jueves, febrero 12, 2009

Astillero

Julio Hernández López

Resulta grotesco el esfuerzo de la administración felipista por hacerse de un chivo expiatorio de altísimo nivel para intentar la justificación de la crisis de gobierno que frente a la económica están protagonizando tanto el ocupante precarista de Los Pinos como su tragicómico gabinete políticamente enano.

Luego de los ataques porriles de los secretarios Lozano y Cárdenas contra el villano Carlos Slim, el ocupante precarista de Los Pinos habló ayer con aire despechado de la obligación cívica de “apoyar a México” (es decir, a las políticas fallidas del felipismo) que deben practicar todos pero, en especial, “quienes más hemos recibido de esta gran nación” (le faltó agregar: “y quienes tengan de novia a una reina jordana”). Los aires peleoneros del michoacano administrativamente pasajero tienen un tufo de emotividad insatisfecha que resulta preocupante por cuanto revelan el talante que puede asumir un hombre que formalmente tiene los hilos del poder frente a un opinante de talla extragrande y deducir a partir de esas histerias mal tratadas lo que el panista “de mecha corta” puede ordenar o ejecutar contra adversarios sin poderío económico y con acceso limitado y envenenado a los medios de comunicación.

Discurseando para Slim, aunque sin nombrarlo, el hombre que debería guardar equilibrio y mesura, pues la lancha común está en riesgo y lo que menos conviene es un pleito de intereses particulares a bordo, dijo que “lo importante en México no es ver quién genera el pronóstico más grave o infunde el mayor temor”, sino lo que cada quien hace desde su trinchera. Por lo pronto, lo que el emberrinchado Felipe no está haciendo es entender el pleno derecho que asiste a los ciudadanos de analizar la situación económica nacional y emitir las conclusiones a que su libre criterio les lleve, sin tener que ajustarse a los dictados oficiales que pretenden ver las cosas de cierta manera. El ciudadano Slim tiene derecho como el que más a decir lo que piensa y propone, más allá de que su fortuna se haya multiplicado escandalosamente a la sombra de los gobiernos priístas, pero también de los panistas, y de que sus palabras recientes formen parte del forcejeo creciente con la administración felipista a causa de insatisfacciones empresariales y presiones en busca de más beneficios concesionados. Calderón no tiene autoridad moral para descalificar a última hora a un empresario que como muchos otros ha acumulado riqueza a costa de un régimen de complicidades y maniobras y que ahora pretende ser llevado al paredón mediático por tener un diagnóstico de la conducción económica distinto del que de manera cambiante han ido manejando Felipe y sus empleados directos. Nada ha hecho el condómino de Los Pinos por enfrentar esos poderes empresariales, sino incrementarlos y favorecerlos, de tal manera que sus riñas contra uno de ellos, el que simboliza el drama criminal de la terriblemente injusta distribución de la riqueza en México, no son sino parte del coqueteo electoral con Televisa y de los reacomodos de poder en los que Salinas y Zedillo van tomando más porciones del pastel nacional ante la catástrofe de lo que ha acabado como un gobierno líquido.

Astillas

El presidente de la Coparmex, Ricardo González Sada, se suma a la nómina de los catastrofistas, con un mensaje difundido en video cuyo título es “No hay 2010 si no salimos bien del 2009”. El líder patronal considera insuficiente lo que está haciendo el gobierno federal en materia de apoyo a las empresas, habla de que la situación está “al rojo vivo”, considera que urge tomar medidas con rapidez y que las perspectivas empeoran. Incluso, en el video fechado el pasado 9 (www.coparmex.org.mx/ nuevositio/videoStream/rgs_0101.htm) se plantea metafóricamente de qué servirá que el gobierno guarde el agua actualmente disponible para apagar dentro de 10 o 12 meses el incendio de hoy: “Nadie quiere llegar al 2010 con solvencia relativa en el erario pero con una situación ya complicada desde el punto de vista social”. Con el agravante de que hay un “laberinto lleno de obstáculos por el que tienen que aterrizarse” los recursos destinados a apoyos relacionados con la crisis, y que “la burocracia” encargada de esos procesos “está peor que nunca”. El representante de los empleadores del país habla de los muchos “buenos deseos” gubernamentales que no pasan de allí y pide que haya “visión de Estado, pero también sentido de urgencia”... Desde la Universidad Autónoma de Nayarit, donde es catedrático, Salvador Mancillas comparte la anterior entrega de esta columna, titulada Nerón toca la lira, pero se pregunta “qué culpa tiene aquel emperador romano para que se le difame con tamaña comparación. Te recuerdo que la historiografía de hoy considera su responsabilidad en el incendio de Roma un mito alentado por sus enemigos. Las investigaciones apuntan más bien a que el emperador-artista fue un buen gobernante, por lo menos sensato, durante el tiempo en que estuvo lúcido: sus desarreglos mentales posteriores, según consideran los especialistas de hoy con serio fundamento, se atribuyen con cierta probabilidad a algún mal hereditario, ya que otros miembros de su línea familiar (Calígula, por ejemplo) también mostraron ese tipo de ‘desarreglos’. Nerón enfrentó crisis severas, como la del propio incendio; pero mientras estuvo sano, no le dio por culpar a otros ni de acusar de pesimistas a los adversarios, sino que actuó con razonable pertinencia e, inclusive, protegió a los más desamparados”... En el diario Noroeste, de Culiacán, se publicó que “en medio de la crisis económica, en el Congreso local los diputados se repartieron casi 1.4 millones de pesos que les ‘sobró’ del presupuesto de 2008” aunque, sensibles a los problemas de la gente, los legisladores etiquetaron la salida de esos recursos como “apoyo extraordinario de gestoría social”... Y, mientras una Corta salva a Peña Nieto de una Suprema quemada justiciera, ¡hasta mañana, en esta columna que ya ve (provisionalmente) agarraditos de la mano al IFE y los grandes medios electrónicos!

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