miércoles, junio 24, 2009

Reprobados en economía...


Si los comicios del próximo 5 de julio fueran un examen en el que se calificara la conducción de la economía nacional en el contexto de la crisis internacional, el presidente Felipe Calderón, su gabinete económico y su partido, el PAN, saldrían reprobados. Es más: les esperaría una contundente derrota en las urnas. Quizás por ello al mandatario se le ocurrió declarar, con optimismo ilusorio, que los indicadores recientes apuntan a un mejoramiento de la economía. He aquí, pues, las cifras que lo desmienten…

Lo que ha hecho el gobierno frente a la crisis ha sido muy menor ante el cataclismo. Los datos causan escalofrío: en el primer trimestre del año, la economía cayó -8.2%; la producción industrial lleva nueve meses a la baja (la última reportada, de abril, por -13.2%) y sigue en picada; el propio gobierno espera un mayor desplome del PIB en el segundo trimestre. Lo único que crece es el consenso entre especialistas nacionales y extranjeros (The Economist, hace unos días) en que la economía caerá -8% o más en todo 2009.Eso quiere decir que el desplome de la economía este año será peor que el registrado en 1995, que fue de -6.2%. Y se habrá convertido en “la más grave crisis económica en México desde 1929, con la Gran Depresión”, dice Francisco Suárez Dávila, economista de larga trayectoria en el sector público, particularmente en el Banco de México y en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.Pero ese nada más es el dato comparativo que dimensiona el tamaño de la crisis actual. El problema, afirma, es que a diferencia de otras naciones, sobre todo las industrializadas, que podrán salir más pronto de la crisis por la inyección masiva y rápida de recursos a sus economías, en México “la recesión va a ser más profunda, vamos a salir más tarde de ella y nuestra recuperación será insuficiente y frágil”.La razón, acusa, es que “el gobierno mexicano está a la deriva, sorprendido, casi con la esperanza de que los estadunidenses se recuperen, y que cuando lo hagan nos jalen un poquito”.Y mientras el gobierno espera, los pésimos datos macroeconómicos dejan de ser una mera abstracción que poco le dice a la gente. Se han traducido, en primer término, en una pérdida inédita de empleos formales.
Dice Suárez Dávila:“Nadie ha enfatizado la gravedad del problema del empleo. En los últimos seis meses se han perdido 600 mil puestos de trabajo, a razón de 100 mil por mes”, dice, y pronostica que esa tendencia “parece que será peor” en lo que resta del año, al extremo de que “podemos tener una caída del empleo formal de entre 800 mil y 1 millón de trabajos” en todo 2009. Suárez Dávila agrega otra dimensión del problema: cada año entran a la fuerza de trabajo entre 800 mil y 1 millón de jóvenes. “Entonces, de los que tienen empleo, 800 mil o 1 millón lo perderán; y entran 800 mil o 1 millón de jóvenes que no van a tener empleo. Y si a eso añadimos que tampoco existe ya la válvula de escape tradicional, que era mandar –más bien expulsar– a unos 300 mil o 400 mil mexicanos a Estados Unidos, pues la cosa está grave. Y no existe esa válvula, como sí la hubo en 1995, porque la economía estadunidense está estancada. Estamos hablando de 2 millones 400 mil mexicanos en la calle, absolutamente, para este año”.De lo que “ya nadie duda –afirma el economista– es que en muy poco tiempo Felipe Calderón, que prometió en campaña ser ‘el presidente del empleo’, se convirtió en el ‘presidente del desempleo’”.
–En este año hemos visto tasas de desempleo superiores a 5% de la Población Económicamente Activa, como no las veíamos desde 1995. Pero el gobierno se defiende y dice que el de México sigue siendo un desempleo bajo frente al que se da en España, de 14% de la PEA, o en general de los países europeos, o de Estados Unidos, que promedian tasas arriba de 10% –se le cuestiona.
