocó la desaparición de la escasa clase media de América Latina y arrasó África. Ahora las circunstancias son diferentes. El ejército de reserva (desempleados y excluidos de la sociedad) es de tal magnitud que ya no es reserva de nada, porque el sistema económico es incapaz de absorberlo. Estamos, muy probablemente, ante la Madre de todas las crisis. Tardará algún tiempo en desarrollar sus peores efectos, pero huele a colapso del viejo orden que debería dar paso a la nueva sociedad. Quizás los capitalistas antes de ceder, decidan suicidarse “atómicamente” con lo cual, desapareceríamos todos. Ante esa eventualidad, es imperativo enfrentarlos para evitar que los roedores queden como únicos habitantes del planeta.
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