Renta Pemex plataformas texanas chatarra
Ana Lilia Pérez
Ana Lilia Pérez
Documentos confidenciales de Pemex revelan que algunas de las plataformas que rentanlos consorcios texanos a la gestión de Jesús Reyes Heroles no son aptas para operar y que, pese a los millonarios montos que se les paga por arrendamiento diario, tenían graves deficiencias desde el momento de su contratación.
Sonda de Campeche. El primer año de la gestión de Jesús Reyes Heroles González Garza en Pemex se cuenta como uno de los más convulsivos, por los accidentes que se sucedieron en las plataformas, atribuidos por el funcionario a fenómenos meteorológicos. Sin embargo, documentos confidenciales de Petróleos Mexicanos (Pemex), cuya copia posee Contralínea, revelan que en 2007 entraron en operación 40 plataformas, que en su mayoría presentaban graves deficiencias en infraestructura y sistemas de seguridad, detectadas desde que comenzaron funciones; incluso dos de ellas fueron declaradas “no aptas” por los supervisores de la petrolera sin que se rescindieran los contratos.
Las condiciones, ubicación y trabajos de las plataformas petroleras en esta zona neurálgica es considerada por el gobierno mexicano como un asunto de seguridad nacional. Solamente los directivos de Pemex y los contratistas conocen las condiciones físicas y de infraestructura en que los artefactos marítimos son arrendados a la subsidiaria Pemex Exploración y Producción (PEP) –que dirige Carlos Arnoldo Morales Gil– por periodos multianuales y tarifas millonarias, y sólo se conoce de sus deficiencias hasta que ocurre algún desastre.
De las 40 plataformas, 31 son propiedad de los consorcios texanos Mexdrill Offshore, Noble Contracting, Nabors, Todco, Pride Drilling y su subsidiaria México Drilling, grupo económico para el cual trabajó como asesor el hoy director de Pemex y a quien asesora actualmente su predecesor Luis Ramírez Corzo. Todas se contrataron sin opción a compra.Los documentos de Pemex revelan que la mayoría de estas plataformas presentaban fallas que contravienen las normas de seguridad y los acuerdos internacionales en la materia, como el Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS, por sus siglas en inglés). En algunos casos, el equipo y la infraestructura contratada y pagada por PEP no era la que en realidad tenían las plataformas al momento en que fueron supervisadas.
Norrie Mc Vicar, presidente del Grupo Internacional de Fuerza de Trabajo Costa Afuera de la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF), encargada de la supervisión y verificación del cumplimiento de las normas internacionales en las plataformas petroleras en los 148 países miembros, explica que su reciente inspección a la Sonda de Campeche detectó que: “Los mismos consorcios que tienen sus plataformas en el resto de los países petroleros tienen buenas prácticas industriales, pero en el Golfo de México bajan sus estándares de calidad e incumplen las normas internacionales de seguridad”.
Hace un mes, la ITF arrancó a nivel mundial la campaña emergente para mejorar las condiciones de los trabajadores en la Sonda de Campeche. Según la ITF, el principal problema en torno a la industria petrolera es la corrupción.
Sonda de Campeche. El primer año de la gestión de Jesús Reyes Heroles González Garza en Pemex se cuenta como uno de los más convulsivos, por los accidentes que se sucedieron en las plataformas, atribuidos por el funcionario a fenómenos meteorológicos. Sin embargo, documentos confidenciales de Petróleos Mexicanos (Pemex), cuya copia posee Contralínea, revelan que en 2007 entraron en operación 40 plataformas, que en su mayoría presentaban graves deficiencias en infraestructura y sistemas de seguridad, detectadas desde que comenzaron funciones; incluso dos de ellas fueron declaradas “no aptas” por los supervisores de la petrolera sin que se rescindieran los contratos.
Las condiciones, ubicación y trabajos de las plataformas petroleras en esta zona neurálgica es considerada por el gobierno mexicano como un asunto de seguridad nacional. Solamente los directivos de Pemex y los contratistas conocen las condiciones físicas y de infraestructura en que los artefactos marítimos son arrendados a la subsidiaria Pemex Exploración y Producción (PEP) –que dirige Carlos Arnoldo Morales Gil– por periodos multianuales y tarifas millonarias, y sólo se conoce de sus deficiencias hasta que ocurre algún desastre.