–Sí, España tiene 14% de desempleo, pero tiene seguro de desempleo (que garantiza temporalmente un ingreso mínimo a quien queda sin trabajo) y una red de protección social que nosotros no tenemos. Los europeos, en general, tienen una gran cobertura de servicios de salud que acá no hay. Los mexicanos que pierden el trabajo no pueden darse el lujo de estar mucho tiempo así y se ven obligados a emplearse en lo que sea, que generalmente es en una actividad informal. En efecto, el propio Inegi ha dado cuenta de cómo crecen escandalosamente las tasas de subocupación en el país. La última cifra disponible, de abril pasado, registra 5 millones 160 mil personas subempleadas, equivalente a 12% de la población ocupada. Un año antes, esa relación era de 7.5%, lo que significa que la tasa de subempleo aumentó 60% en 12 meses.“Muchos de los 2.4 millones que caerán en el desempleo este año deberán trabajar en lo que sea. Es un problema social muy serio. La calidad del empleo se ha deteriorado sistemáticamente en los últimos años”, dice Suárez Dávila.

Incompetencia
Posgraduado en economía por las universidades de Cambridge, Inglaterra, y de París, Francia, Francisco Suárez Dávila ha ocupado distintos cargos en el Banco de México y la Secretaría de Hacienda a partir de 1970. Fue subsecretario del ramo en el gobierno de Miguel de la Madrid; antes, director ejecutivo por México en el Fondo Monetario Internacional; gerente de asuntos económicos internacionales para México y América Latina en el propio FMI y en el Banco Mundial. Luego fue director general del Banco Somex y del Banco Obrero; director financiero de Nacional Financiera y representante de México ante la OCDE. También, diputado priista en la LIX Legislatura, en la que fue secretario de la Comisión de Hacienda. Además de tener casi 40 años en las entrañas de la economía nacional, a Suárez Dávila también se le reconoce en el medio por ser hijo de Eduardo Suárez Aranzolo, secretario de Hacienda de 1935 a 1946 en los gobiernos de Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho, y miembro del equipo de economistas e intelectuales mexicanos (junto con Daniel Cosío Villegas, Víctor L. Urquidi, José Medina Echavarría, Javier Márquez y Raúl Martínez Ostos) que participaron en las deliberaciones de junio de 1944 en Bretton Woods, Estados Unidos, y de las cuales surgieron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Con todo ese bagaje, y con la actualización permanente que le da el ser miembro de la sección mexicana del Club de Roma, del Grupo Huatusco y del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, Francisco Suárez Dávila enjuicia la política económica del gobierno del presidente Felipe Calderón.Apunta: el gobierno ha fallado en el diagnóstico de la crisis y, por tanto, en los pronósticos. “El presidente Calderón alardeó desde principios de 2008 que la economía mexicana estaba más que blindada; que cualquier crisis internacional, por grande que fuera, ningún daño le causaría.“Cuando eran más notorios los signos de la crisis internacional, el secretario de Hacienda habló del ya famoso catarrito; luego debió aceptar que ya teníamos pulmonía, más tarde reconoció que estábamos avasallados por un tsunami financiero. “Y con los pronósticos, igual: empezó el gobierno con que la economía crecería este año 3%; luego lo bajó a 1.8%. Con la crisis financiera internacional ya desatada, dijo que el PIB caería -1.8%; luego -3.3%, y más recientemente, -5.5%. Pero en el propio gobierno ya se habla de una caída de la actividad económica en todo 2009 de -7% a -8%. Y regionalmente el golpe será más duro: se calcula, por ejemplo, una caída de la economía en Guanajuato de -16.5% y de -12% en Nuevo León.”En todo caso, dice Suárez Dávila, pese a lo delicado de esas fallas, podrían ser lo de menos. A fin de cuentas, todo mundo erró sus cálculos.Lo verdaderamente grave, dice, es que “la presunta política económica contracíclica, con la que se pretendía enfrentar la crisis internacional, ha resultado muy tibia, muy ineficaz y muy incompetente”.Y los