Alvaro Cepeda Neri
Los bancos y sus dueños españoles, ingleses, canadienses, etcétera, cobran en nuestro país por sus servicios lo que no los dejan en sus países de origen.
Así es como de cada peso se embolsan de ganancia 96 centavos en los más de mil servicios que realizan, incluyendo a los dos bancos mexicanos y quienes se han uniformado en esos cobros al margen de la mínima competencia y todos regatean los intereses a los ahorradores mientras usan el dinero ajeno para enriquecerse más y más con la complacencia gubernamental.
Se trata del libre mercado bancario para explotar a quienes necesitan ir a los bancos, a los que obligan a mantener un mínimo como depósito y donde sólo falta cobrarle a los clientes por abrir una cuenta.
El caso es que los bancos (y uno de los principales, el que vendió Roberto Hernández) propiedad de firmas trasnacionales, impusieron precios a sus múltiples servicios para ganar hasta el cuatrocientos por ciento desde hace 15 años; pero, esos aumentos crecieron más cuando el foxismo y ahora el calderonismo les permitieron dar rienda suelta a su voracidad.
Y los mexicanos obligados a utilizar a los bancos, tuvieron que estar pagando como cuando las tiendas de raya del porfirismo y, quizá peor, ya que los banqueros reportaron ganancias multimillonarias que se llevaron a sus casas matrices, por esos robos disfrazados de lista de precios, cuanto le saquearon a los que entraron a esas cuevas de Alí Baba.
Desde el Senado representantes de la Federación (y hay que decirlo con nombre y apellido: senadores del PRI y del PRD) insistieron en amarrarles las manos a los banqueros y, finalmente, aprobaron, no por unanimidad ya que el PAN se opuso, modificaciones a la Ley de Instituciones de Crédito.
Estas modificaciones facultan a la banca central llamada Banco de México, para rebajar los costos de las comisiones bancarias... ¡pero solamente les amarraron un dedo a los banqueros! De las más de mil comisiones, sólo ocho de ellas sufrieron rebajas que entraron en vigor el viernes 21 de agosto pasado.
No podrán cobrar por servicios, como el de no tener un saldo mínimo, abrir cuentas de nómina y manejo de cuentas; por devolución de cheques, por abrir una cuenta nueva, por exceder el saldo de tarjetas de débito. Tampoco por cancelar cuentas de depósito y tarjetas, por cancelar domiciliación para pagos, cancelación de banca por Internet ni por transferir fondos de un banco a otro. No son servicios fundamentales.
Seguirán cobrando por pago de recibos de luz, agua, gas y comisiones que rayan en el robo. Así que no les amarraron las manos a los banqueros. Apenas un dedo les inmovilizaron, pero con el resto continuarán tras el botín, mientras siguen despidiendo empleados y cada cajera hace el trabajo de tres. No hicieron nada mayor en el Congreso de la Unión. Fue una maniobra para “taparle el ojo al macho”. O como escribió Lampedusa en su genial novela El Gatopardo: lo cambiaron todo de tal manera que todo quedara igual. Un truco político demagógico.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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