De las 40 plataformas, 31 son propiedad de los consorcios texanos Mexdrill Offshore, Noble Contracting, Nabors, Todco, Pride Drilling y su subsidiaria México Drilling, grupo económico para el cual trabajó como asesor el hoy director de Pemex y a quien asesora actualmente su predecesor Luis Ramírez Corzo. Todas se contrataron sin opción a compra.Los documentos de Pemex revelan que la mayoría de estas plataformas presentaban fallas que contravienen las normas de seguridad y los acuerdos internacionales en la materia, como el Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS, por sus siglas en inglés). En algunos casos, el equipo y la infraestructura contratada y pagada por PEP no era la que en realidad tenían las plataformas al momento en que fueron supervisadas.
Norrie Mc Vicar, presidente del Grupo Internacional de Fuerza de Trabajo Costa Afuera de la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF), encargada de la supervisión y verificación del cumplimiento de las normas internacionales en las plataformas petroleras en los 148 países miembros, explica que su reciente inspección a la Sonda de Campeche detectó que: “Los mismos consorcios que tienen sus plataformas en el resto de los países petroleros tienen buenas prácticas industriales, pero en el Golfo de México bajan sus estándares de calidad e incumplen las normas internacionales de seguridad”.
Hace un mes, la ITF arrancó a nivel mundial la campaña emergente para mejorar las condiciones de los trabajadores en la Sonda de Campeche. Según la ITF, el principal problema en torno a la industria petrolera es la corrupción.
Chatarras texanas
La compañía Mexdrill Offshore, subsidiaria del consorcio Diamond Offshore Drilling, entró como contratista de Pemex en 2003, cuando Felipe Calderón, entonces secretario de Energía, avaló los millonarios arrendamientos. De las plataformas contratadas para el periodo 2007-2010, cuatro son de esta compañía: Ocean Nugget, Ocean Worker, Ocean New Era y Ocean Ambassador, pese a que el corporativo exime obligaciones con el fisco al operar en paraísos fiscales (Contralínea 111).
Las actas de Pemex revelan que las cuatro plataformas tienen deficiencias. En el caso de la Ocean New Era, se dictaminó “no apta”, aunque no se le rescindió el contrato.
Ésta fue construida en Alabama en 1974 y operaba con bandera de Estados Unidos. Actualmente utiliza bandera de conveniencia de las Islas Marshall, según datos de la Secretaría de Marina Armada de México. El 27 de julio de 2007 se arrendó con el contrato 421006824, por 250 millones de dólares, aún cuando éste estipulaba que la plataforma debía tener un año máximo de construcción de 1990.
Durante tres meses no se le sometió a ninguna verificación. El 14 de octubre el grupo multidisciplinario encargado de los check list, encabezado por Alberto Soberanis Gutiérrez, concluyó que no cumplía los requerimientos mínimos de PEP. El documento indica que, durante los dos días que se inspeccionó, “se presentaron condiciones inseguras” y que no se contaba con un plan de respuesta de emergencia: hubo una alerta de presencia de gas y el personal de la contratista no supo cómo actuar; además, se descubrió que no tenía el paquete básico de seguridad para detectar gas sulfhídrico.
Aún con estas deficiencias se le paga una renta promedio de 3.5 millones de pesos al día, vigente hasta el 29 de enero de 2010. La Ocean New Era opera al norte del campo Ku-Maloob-Zaap, a un costado de la plataforma Petrolia.
El 26 de julio de 2007, otras dos plataformas de Mexdrill comenzaron a operar en la Sonda: la Ocean Voyager y la Ocean Worker. La primera fue construida en 1973 y traída del Puerto de Sabine Pass, Texas; se rentó mediante el contrato 421006823 por 324 millones de dólares. Se supervisó hasta el mes de noviembre, aunque la norma indica que la revisión debe ser previa.
El monto del contrato incluye el mantenimiento integral de la plataforma y el costo de la tripulación (42 personas) del 26 de julio de 2007 al 10 de febrero de 2010. Cuando se supervisó, dicen los documentos, adolecía de mantenimiento general. La infraestructura más deteriorada: grúas, zona habitacional, comedor y servicio médico. En el área de seguridad, los extintores estaban caducos, los botes salvavidas no tenían equipo de comunicación y los remos no servían. Tampoco las balsas salvavidas eran aptas.
Aunque los sistemas de comunicación son vitales para comunicarse con tierra, los de la Ocean Voyager no estaban completos o no funcionaban. Ante las deficiencias, los representantes del área de Seguridad Industrial, Protección Ambiental y Calidad de PEP se negaron a firmar el acta donde se le determina “apta” para operar.
El check list de la Ocean Worker, rentada mediante el contrato 421007826 del 26 de julio al 24 de agosto de 2007, indica que el helipuerto presentaba fallas, al igual que los sistemas de detección de gas.
