viernes, marzo 06, 2009

El oráculo de la muerte

Lydia Cacho
Plan B

Hace ocho años Esther Chávez Cano me dijo en Ciudad Juárez: “Hasta que no empiecen a matar muchos hombres el gobierno federal no se ocupará de la violencia en Chihuahua”. Esta experta feminista, quien destapó los feminicidios, es una de las que advirtió los vínculos entre la violencia contra las mujeres, la protección del Estado a los criminales y el resultante fomento de la impunidad para delitos de otra naturaleza.
Edgardo Buscalgia y el juez Carlos Castresana de la Organización de las Naciones Unidas dijeron reiteradamente que el nivel de desarrollo de un país se mide por la forma en que se trata a sus mujeres, y que los bajos niveles de protección ciudadana y altos niveles de corrupción en el sector público ponían en grave peligro a la población chihuahuense. El gobernador, indignado, se dedicó a desestimar la creciente violencia contra las mujeres como un termómetro de otras formas de violencia criminal.
Una fuente confiable asegura que hace meses un comando armado secuestró a la hija del gobernador con todo y escolta, sólo para devolvérsela intacta unas horas después con el mensaje: “Para que sepa quién manda aquí”. La oficina del gobernador rechaza esa versión, pero ahora es él mismo quien pidió la intervención militar.
Eduardo Medina Mora estuvo en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) de 2000 a 2005, cuando Gobernación se negó a intervenir en Chihuahua. Las fiscalías se convirtieron en aves de mal agüero. Guadalupe Morfín salió de Chihuahua con un informe sobre la diferencia entre el feminicidio de violencia doméstica y el perpetrado por el crimen organizado; la corrupción quedó intocada. La fiscal López Urbina salió amenazada de muerte por sus propios agentes judiciales. A la procuradora del estado la protege el FBI y la asesora el Departamento de Justicia estadounidense, el gobernador la desprotegió hace tiempo. La ingobernabilidad se anunció de todas las formas posibles.
Ahora los cómplices de la impunidad se muestran sorprendidos. Más de 400 feminicidios no bastaron para tomar medidas radicales a tiempo. Habrá que mirar a los estados con altos índices de feminicidio y adivinar el futuro.

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