Ricardo Andrade Jardí
Secuestrada la economía por el inmoral FOBAPROA, la seguridad por la ineptitud y la IMPUNIDAD y la administración pública por la telebasura gobernante de facto de un México secuestrado por los intereses de las trasnacionales (“democráticas” y monárquicas), nos encontramos en un callejón sin salida. No hay moral (en la clase política) para alumbrar el rumbo. Durante los últimos años el empresariado el NARCO-FOBAPROA-TELETON, emprendió una campaña de odio y miedo que ha desatado la inestabilidad absoluta del sistema, un rumor lanzado en la Internet causa la histeria de las polis (más conservadoras y más desinformadas) y quebranta el equilibrio de una sociedad que en su mayoría ha pretendido hacer como que: “la suerte de los otros no sería la suerte de nosotros”, equívoco delicado que anuncia los grados de deshumanización y la supresión de subjetividades colectivistas de una sociedad, que se pudre desde dentro sin atinar a saber de donde viene su propia pestilencia.
Pero ante toda la confusión, convenientemente alborotada por quienes pretenden borrar del imaginario social la causa real de todos nuestros males: la IMPUNIDAD. Que abrió con absoluta irresponsabilidad las puertas de la barbarie del narcotráfico y todas sus modalidades (prostitución y abuso de menores, turismo sexual, contrabando, corrupción oficial, ejecuciones extrajudiciales, pérdida de identidad, “competitividad”, secreto bancario, charrismo sindical, desmantelamiento del estado, privilegios fiscales y corruptos, crimen organizado en el interior de las instituciones, etc.) cobijadas en la imposición de un sistema económico carente de fundamento científico, que ha generado la peor desigualdad social del planeta —fundamento económico que en todo caso ha ayudado a demostrar que el capitalismo no es progresivo, sino regresivo—, orillando a millones de seres humanos a la miseria extrema mientras unos pocos (bien pocos) acaparan gracias a la IMPUNIDAD lo mucho que roban a los cada día más pobres, con las arrogancias de la imposición, en todos los niveles de gobierno, de adiestrados administradores y no de especialistas en las materias correspondientes o políticos que puedan “hacer” de un gobierno lo que debería ser en una “democracia”, administración pública, y no como la privada administración de los intereses de la desfachatez empresarial; que hoy nos desmiembra social y literalmente hablando.
Las cosas no van a mejorar, si el cuerpo social permite que frente a “todos los acontecimientos” que arremeten en nuestra cotidianidad, nos secuestran además la certeza, y no sólo la electoral, sino la certeza de saber que el camino para detener la barbarie “oficial” o “extraoficial”, que son la misma, es uno, acabar de una buena vez con la corrupción y la mentira.
Si nuestros gobernantes, estatales y municipales, en turno (a nivel federal lo único posible y esperable ya es la renuncia completa del Ejecutivo usurpador), no se dan cuenta de eso y comienzan a fincar la responsabilidad y la aplicación justa de la ley contra quienes la quebrantaron y la quebrantan desde arriba (institucionalmente hablando), no sólo no harán nada, y la violencia seguirá azotando la vida del país, sino que pasarán rápidamente a ser cómplices de la injusticia y la barbarie.
Como sociedad no debemos permitir que secuestren nuestra certeza, si permitimos la confusión y priorizamos sin fondo nuestras prioridades, todo estará perdido para siempre.
Para erradicar la violencia hay que acabar de tajo con el mal que la genera: la IMPUNIDAD CORRUPTA DEL SISTEMA.
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