martes, agosto 25, 2009

Barajándola más despacio

Jorge Lara Rivera

La nota pasó sin olas, como si tal cosa; sorprendentemente inadvertida para el grueso del público.
Pero a juzgar por las declaraciones recientes de integrantes de la Comisión de Energía del Senado de la República a los medios informativos, la cacareada “eficiencia empresarial” de la administración panista actual deja mucho qué desear, más exactamente resulta un fiasco.
Sucede que, según esas afirmaciones, el gobierno federal NO tomó las medidas dispuestas por el Legislativo como parte del Acuerdo concluido en la llamada Reforma Energética, mismo que impidió la privatización de Petróleos Mexicanos, pretendida al vapor y con avieso fin entreguista por el régimen –y en la cual insiste, según avisa la “Agenda de Modernización y Cambio” de la bancada panista al decir de Chepina Vázquez Mota.
Acaso por despecho, pero es posible que por simple ruindad o infame cálculo, se descuidara el cumplimiento de deberes, a cargo del Ejecutivo, de los cuales dependía la viabilidad de lo acordado.
El saldo de esta abyecta incuria gubernamental es que PEMEX está “técnicamente quebrado” (Francisco Labastida, dixit).
Se trata, de confirmarse fundadas tales aseveraciones, de un desacato mayúsculo y de una inadmisible traición a la Patria por el quebranto de su patrimonio que significa y los daños consecuentes que supondrá al pueblo. Habría pues en la omisión de tales medidas –además– un desafío al Poder Legislativo, una triquiñuela ruin y una venganza bajuna.
De sobra, en falta tan grave, elementos que indicarían violaciones a la Ley de Responsabilidad de Funcionarios Públicos harían imperativo y procedente la inmediata destitución de la secretaria de Energía, Georgina Kessel, eventualmente la de Agustín Carstens, el nefasto Secretario de Hacienda, y la del director de la paraestatal, Jesús Reyes Heroles –cuya honorabilidad ha sido permanentemente cuestionada; así como su procesamiento judicial. Pronto sabremos a qué atenernos con la nueva Legislatura.
Independientemente de ello, si uno tiende a creerse la pasional determinación del resentido que prefiere destruir el objeto de su amor –“si no mío de nadie”– al no poder disponer de aquél según su gana, tampoco se deja de maliciar lo artero de este descuido...
...A menos que sea una estratagema oficial, deliberadamente dispuesta para lograr con métodos de sabotaje un objetivo encubierto, dada su vileza: la privatización anhelada por la oligarquía local y los intereses extranjeros del gran capital mediante otra vía, suscitada por la “necesidad” o “el malestar social”.
La argucia no es nueva, se la han venido recetando sistemáticamente al Instituto Mexicano del Seguro Social y a la Comisión Federal de Electricidad para, rebasados en su capacidad, desacreditarlos ante la opinión pública, generando en ésta el hartazgo y la frustración exacerbadas para llevarla al punto de aceptar cualquier cosa, como por ejemplo: que se concesionen los servicios del sistema de salud a la iniciativa privada y que se admita directamente y en gran cuantía la inversión del capital privado en la generación, distribución y comercialización de energía eléctrica del país. Algo han logrado ya (el seguro popular y la participación mixta en la generación de electricidad; bien visto, el camino no es tan distinto de lo que se ha intentado con más o menos éxito en el caso de la minería para favorecer al capital extranjero).
Ya el gobierno federal panista ha tratado de incriminar al Congreso culpándolo de su propia ineptitud para responder con un adecuado y oportuno manejo de la crisis, valiéndose de la propaganda y la publicidad en medios a través de insinuaciones y spots maliciosos, pero también en declaraciones cargadas de insidia, es decir, un chantaje a la sociedad que en su conjunto se opuso al despojo: “si se hubiera aprobado la iniciativa del titular del Ejecutivo que envió a los legisladores...bla, bla, bla”.
Y no debe perderse de vista que entre los axiomas neoliberales figura la viveza egoísta de hacer de la sociedad las pérdidas (como en el caso del rescate bancario por el FOBAPROA), pero de inviolable propiedad privada la ganancia (tal sucedió con TELMEX malbaratada a precio de “venta de garage” o a las utilidades por comisiones cobradas por los bancos a la gente sobre AFORES que sufrieron pérdidas en inversiones especulativas, irresponsablemente dispuestas por éstos mismos).
Ahora que, por otra parte, si este asunto de la “eficiencia empresarial” del régimen se mide con una lógica contraria, entonces sí que, por la dimensión de sus “logros”, resulta eficaz: la peor recesión en el país desde 1929, la exponenciación de la inseguridad pública nacional, la cínica omisión en los libros de texto obligatorios de Historia de períodos cruciales para el surgimiento de la nación mestiza que somos y claves para la comprensión del rezago que explica nuestro presente: la Conquista y la Colonia.
Ese desbarre confirma los reparos puestos por diversos especialistas y la Academia Mexicana de Ciencias a la llamada “Reforma Integral de la Educación Básica” realizada con improvisación y al vapor por el jilguerito yerno de Elba E. Gordillo M., Fernando González Sánchez, subsecretario de Educación Básica, la cual transformó los planes de estudio y reestructuró materiales arbitrariamente, pues “presenta excesos de información, solicita al padre de familia muchos materiales en tiempos de crisis económica, tiene inadecuaciones al lenguaje de los niños y pide, entre otra cosas, que dominen la lectura en el primer grado”.
Tan displicente negligencia es atribuible, sin embargo, al todólogo Alonso Lujambio Irazábal, quien prosigue su fantasía de perito musical e historiador light y confunde con fantochada su responsabilidad al frente de la Secretaría de Educación Pública.
El caso es álgido. Habrá que permanecer alertas ante las nuevas arremetidas privatizadoras del PAN-Gobierno contra la memoria y la soberanía nacionales.

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