Pedro Echeverría V.
1. Nuestros dirigentes campesinos presos políticos de Atenco, al parecer, tendrán que esperar más años en prisiones de alta seguridad. El gobierno de Felipe Calderón dio la orden a los jueces de la Corte para que no condenaran y, al contrario, no sancionaran a los represores para que las demandas de libertad incondicional a los atenquenses presos perdieran fuerza. Pero nosotros insistiremos; ¡Libertad a los presos políticos en el país!
2. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) es el máximo tribunal de México y cabeza del Poder Judicial de la Federación. Según está escrito, le corresponde defender el orden establecido por la Constitución Política y mantener el equilibrio entre los diferentes poderes y órganos de gobierno, así como solucionar, de modo definitivo, asuntos judiciales de gran relevancia social. Está conformada por once ministros.
3. Por la histórica actuación puede verse que la SCJN defiende una interpretación de la Constitución burguesa para mantener el equilibrio entre los poderes y órganos de gobierno, pero no puede esperarse que en “los asuntos judiciales de gran relevancia” se aparte de la Constitución –muy bien arreglada para beneficiar los intereses capitalistas- para servir a los intereses de los explotados, engañados y oprimidos.
4. ¡Cuánto apesta esa institución –la Suprema Corte de Justicia de la Nación- que tanta basura trata de esconder! Según el caricaturista Helguera hay un enorme “manto de la impunidad” donde la SCJN esconde a los impunes dueños del poder. En el capitalismo –como regla del sistema- se protege a los dueños del capital y a los altos funcionarios políticos y se castiga –siempre- a los más débiles: indígenas, campesinos...
5. ¿Cómo pueden los jueces de la SCJN castigar al gobernador de Puebla, al gobernador del Estado de México, al Procurador General de Justicia, si cada unos de esos jueces tiene más de medio millón de pesos (400 salarios obreros), más compensaciones y prestaciones, como salario mensual? Parece que las necias son aquellas personas que aún mantienen esperanzas en esas instituciones al servicio del capital.
6. Como bien señaló en su tiempo López Obrador: “al diablo con las instituciones”, pero no solo aquellas que están contra nosotros en particular sino de verdad con todas aquellas que están al servicio de los capitalistas. Porque es risible y condenable decir que hay democracia y justicia cuando favorecen a nuestros intereses y decir lo contrario cuando no se ponen a nuestro favor. A eso se llama maniqueísmo. 7. “Vivir fuera del presupuesto es un error; además -para no vivir con pechicaterías- si te colocas donde hay más, mucho mejor”, diría un clásico del oportunismo. Por eso los ministros de la Corte son supremos: además de sus insultantes ingresos poseen guaruras, choferes, ayudantes, consejeros, servicios de automóviles, celulares, médicos especiales y decenas de servicios más a cargo del Estado. Y el gobierno que paga manda.
8. Al establecerse la llamada democracia y los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) se pretendía acabar con el absolutismo, el autoritarismo, la concentración de la riqueza, las herencias de poder, títulos nobiliarios, etcétera, que tanto mal hicieron a la mayoría de la población en siglos anteriores, pero lo que hizo el capitalismo y su democracia no fue extirparlos sino encubrirlos, renovarlos y hacerlos más aceptables,
9. El papel de los jueces –de los que se encargan de “los problemas judiciales de gran relevancia”- así como de las otras instituciones del poder judicial, ha sido legitimar el poder de la clase dominante. Y si acaso, de manera rara o excepcional, algún día los ministros de la Corte deciden favorecer alguna demanda popular, se deberá siempre a una estrategia política de los jueces que buscan recuperar prestigio y apoyo perdido.
10. Pero el poder judicial en México está tan desprestigiado como el ejecutivo y el legislativo. ¿Piensas que alguna de esas instituciones puede salvarse del repudio de la población? Yo tampoco pienso que alguna pudiera salvarse. Demando que deben suprimirse para reconstruirse con gente honesta que se ponga al servicio de la población que trabaja. Esos poderes fueron pensados para servir a la gente no para dominar.
11. Por fortuna, en los últimos años han surgido en el país algunas organizaciones de abogados democráticos que con su comportamiento al servicio de los más débiles y de organismos de trabajadores, han demostrado que no toda la carrera de los abogados es corrupta y que trabajando con honestidad se puede vivir con dignidad. Conozco a decenas de esas personas que, como mi amigo fallecido Macossay, siguen luchando.
12. Si viviera Julio y tomara el caso de Atenco condicionaría la defensa jurídica a la movilización. Siempre supo que lo jurídico está siempre subordinado a lo político y que las leyes podrían “estirarse o aflojarse” según la relación del cliente con el gobierno y el Estado. Decía; “Me haría cargo del caso si se comprometen a movilizarse porque yo no estoy dispuesto a arrastrarme ante los jueces o el gobierno que lo deciden todo”.
13. Alguien acaso que no estuviera loco, ni al servicio del poder, podría demostrar que la represión contra los campesinos de San Salvador Atenco no fue una venganza de Fox, de Felipe Calderón y de los panistas? ¿Alguien podría demostrar que la brutal represión del 25 de noviembre y la aprehensión de dirigentes oaxaqueños no fueron ordenas por Calderón y por Fox, con el total apoyo del PRI para escarmentar a la APPO?
14. Lo importante es que el pueblo de México poco a poco se haga consciente del papel que cumplen las instituciones para “mantener el equilibrio entre los diferentes poderes y órganos de gobierno” de la burguesía. No puede neciamente seguir manteniendo las esperanzas en las instituciones que históricamente sólo han servido para juzgar negativamente a los trabajadores. La instituciones sólo servirán cuando los trabajadores las tomen en sus manos; no antes. pedroe@cablered.net.mx
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