resultados están a la vista: la economía se cae cada vez más, la producción industrial se desploma dramáticamente y el desempleo empieza a ser asfixiante.La razón: “El esfuerzo del gobierno para reactivar la economía, para inyectarle recursos, para meterle vitaminas al torrente sanguíneo de la economía, ha sido una medicina muy tibia, si se compara con lo que han hecho otros países. El paciente se está muriendo y lo queremos salvar con pildoritas”, dice el entrevistado.Y contrasta: “Lo que están haciendo Estados Unidos, Europa, China y otros países emergentes es una inyección masiva de recursos, pronta y expedita, para evitar que se caigan la producción y el empleo. Y aquí lo que vemos es que la producción y el empleo se caen sin freno.“Los programas del gobierno para proteger el empleo son ridículos. El famoso acuerdo para la economía familiar y el empleo, más todos los demás programitas para el empleo anunciados –muchos ya cartuchos quemados, como el programa de empleo temporal, los paros técnicos, etcétera–, suman 8 mil millones de pesos. Una pildorita.”Además, hay un claro subejercicio del gasto público. Las secretarías de Agricultura y de Comunicaciones y Transportes no están gastando lo que tienen presupuestado. Banobras, que tiene los recursos del Fondo Nacional de Infraestructura, se está moviendo con enorme lentitud”, considera.A la falta de gasto de inversión se suma el hecho de que la baja en las tasas de interés decretada por el Banco de México no se está traduciendo en créditos más baratos para empresas y personas. La tasa de referencia anunciada apenas el viernes pasado es de 4.75%, contra más de 8% al inicio del año. Pese a ello, “no está fluyendo el crédito para la industria, la agricultura ni en general para la actividad productiva”, dice Suárez Dávila.Otro problema grave: la baja en la actividad productiva ha ocasionado un serio desplome de los ingresos tributarios. En consecuencia, están cayendo fuertemente las participaciones para los estados y municipios. “Es un problema serio que, en cuanto pasen las elecciones, podría explotar”, advierte.Es larga la lista: el derrumbe del sector automotriz en Estados Unidos le ha pegado no sólo al mismo sector en México, sino a buena parta de todo el sector industrial. Las maquiladoras han acentuado la caída que ya mostraban antes de la crisis. De hecho, dice, “los industriales mexicanos están desapareciendo; muchos se han convertido en meros distribuidores, en comerciantes o maquiladores”.Esto se ha agravado con la crisis, aunque ya la tendencia estaba marcada por la grave desindustrialización que registra el país desde hace varios lustros por el descuido del mercado interno, que ahora, por la crisis, menos puede ser el motor que impulse la economía. “Aunque podría, si se cambiaran paradigmas y abandonaran viejas ideas”, dice.
Estancamiento estabilizador

Una de las consecuencias de la política económica que se ha seguido es “algo increíble”: México es el país que menos crece en América Latina.“Eso requiere una profunda reflexión nacional. Lo que tenemos que plantearnos con toda franqueza es que el modelo de desarrollo económico que se ha seguido en los últimos años ya no funciona. Ya dio de sí. Nosotros seguimos en más de lo mismo cuando en los demás países todo está cambiando.”Y advierte: “El modelo económico mexicano, exportador, orientado hacia fuera, muy vinculado con el TLC, es extremadamente dependiente de lo que pase en la economía estadunidense, y en ello radica su vulnerabilidad”.Para Suárez Dávila, el modelo económico que sigue el gobierno ha sido “muy obsesivo en lo financiero”, básicamente preocupado por el equilibrio en las finanzas públicas, “en parte como reacción a excesos del pasado, no lo niego”. Lo malo es que, en esa tónica, “hemos sido más papistas que el Papa o más fondistas que el Fondo: equilibrio en finanzas públicas, inflaciones muy bajas; usar el tipo de cambio como ancla para bajar la inflación, no como lo hacen los países asiáticos, que usan el tipo de cambio para estimular las exportaciones. “Se ha abandonado lo productivo, el impulso al mercado interno y el empleo. De hecho, vamos a contracorriente de lo que se está haciendo en el mundo. Los países industriales ahora se preocupan por evitar que se caigan la producción y el empleo; por estimular la actividad económica, con recursos fiscales, con inyección de recursos monetarios a la banca y de la banca al sector productivo. “Eso es lo que tendríamos que estar haciendo nosotros. Si eso implica que en el corto plazo tengamos un mayor déficit fiscal y una mayor deuda, eso no importa. Tiene solución, siempre y cuando no se caiga en excesos.