Astillero
*¡Al ladrón, al ladrón!
*Ensayos de “fuerza”
*Satanización selectiva
DE BUEN HUMOR. El secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y el presidente del Senado, el perredista Carlos Navarrete, coincidieron durante la comida anual de la revista Líderes Mexicanos.Foto Guillermo Sologuren *¡Al ladrón, al ladrón!
*Ensayos de “fuerza”
*Satanización selectiva
Políticamente derrotado, económicamente en quiebra, socialmente aislado, mediáticamente sostenido y sangrientamente fallido en su desastrosa batalla” contra el narcotráfico, Felipe Calderón ensaya un golpe de fuerza contra un sindicato al que pretende dar caracter expiatorio. Enojado por múltiples razones con la realidad que no se quiere ajustar a sus proyectos y “paquetes”, el gran responsable histórico de la desgracia nacional trata de distraer con nuevos juegos de guerra, esta vez contra una organización laboral que ha sido llevada al paredón periodístico de manera concertada mediante comentarios, notas, reportajes y opiniones de la intelectualidad oficialista, en una campaña vergonzosa que se ceba en la textura de los salarios y las prestaciones de esos trabajadores, llegando al extremo de acusarlos a ellos de ser responsables de los resultados negativos de una empresa que para eso tiene directivos nombrados por quien ocupe Los Pinos y de ser importantes corresponsables de la crisis económica y la postración de las finanzas gubernamentales.
Parece haber partido (para no variar) de una mala lectura política la construcción del presunto enemigo a modo que permita al esposo de la señora Margarita dar una muestra de “fortaleza” que, según las fuentes aceitadas, sería algo parecido a una nueva edición del quinazo salinista que fue el temprano punto de arranque de la consolidación de un presidente igualmente considerado espurio. El porrismo del miembro del tragicómico “cuarto de guerra” del calderonismo, Javier Lozano Alarcón, sólo está arrojando gasolina institucional a la pradera social reseca. Todavía sin proyecto ni líderes reales (no precandidatos o especialistas en elecciones), la sociedad mexicana vive momentos de irritación que se multiplicarán y elevarán cuando los poderes unidos decidan apretar más los mecanismos de coacción fiscal contra las mayorías que así están siendo arrojadas al campo de la protesta pública. Frente a esta nueva maniobra bélica del felipismo debe haber claridad. Seguramente el Sindicato Mexicano de Electricistas ha desarrollado características de corrupción, clientelismo y oportunismo en sus ámbitos directivos, y no es posible asignar a su comportamiento público calificaciones de gran compromiso social, más allá de las banderas superficiales de “progresismo” que comparten con otras organizaciones consideradas, nomás por no tener otro membrete a la mano, como parte del “sindicalismo independiente” (el caciquismo de Francisco Hernández Juárez es un ejemplo de ese tipo de líderes y sindicatos poquito menos malos que los abiertamente charros y corruptos, como la mayoría de los agrupados en la CTM y el Congreso del Trabajo).
Pero, en este caso concreto, la embestida de Calderón pretende culpar a los trabajadores, sus organizaciones de defensa y sus conquistas contractuales, de una crisis que tiene otros responsables, en otras proporciones y con otro ámbito numérico de beneficiados. Felipillo grita ¡al ladrón, al ladrón! en busca de desviar la atención de los verdaderos culpables de los infortunios actuales, y quiere desplegar una ofensiva ideológica de satanización de lo laboral, lo social, lo popular, mientras mantiene privilegios a los empresarios y funcionarios cuyos saqueos y corrupción quedan así a salvo de culpas. La grotesca descomposición política provocada por el foxismo y el calderonismo ha llevado al país a niveles kafkianos, como en el caso de los trabajadores mineros que llevan años resistiendo el capricho empresarialmente interesado de las administraciones panistas de sustituir al multimillonario caciquillo Napoleón Gómez Urrutia de la dirección sindical. En el caso del SME es posible acompañar esa lucha porque en el fondo lo que hay es la pretensión calderonista de sustituir responsabilidades, desviar la atención pública de los verdaderos saqueadores y golpear provocadoramente a las organizaciones sociales para consolidar el único espacio de poder que le podría quedar a ese felipismo decadente, el de la fuerza pública contra la insurrección social.
Por último, conviene recordar que Calderón busca enfrentarse a un sindicato en específico mientras mantiene una relación de dependencia y complicidad con entes que han agraviado a la nación de manera expresa y sostenida durante décadas y que hoy son pilares de apoyo de la derrumbada administración calderonista, como en los casos grotescos de los caciques de las organizaciones de petroleros, con Carlos Romero Deschamps, y de trabajadores de la educación, con la gran aliada Elba Esther Gordillo.
Astillas
Varios lectores consideraron insólito y ofensivo el que en un reality show de Televisa, denominado Me quiero enamorar, aparecieran cadetes del Colegio Militar a la hora de hacerle un pasadizo bajo espadines a algunas de las concursantes de ese programa. No hay tal: los jóvenes marcialmente uniformados que son utilizados como escenografía pertenecen al Colegio Militarizado Moderno Alarid, una escuela fundada en 1933 y que asegura ser la única de ese tipo que “está autorizada por la Secretaría de la Defensa Nacional”. Sin embargo, la conductora de Me quiero enamorar, Andrea Legarreta, dijo “gracias por supuesto a los cadetes del Colegio Militar” y, luego de una breve pausa, “moderno... Alarid”, sin que a los escuchas les quedara necesariamente claro que los dos últimos términos deberían servir para precisar que los cadetes lo eran de un colegio militarizado, de una escuela privada, y no pertenecientes a lo que había sido anunciado como “colegio militar”... Este tecleador, cada vez con menos posibilidades de curación gramatical, escribió ayer que un pedigüeño pinolero era un “deshauciado” fiscal. ¡Fue un compló de la movediza hache!.. En realidad, ¿de qué han servido las comisiones presuntamente defensoras de los derechos humanos que desde el poder y con presupuesto público se han creado? Salvo honrosas excepciones, han sido cauce para mediatizar conflictos sociales y han consumido fortunas del erario para (casi) no hacer nada. Y, mientras la PGR sigue dando tumbos, ¡hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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