En diciembre de 2007 entró en operación la Ocean Ambassador, construida en 1975, arrendada mediante el contrato 421007832, que concluyó en abril pasado. El acta de supervisión indica que el software con el que operaba no era el estipulado en el contrato. En cuanto a la infraestructura, habían fallas en los sistemas de medición de flujo de combustible.
Las actas de Pemex revelan que las cuatro plataformas tienen deficiencias. En el caso de la Ocean New Era, se dictaminó “no apta”, aunque no se le rescindió el contrato.
Ésta fue construida en Alabama en 1974 y operaba con bandera de Estados Unidos. Actualmente utiliza bandera de conveniencia de las Islas Marshall, según datos de la Secretaría de Marina Armada de México. El 27 de julio de 2007 se arrendó con el contrato 421006824, por 250 millones de dólares, aún cuando éste estipulaba que la plataforma debía tener un año máximo de construcción de 1990.
Durante tres meses no se le sometió a ninguna verificación. El 14 de octubre el grupo multidisciplinario encargado de los check list, encabezado por Alberto Soberanis Gutiérrez, concluyó que no cumplía los requerimientos mínimos de PEP. El documento indica que, durante los dos días que se inspeccionó, “se presentaron condiciones inseguras” y que no se contaba con un plan de respuesta de emergencia: hubo una alerta de presencia de gas y el personal de la contratista no supo cómo actuar; además, se descubrió que no tenía el paquete básico de seguridad para detectar gas sulfhídrico.
Aún con estas deficiencias se le paga una renta promedio de 3.5 millones de pesos al día, vigente hasta el 29 de enero de 2010. La Ocean New Era opera al norte del campo Ku-Maloob-Zaap, a un costado de la plataforma Petrolia.
El 26 de julio de 2007, otras dos plataformas de Mexdrill comenzaron a operar en la Sonda: la Ocean Voyager y la Ocean Worker. La primera fue construida en 1973 y traída del Puerto de Sabine Pass, Texas; se rentó mediante el contrato 421006823 por 324 millones de dólares. Se supervisó hasta el mes de noviembre, aunque la norma indica que la revisión debe ser previa.
El monto del contrato incluye el mantenimiento integral de la plataforma y el costo de la tripulación (42 personas) del 26 de julio de 2007 al 10 de febrero de 2010. Cuando se supervisó, dicen los documentos, adolecía de mantenimiento general. La infraestructura más deteriorada: grúas, zona habitacional, comedor y servicio médico. En el área de seguridad, los extintores estaban caducos, los botes salvavidas no tenían equipo de comunicación y los remos no servían. Tampoco las balsas salvavidas eran aptas.
Aunque los sistemas de comunicación son vitales para comunicarse con tierra, los de la Ocean Voyager no estaban completos o no funcionaban. Ante las deficiencias, los representantes del área de Seguridad Industrial, Protección Ambiental y Calidad de PEP se negaron a firmar el acta donde se le determina “apta” para operar.
El check list de la Ocean Worker, rentada mediante el contrato 421007826 del 26 de julio al 24 de agosto de 2007, indica que el helipuerto presentaba fallas, al igual que los sistemas de detección de gas.
En diciembre de 2007 entró en operación la Ocean Ambassador, construida en 1975, arrendada mediante el contrato 421007832, que concluyó en abril pasado. El acta de supervisión indica que el software con el que operaba no era el estipulado en el contrato. En cuanto a la infraestructura, habían fallas en los sistemas de medición de flujo de combustible.
Todco, plataformas de alto riesgo
En 2007, la texana Todco, subsidiaria del The Offshore Drilling Company, rentó dos plataformas de perforación marina autoelevable: The 205 y The 206. La primera, del 25 de junio de 2007 al 23 de junio de 2009. La segunda, del 29 de octubre de 2007 al 27 de octubre de 2009.
La The 205 fue calificada “no apta” por los supervisores. Tampoco se le rescindió el contrato. Se verificó en enero pasado, tres meses después de que iniciara trabajos. Ante las deficiencias, los representantes del SIPAB, Alberto Pérez Hernández y Claudia Lizbeth Martínez Ascencio, y el encargado de mantenimiento SPESO, Ignacio Cárdenas Castan, se negaron a firmar las actas.Se descubrió que requería mantenimiento anticorrosivo urgente. El equipo de radiotransmisión estaba incompleto. El sistema general de alarma no tenía señalización.
