11 junio 2009
“La clase política mexicana agotó ya sus últimas reservas de credibilidad. El sistema de partidos se colapsó”.
Luis Hernández Navarro.
I
El desarrollo, al parecer rápido y exponencial, de las propuestas interesadas o no, organizadas o no, dirigidas o no, de abstención ciudadana a votar o emitir lo que se ha dado en describir como “voto nulo”, aterra a los personeros del poder político del Estado.
Hágase una digresión para definir que el “voto nulo” es la anulación del sufragio. El votante deposita su papeleta en la urna sobre y en la que ha escrito previamente alguna leyenda o lema de rechazo a todos los partidos políticos, sus candidatos y al sistema electoral.
Retornemos al tema: el voto nulo aterra por igual a los personeros panistas, priístas, perredistas y de los partidos políticos paleros y mercantiles –negocios particulares de los “dueños”, facciones y “tribus” de esas instituciones-- del poder político del Estado, llamado inapropiadamente “clase política”.
Y tanto aterra a los que han hecho del usufructo de los gajes y las sinecuras –muchas de éstas, “aviadurías” o “aéreas”-- del ejercicio del poder político que ha ocurrido lo insólito: los partidos políticos se han unido para convocar e incentivar a la ciudadanía a votar. Para convencernos de ir a las urnas.
Más esa acción tendrá, predeciblemente, efecto negativo. El abstencionismo y el voto nulo –en todas sus variantes— tienen por razón de ser la desconfianza muy honda en la forma de organización política prevaleciente; ello alimenta el repudio ciudadano consecuente.
Desconfía la ciudadanía de los mecanismos de representación e intermediación sociopolítica institucional: las vertientes legislativa, ejecutiva y judicial del poder político del Estado federal y aquellos de los 31 Estados Unidos Mexicanos que renovarán poderes ejecutivos, camarales y municipales.
II
El repudio, que ya es dramáticamente espectacular, tiene también por blanco a los partidos políticos. Por ello, que esos partidos traten de inducir mediante convocatorias ad hoc a la ciudadanía a votar son empeños vanos, por estériles. Habría que identificarlos como síndromes preocupantes.
Cierto. Lo que llama poderosamente la atención es que ni el entramado jurídico institucional –institutos Federal Electoral y de los Estados y tribunales electorales jurisdiccionales locales-- parecen percatarse de que están desacreditados y son repudiados.
¿Quién les hará caso al IFE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y adlátere locales? Que sus personeros no se hayan dado cuenta aun de su descrédito y nula credibilidad es muy grave. Confirma precisamente una de las causales del repudio ciudadano.
Y una de esas causales es, no huelga subrayarlo, la de que el IFE, el Tribunal Electoral y los partidos políticos están tan divorciados de la ciudadanía y tan ensimismados en un narcisismo patológico de clase que carecen de conciencia de ese divorcio. Piensan, tal vez, que son amados por el pueblo.
Más no. El sentimiento ciudadano de repudio es, desde la perspectiva motivacional de afanes punitivos para reivindicar soberanías cívicas orgánicas, una expresión prerrevolucionaria, congruente, además, con las condiciones prevalecientes. Lucha con las armas mismas del opresor, arrebatadas a éste.
Esas condiciones prevalecientes –crisis económica, política, social y hasta cultural-- han perneado hasta el núcleo de la conciencia ciudadana, más allá de lo cortical, subyaciendo allí a la espera de la coyuntura favorable; ésta es hoy, sin duda, electoral. Es filosóficamente una insurgencia. Técnicamente.
III
Esa coyuntura sociopolítica antójase histórica, independientemente de cuáles hayan sido –o sean-- los orígenes de las campañas de promoción del abstencionismo o el voto nulo, pues es la vía escogida por un grueso, probablemente mayoritario, del electorado.
¿Por qué han caído en campo fértil las simientes de las propuestas del abstencionismo y el voto nulo? Por una simplísima y muy nítida causal: la convicción de que la solución de los problemas devenidos de la crisis no depende de votar el 5 de julio por un candidato o un partido político.
Esa convicción generalizada ha transpuesto ya el umbral de la pasividad ciudadana y accedido a un activismo sui generis, dentro del marco mismo de las reglas de juego establecidas por el poder político del Estado para legitimar su permanencia y darle a sus personeros una pátina espuria de representatividad.
Ello, querríase o no, es táctica prerrevolucionaria, aunque ésta tendría que empatarse con lo estratégico: transformar las estructuras y las superestructuras económicas y políticas asaz injustas, opresivas en extremo y represoras, y establecer un nuevo Estado, preferiblemente uno que privilegiare lo social.
Las tácticas revolucionarias se definen por su génesis y aplicación al amparo de las condiciones objetivas prevalecientes; ello podría estar ocurriendo con el voto nulo. Pero si el fin estratégico es ajeno a la transformación, la táctica de ese voto sería mero recambio cosmético, superficial, y no orgánico, celular, anatómico.
Votar anulando el sufragio es una táctica de la cultura político-electoral que tiene también progenitor y carnal gemelo en México: en 2000, el “voto útil” llevó a Vicente Fox a Los Pinos. El voto nulo, más inútil, es igualmente útil a ciertos fines e intereses. Es, en realidad, el antivoto; es decir, insurgente.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Ad hoc: adecuado, apropiado, dispuesto especialmente.
Cortical: perteneciente o relativo a la corteza.
Narcisismos: de Narciso, personaje mitológico que osaba el tiempo viéndose en espejos de agua. Individuo vano, que cuida demasiadote su adorno, enamorado de sì mismo.
Pátina: especie de barniz.
