martes, agosto 25, 2009

La quiebra de PEMEX

Alberto Híjar

La impunidad corre al parejo del cinismo y como prueba ahí está la dramática declaración del senador Francisco Labastida Ochoa sobre la situación de quiebra de PEMEX. El beneficiario de la transferencia ilegal de mil millones de pesos para su fallida campaña presidencial con la complicidad del Sindicato dirigido por Romero Deschamps quien también fuera senador para quedar invicto del proceso penal inútil, ahora se pone valiente y culpa al gobierno de Calderón de retrasar la reforma energética.
La impunidad garantiza los beneficios para quienes comparten los secretos de Estado a sabiendas de que la estructura jurídica los protege y confía en la desmemoria pública, salvo cuando hay que escarmentar a los disidentes como ocurrió con Jorge Díaz Serrano durante el gobierno de Miguel de la Madrid por no repartir los sobornos por los contratos durante el boom petrolero, aquel que hizo decir a López Portillo en un informe presidencial que había que preocuparse por la administración de la bonanza económica de los mexicanos. El petróleo es nuestro, repiten los ilusos sin tomar nota de que la empresa corruptísima llamada PEMEX tiene para dar y repartir entre una casta de privilegiados. De aquí la agresión con brutalidad extrema del gobierno de Salinas al sindicato petrolero ante el apoyo de Joaquín Hernández Galicia el legendario Quina, por la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas cuando planteaba una orientación nacionalista hostil al contratismo con los consorcios trasnacionales. La Quina amenazó con la huelga ausente durante toda la existencia del STPRM alarmado en aquel momento por las tropelías del salinato. La revista POR ESTO! publicó una serie de entrevistas con el dirigente petrolero para ganarse las amenazas cumplidas que al fin condujeron a su desaparición. A sangre y fuego fue capturado el dirigente petrolero en su domicilio y hasta un cadáver fue sembrado en su puerta para refundirlo en prisión pese a su avanzada edad. A la par la histórica Refinería 18 de Marzo fue tomada por el Ejército, policías y el Grupo Especial Zorros al igual que las instalaciones y los ductos en los puertos petroleros, según describe ahora María Fernanda Campa, la ingeniera investigadora heredera de la combatividad de su padre el perseguido comunista Valentín Campa, uno de los presos políticos de los sesenta con mayor permanencia en la cárcel.
Sobre bases militares, paramilitares y de jurisprudencia tramposa, la economía política explicitada en el Tercer Informe de Gobierno de Salinas, acrecentó los contratos y las concesiones empresariales de PEMEX, todo rigurosamente protegido por funcionarios corruptos y comisionados parlamentarios como Labastida. En aquel memorable documento, Salinas describió a la soberanía nacional como un sinsentido para los tiempos de globalización capitalista. Tuvo sentido en el siglo XIX ante las amenazas de gobiernos extranjeros, en las situaciones de Guerra Mundial del siglo XX, pero no ahora cuando se construye un nuevo orden para beneficio de todos. Obviamente, todos son unos cuantos vivales.
La preocupación de Labastida, el cínico impune exsecretario de Energía, cuenta con el olvido de las ordeñas ilegales distribuidas a lo largo de los doce mil kilómetros de la Red Nacional de Ductos de PEMEX. Desde 1998, reporta la ingeniera Campa, fueron detectadas 400 tomas clandestinas por el Sistema de Control, Adquisiciones y Datos. De aquí, sostiene, que la ocupación militar y policíaca de la Gerencia de Seguridad Física a cargo del general Miguel Estrada Martínez como garante del rigor vigilante dentro de la Dirección Corporativa de Administración, sea por lo menos tardía. El gobierno de Estados Unidos dio una limosna de 20 millones de dólares para resarcir el daño que benefició a traficantes yanquis y todos quedaron contentos, los ordeñadores, los transportistas, los técnicos operadores en tierra, los habitantes con vista gorda y disposición colaboradora de las casas cercanas y por supuesto, los controladores que han sabido arreglar las cuentas para que cuadren. Nada pasará y el señor senador Labastida, presidente aún de la Comisión de Energía del Senado de la República irá a retiro o a alguna nueva chamba gracias a su capacidad para guardar secretos de Estado, nombres y fechas de tantos y tantos fraudes en los que ha participado.

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