Las grúas no movían la carga requerida, lo que alteraba los trabajos en los pozos. La caseta de los perforadores de pozos no tenía equipo de comunicación. La contratista no presentó reportes de los pozos en los que trabajaba, tampoco de las fallas durante los trabajos ni las acciones correctivas. No se tenía sistema de mezclado de lodos. Las bombas contraincendio no alcanzaban la presión requerida. Las canastas de carga estaban oxidadas y rotas. El quemador ecológico, que de acuerdo con el contrato debe operar desde que la plataforma inicia trabajos y hasta el último día de arrendamiento, no servía. Los residuos de hidrocarburos estaban apilados por todas partes.
El gabinete médico carecía del instrumental y tanto el mobiliario como el material clínico eran de calidad inferior a los mínimos requeridos. Por ejemplo: la camilla ubicada en el piso de perforación estaba sucia y los tubos corroídos.
El mobiliario de las oficinas estaba oxidado y las láminas laterales filosas. El software y hardware no cumplían los requerimientos estipulados en el contrato de PEP. El drenaje en la zona habitacional y piso de perforación estaba tapado.En cuanto a los sistemas de seguridad: los botes salvavidas no tenían mantenimiento y no pasaron las prueba de izaje. Los motores de las lanchas salvavidas no servían. El contrato marcaba que debía haber cuatro resucitadores de oxigeno y solamente había dos. Los cables de seguridad eran deficientes.
El check list de la The 206 revela anomalías en las áreas de infraestructura y seguridad. No se tenía el certificado clase ABS. No tenía detectores de concentración de gas sulfhídrico ni había alarmas de detección de gas.El helipuerto requería de mantenimiento anticorrosivo y un programa contraincendio. Las grúas no tenían sistemas de comunicación, tampoco las zonas de perforación. El equipo de bombeo era deficiente, los motores estaban dañados.Todo el mobiliario de la zona habitacional requería ser sustituido. El personal de la plataforma no pudo comprobar su experiencia y tampoco estaba capacitado para situaciones de emergencia.
La The 205 fue calificada “no apta” por los supervisores. Tampoco se le rescindió el contrato. Se verificó en enero pasado, tres meses después de que iniciara trabajos. Ante las deficiencias, los representantes del SIPAB, Alberto Pérez Hernández y Claudia Lizbeth Martínez Ascencio, y el encargado de mantenimiento SPESO, Ignacio Cárdenas Castan, se negaron a firmar las actas.Se descubrió que requería mantenimiento anticorrosivo urgente. El equipo de radiotransmisión estaba incompleto. El sistema general de alarma no tenía señalización.
Las grúas no movían la carga requerida, lo que alteraba los trabajos en los pozos. La caseta de los perforadores de pozos no tenía equipo de comunicación. La contratista no presentó reportes de los pozos en los que trabajaba, tampoco de las fallas durante los trabajos ni las acciones correctivas. No se tenía sistema de mezclado de lodos. Las bombas contraincendio no alcanzaban la presión requerida. Las canastas de carga estaban oxidadas y rotas. El quemador ecológico, que de acuerdo con el contrato debe operar desde que la plataforma inicia trabajos y hasta el último día de arrendamiento, no servía. Los residuos de hidrocarburos estaban apilados por todas partes.
El gabinete médico carecía del instrumental y tanto el mobiliario como el material clínico eran de calidad inferior a los mínimos requeridos. Por ejemplo: la camilla ubicada en el piso de perforación estaba sucia y los tubos corroídos.
El mobiliario de las oficinas estaba oxidado y las láminas laterales filosas. El software y hardware no cumplían los requerimientos estipulados en el contrato de PEP. El drenaje en la zona habitacional y piso de perforación estaba tapado.En cuanto a los sistemas de seguridad: los botes salvavidas no tenían mantenimiento y no pasaron las prueba de izaje. Los motores de las lanchas salvavidas no servían. El contrato marcaba que debía haber cuatro resucitadores de oxigeno y solamente había dos. Los cables de seguridad eran deficientes.
El check list de la The 206 revela anomalías en las áreas de infraestructura y seguridad. No se tenía el certificado clase ABS. No tenía detectores de concentración de gas sulfhídrico ni había alarmas de detección de gas.El helipuerto requería de mantenimiento anticorrosivo y un programa contraincendio. Las grúas no tenían sistemas de comunicación, tampoco las zonas de perforación. El equipo de bombeo era deficiente, los motores estaban dañados.Todo el mobiliario de la zona habitacional requería ser sustituido. El personal de la plataforma no pudo comprobar su experiencia y tampoco estaba capacitado para situaciones de emergencia.
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