Sui generis: dicho de una cosa, un gènero o una especia muy singular y excepcional.
Luis Hernández Navarro.
I
El desarrollo, al parecer rápido y exponencial, de las propuestas interesadas o no, organizadas o no, dirigidas o no, de abstención ciudadana a votar o emitir lo que se ha dado en describir como “voto nulo”, aterra a los personeros del poder político del Estado.
Hágase una digresión para definir que el “voto nulo” es la anulación del sufragio. El votante deposita su papeleta en la urna sobre y en la que ha escrito previamente alguna leyenda o lema de rechazo a todos los partidos políticos, sus candidatos y al sistema electoral.
Retornemos al tema: el voto nulo aterra por igual a los personeros panistas, priístas, perredistas y de los partidos políticos paleros y mercantiles –negocios particulares de los “dueños”, facciones y “tribus” de esas instituciones-- del poder político del Estado, llamado inapropiadamente “clase política”.
Y tanto aterra a los que han hecho del usufructo de los gajes y las sinecuras –muchas de éstas, “aviadurías” o “aéreas”-- del ejercicio del poder político que ha ocurrido lo insólito: los partidos políticos se han unido para convocar e incentivar a la ciudadanía a votar. Para convencernos de ir a las urnas.
Más esa acción tendrá, predeciblemente, efecto negativo. El abstencionismo y el voto nulo –en todas sus variantes— tienen por razón de ser la desconfianza muy honda en la forma de organización política prevaleciente; ello alimenta el repudio ciudadano consecuente.
Desconfía la ciudadanía de los mecanismos de representación e intermediación sociopolítica institucional: las vertientes legislativa, ejecutiva y judicial del poder político del Estado federal y aquellos de los 31 Estados Unidos Mexicanos que renovarán poderes ejecutivos, camarales y municipales.
II
El repudio, que ya es dramáticamente espectacular, tiene también por blanco a los partidos políticos. Por ello, que esos partidos traten de inducir mediante convocatorias ad hoc a la ciudadanía a votar son empeños vanos, por estériles. Habría que identificarlos como síndromes preocupantes.
Cierto. Lo que llama poderosamente la atención es que ni el entramado jurídico institucional –institutos Federal Electoral y de los Estados y tribunales electorales jurisdiccionales locales-- parecen percatarse de que están desacreditados y son repudiados.
¿Quién les hará caso al IFE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y adlátere locales? Que sus personeros no se hayan dado cuenta aun de su descrédito y nula credibilidad es muy grave. Confirma precisamente una de las causales del repudio ciudadano.
Y una de esas causales es, no huelga subrayarlo, la de que el IFE, el Tribunal Electoral y los partidos políticos están tan divorciados de la ciudadanía y tan ensimismados en un narcisismo patológico de clase que carecen de conciencia de ese divorcio. Piensan, tal vez, que son amados por el pueblo.
Más no. El sentimiento ciudadano de repudio es, desde la perspectiva motivacional de afanes punitivos para reivindicar soberanías cívicas orgánicas, una expresión prerrevolucionaria, congruente, además, con las condiciones prevalecientes. Lucha con las armas mismas del opresor, arrebatadas a éste.
Esas condiciones prevalecientes –crisis económica, política, social y hasta cultural-- han perneado hasta el núcleo de la conciencia ciudadana, más allá de lo cortical, subyaciendo allí a la espera de la coyuntura favorable; ésta es hoy, sin duda, electoral. Es filosóficamente una insurgencia. Técnicamente.
III
Esa coyuntura sociopolítica antójase histórica, independientemente de cuáles hayan sido –o sean-- los orígenes de las campañas de promoción del abstencionismo o el voto nulo, pues es la vía escogida por un grueso, probablemente mayoritario, del electorado.
¿Por qué han caído en campo fértil las simientes de las propuestas del abstencionismo y el voto nulo? Por una simplísima y muy nítida causal: la convicción de que la solución de los problemas devenidos de la crisis no depende de votar el 5 de julio por un candidato o un partido político.
Esa convicción generalizada ha transpuesto ya el umbral de la pasividad ciudadana y accedido a un activismo sui generis, dentro del marco mismo de las reglas de juego establecidas por el poder político del Estado para legitimar su permanencia y darle a sus personeros una pátina espuria de representatividad.
Ello, querríase o no, es táctica prerrevolucionaria, aunque ésta tendría que empatarse con lo estratégico: transformar las estructuras y las superestructuras económicas y políticas asaz injustas, opresivas en extremo y represoras, y establecer un nuevo Estado, preferiblemente uno que privilegiare lo social.
Las tácticas revolucionarias se definen por su génesis y aplicación al amparo de las condiciones objetivas prevalecientes; ello podría estar ocurriendo con el voto nulo. Pero si el fin estratégico es ajeno a la transformación, la táctica de ese voto sería mero recambio cosmético, superficial, y no orgánico, celular, anatómico.
Votar anulando el sufragio es una táctica de la cultura político-electoral que tiene también progenitor y carnal gemelo en México: en 2000, el “voto útil” llevó a Vicente Fox a Los Pinos. El voto nulo, más inútil, es igualmente útil a ciertos fines e intereses. Es, en realidad, el antivoto; es decir, insurgente.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Ad hoc: adecuado, apropiado, dispuesto especialmente.
Cortical: perteneciente o relativo a la corteza.
Narcisismos: de Narciso, personaje mitológico que osaba el tiempo viéndose en espejos de agua. Individuo vano, que cuida demasiadote su adorno, enamorado de sì mismo.
Pátina: especie de barniz.
Sui generis: dicho de una cosa, un gènero o una especia muy singular y excepcional.
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