María Teresa Jardí
No hay nada, me parece, más indignante que la tortura. Se puede incluso entender el homicidio y por eso las leyes señalan las circunstancias atenuantes a las que se suman otras que a veces son culturales. El marido que mata a la mujer y al amigo que encuentra en la cama follando con su esposa. En el caso de un gitano, por ejemplo, perfectamente comprensible el darles muerte y en cambio incompresible para los miembros de esa etnia el que no lo hiciera, al menos con uno de los dos infieles. La mujer que mata al marido y a la amiga encontrados en iguales circunstancias. El que mata al pervertido que abusa de su menor hijo o al tratante de blancas que le jodió la vida a su hija… El pueblo harto que le da permiso a la muerte y que se levanta y arrasa. Hay hasta novelas al respecto. Pero la tortura es del todo incompresible en cualquier circunstancia.
Veo la foto de los pies quemados del ser humano al que hicieron caminar sobre brasas ardiendo porque lo confundieron con un maestro y entiendo el odio de los maestros a la grotesca sujeta que como a títeres los manipula como dueña de un sindicato que tendría que ser esperanza de cambio para el pueblo mexicano y no entiendo que se le permita seguir ahora queriendo comprar con Hummers la dignidad del magisterio que en casi ningún otro lugar del mundo tiene precio.
Entiendo que el usurpador no pueda deshacerse de esa mujer perversa. Lo compró para ejercer el puesto que usurpa y no le queda más que cargar con ella hasta el fin de sus días y de los días de toda su parentela que pasará a la historia igual de abucheada que quien usurpa el Ejecutivo federal a pesar o por sus muchas limitaciones mentales, culturales y espirituales que saltan a la vista. Debe tener otras que por ahora se mantienen escondidas. Pero ya saldrán cuando los a modo se le volteen porque ya le hayan dado sus querencias al que le siga usurpando o no el Poder.
Pero no entiendo que los maestros no la desconozcan por más regalos que les haga y menos aún que los padres de los educandos no salgan todos los días a la calle exigiendo su retiro, no entiendo la clase de sociedad que somos ni de ciudadanos tan complacientes cuando el daño que le hace al país esa grotesca mujer es tan inmenso.
Ha logrado, la Gordillo, desacreditar a la magistratura entera, desarmar la estructura ética de la institución magisterial por completo, enterrar la gratitud a futuro que antaño sentíamos todos por los que nos enseñaron o contribuyeron a enseñarnos a pensar.
Y, por si fuera poco, retratados en el torturado tendríamos que vernos todos.
No se cansan los medios a modo del agotado sistema de cuestionar el movimiento magisterial de Morelos y callan la tortura que llega incluso a los que no son maestros por el hecho de parecerlo.
Y resulta que para esos medios a modo de la dueña también del usurpador ahora resulta que la corruptísima Gordillo es la que va a "regresar" la "calidad" a la educación.
Copio, en lo conducente, la nota de la redacción de La Jornada que no amerita ningún otro comentario: "Con los pies vendados y evidentes dificultades para caminar, Abraham Escorcia Beltrán, poblador de Xoxocotla, se presentó en una conferencia de prensa que realizaron representantes del magisterio de Morelos y del Consejo Político, en la cual denunció que fue detenido ilegalmente en un retén de la Policía Federal Preventiva (PFP), donde los efectivos lo torturaron y le robaron 2 mil pesos en efectivo y un teléfono celular…Agregó que los policías también lo descalzaron y lo obligaron a caminar sobre el asfalto de la carretera. ‘Eran como la una o las dos de la tarde. El piso estaba caliente’. Aseveró que luego lo llevaron a un sitio donde había residuos de fogatas en las que horas antes los maestros y pobladores habían quemado llantas. ‘Había brasas calientes y también me obligaron a caminar sobre ellas’.Después se quitó las vendas que le cubrían los pies y mostró los talones y plantas con quemaduras visibles. Comentó que tuvo que recibir asistencia hospitalaria para atenderse de las lesiones". Sin comentarios me deja el horror que siento por los mexicanos al leer lo anterior.
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