María Teresa Jardí
Lo alarmante: el discurso de la cadete elegida para darlo el 13 de octubre Día de los Niños Héroes. La nota: el crimen perpetrado en Morelia. Lo diáfano que el terrorismo de Estado ya se descaró. Terrorismo, sí, pero de Estado. Terrorismo, sí, pero manejado desde el poder asesino que hoy usurpa el Poder Ejecutivo. Lo destacable: la ausencia de contacto visual del usurpador con el pueblo la noche del Grito. Lo evidente: el miedo que Calderón tiene. Lo aterrador: los comandos del Ejército disfrazados de kaibiles en el desfile. Lo despreciable: los medios a modo del sistema. La certeza: que la usurpación aún nos depara más violencia. Lo que busca la derecha: amedrentar a la sociedad para mejor controlar y reprimir al pueblo. Agraviado: el Secretario de la Defensa. Lo admirable: el incansable movimiento ciudadano. Lo que merece reconocimiento: La actitud pacifista de AMLO. De luto: La Patria. Lo que sigue: no dejarnos amedrentar y seguir defendiendo a la nación de la usurpación mexicana y de la intervención extranjera…Acomodado para no tener ningún contacto visual con los acarreados, que en el zócalo, entre milicia vestida de civil, servían para fungir como el pueblo que está de acuerdo con la usurpación. Acomodado en el balcón para no tener ningún contacto visual con la gente asistente al zócalo. El miedo como la única divisa que le queda al gafe que usurpa el Poder Ejecutivo. Terrorismo, sí, pero de Estado, lo de Morelia. Terrorismo de Estado al que no nombran con su apellido ni por asomo los medios afines a la usurpación panista. Pero los que convenientemente domesticados ya empiezan a colar que se trata de “narco–guerrilla”. Bien elegido el lugar. Un gobernante de extracción perredista más panista que Fox. Aliado y beneficiado por quien usurpa el Ejecutivo federal, quien va a aceptar, sin chistar, el Estado de sitio y la suspensión de las garantías en Michoacán. Alarmante la cadete elegida. Sí, traidores a la Patria son los delincuentes. Pero en los narcoestados los autores intelectuales de los delitos se encuentran en lo más alto de la escalera y ahí es donde hay que buscarlos. Aterradores los comandos militares disfrazados de kaibiles. ¿Para qué? ¿Para facilitar el trabajo a los Zetas? El agravio, por partida doble, al Secretario de la Defensa. Primero los marinos, detrás los soldados en el desfile. ¿No son los soldados los que lo pierden todo al ser convertidos en policías? Y, por si fuera poco, Mouriño en el balcón a la hora del parte, luego del desfile realizado, casi de madrugada, --luego de la noche de celebración del 15--, el 16 en la mañana. La pregunta es quién está queriendo, en el interior del grupo que impuso al usurpado, tumbar a Calderón. Porque que no se haga tonto nadie. Calderón sabe que tendría que irse y muchos creemos que no llegó, no como legítimo, al menos, y estamos de acuerdo en que tendría que irse incluso como un acto de inteligencia y en aras de dejar menos golpeada a la derecha panista. Muchos pensamos que AMLO no tendría que haber renunciado al nombramiento de Presidente Legítimo que en una asamblea en el Zócalo de la capital del país el movimiento ciudadano, sin precedentes, le otorgó. Pero no por ellos deja de ser reconocido, a la luz de la perversidad, la maldad y la desmesura de la derecha usurpadora, el que AMLO haya elegido hacer prevalecer su vocación pacifista. Se achicó o tuvo la sabiduría de no reventar el país. No lo sabremos nunca porque la situación a la que ha llegado el país no va a permitir conocer lo que habría sido mejor.Pero la certeza es que no es en el movimiento ciudadano, que no es en la oposición y ni en la delincuencia, que es mucha y manda, donde están los autores del claro terrorismo de Estado que se descaró en Morelia. Lo más fácil, lo inmediato, es pensar que Calderón es el autor. A final de cuentas de lo que se trata es de justificar la represión para acabar de entregar lo poco que le queda a la nación. Pero es difícil de creer, aunque no sea imposible, que incluso un usurpador tan gafe se boicotee de esa manera en toda ocasión. Lo evidente es que alguien desde su círculo cercano quiere deshacerse de él. La derecha, desde luego. El PAN, quizá. A final de cuentas el costo de que siga para esa corriente ideológica es altísimo. Algún empresario, puede ser. La evidencia es que los policías de García Luna les secuestran y asesinan también a sus hijos. ¿Desavenencias entre grupos militares? Cabe dentro de lo probable y es posible…
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