“México tiene campo de acción. El gobierno cree que no. Pero sí tenemos margen de maniobra para estimular la actividad económica porque, como ha dicho el propio gobierno, tenemos niveles muy bajos de deuda y tenemos finanzas públicas esencialmente equilibradas hasta este momento.”El problema, dice el economista, es que el gobierno tiene miedo de abandonar lo que ahora ya son “viejas ideas”, paradigmas que en el mundo se están haciendo a un lado. Aquí seguimos, dice, con el fundamentalismo del mercado; se sigue creyendo que éste lo hace todo, que lo resuelve todo. “Y ya quedó demostrado, de manera brutal con la crisis, que eso no es cierto”. Y si a las viejas ideas que no se quieren abandonar agregamos la clara incompetencia de muchos miembros del gabinete presidencial, pues tenemos la mezcla perfecta para el fracaso, sostiene Suárez Dávila.Enjuicia con severidad: “La Secretaría de Hacienda ha sido congruente… pero con el pasado, congruente con un esquema de estancamiento estabilizador. No es una secretaría para el desarrollo estabilizador, sino para el estancamiento. “Es la misma secretaría de Luis Montes de Oca, en los años de la Gran Depresión, que cuida el equilibrio fiscal, la estabilidad de precios, el tipo de cambio. Pero no es una secretaría para el siglo XXI. No tiene la imaginación que demostró el desarrollismo mexicano. Y no está mostrando la imaginación, por ejemplo, de la Secretaría de Hacienda de Brasil, que está saliendo de la recesión, que está canalizando masivamente recursos a la industria, a la infraestructura, que tiene una banca de desarrollo que funciona. El Banco Nacional de Desarrollo de Brasil es el responsable de la política industrial de ese país. Y nosotros desmantelamos la banca de desarrollo.” La de Agustín Carstens, resume, “es una secretaría muy conservadora. Pero, bueno, respetable en el sentido de que está cuidando los equilibrios que requiere el país. En ese sentido está caminando bien”. En cambio, dice Suárez Dávila, “la Secretaría de Economía no sirve para nada. Empezando porque tiene una banca de desarrollo paralela, que es el Fondo Pyme, que está duplicando y hasta suplantando las funciones de Nacional Financiera. No hay idea allí de lo que es política industrial y de desarrollo regional.“Es una secretaría que tiene muy baja calificación por parte de los empresarios”, incluido su titular, el ingeniero industrial y de sistemas, Gerardo Ruiz Mateos, exdirigente de empresarios católicos y miembro del grupo compacto del presidente Calderón.Más: “La Secretaría de Agricultura (que encabeza Alberto Cárdenas) también tiene baja calificación, por parte de los agricultores. La agricultura mexicana es una zona de desastre. Tenemos una agricultura comercial que funciona bien cuando los precios internacionales están bien. Pero la economía agrícola está muy atrasada, sobre todo la de temporal, la de los estados más pobres del país. Cuando llueve, la agricultura camina; cuando no llueve, se cae”.Remata el entrevistado: “la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (Juan Molinar Horcasitas) está subejerciendo el gasto. Es una secretaría que no ha atacado los graves problemas estructurales, como el de la aviación, las telecomunicaciones, y lo peor: no ejerce el gasto en infraestructura”.Con las viejas ideas y con la incompetencia de estas tres últimas dependencias, “no vamos a llegar a ninguna parte”, concluye Suárez Dávila.

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