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lunes, octubre 17, 2011

Granados Chapa por Granados Chapa

Miguel Ángel Granados Chapa


MÉXICO, D.F., (apro).- El axioma del periodista Miguel Ángel Granados Chapa fue muy claro: “Los periodistas no pueden, ni deben, ser socios de los políticos. Por eso, a la larga, cada periodista está en el lugar que se merece. Y la gente lo sabe”.

Esta frase le dio título al libro de conversaciones e intervenciones más importantes de Miguel Ángel Granados Chapa, editado a finales de 2010 por la colección Cuadernos de El Financiero, coordinado por el periodista Víctor Roura.

Como una manera de homenaje al autor de Plaza Pública, al conductor constante del programa radiofónico del mismo nombre en Radio UNAM, al editor, reportero, cronista, subdirector de información, fundador y director-gerente de la revista Proceso, y maestro de decenas de generaciones de periodistas, ofrecemos a continuación algunas de las principales ideas que Granados Chapa expone en este libro periodístico:

La columna

“La columna no debería servir para golpear a los políticos. Para ello, en todo caso, está el mazo. Aunque algunos siguen golpeando, sí; pero en menor medida. Sobre todo porque la columna ha perdido importancia, debido al ensanchamiento de los periódicos que hoy, a diferencia de antaño (cuyos espacios eran limitados, tornándose incluso aburridos a veces, circunscritos a la información oficial, por lo tanto insustancial), son más entretenidos. En cambio, las columnas tenían un cierto grado de esparcimiento en el cual los políticos podían permitirse mandar mensajes entre sí. Y todavía ocurre, pero mucho menos. Porque ahora las columnas no son ya los espacios más leídos de un diario”.

La opinomanía

“Aunque ahora abunda la opinomanía. Y se da justamente porque el despertar de la sociedad, este largo desaletargamiento, ha producido un interés inusitado por la vida política del país haciendo arribar a personas sin preparación, sin tener ningún interés real por la política, pero sustraídos en la mercadotecnia, cuyo nicho ha creado de la opinión una sustancia banalizadora. Eso ha permitido la multiplicación de estas opiniones triviales, muy a menudo interesadas, tanto en los espacios electrónicos como en los impresos”.

“Yo no quiero ser político”

“Yo no quiero ser un político. Obviamente quien escribe de política debe asumir que posee una coloración política, pero ésta es otra cosa. Cuando fui candidato a la gubernatura de Hidalgo (1998-99) se debió a la idea de contribuir personalmente a la posibilidad de ensanchar los espacios públicos en mi estado natal, que es uno de los más atrasados de la República (Hidalgo). Yo no quería hacer carrera política. Incluso antes y después de esa experiencia me invitaron a ser candidato a diputado y a senador por la vía plurinominal, pero no acepté. De hecho, durante mi campaña no dejé de escribir nunca mi columna, pues no quería, ni quiero, apartarme del periodismo”.

Políticos y columnistas

“Los columnistas se manejan de otra manera: no pueden distanciarse de los políticos. Así es, mas pueden regular su distancia. Hay quienes se ufanan de comer con los políticos, es cierto, y exhiben su cercanía con los funcionarios porque con eso quieren advertir que ellos, los periodistas, también son importantes. Es una tontería, por supuesto. Antaño era muy frecuente que se procurara esta vinculación porque de ella podría derivar una oportunidad personal de hacer un negocio. Por eso se participaba en las comilonas y las francachelas. Pero eso ha ido disminuyendo. Sin embargo, hay que reconocer que la cercanía de los columnistas con los gobernantes ha sido, en México, históricamente venal. Porque los periodistas no pueden, ni deben, ser socios de los políticos. Por eso, a la larga, cada periodista está en el lugar que se merece. Y la gente lo sabe”…

“Escapa a mis impulsos tener dinero o una propiedad. Prefiero ir, como dijera Machado, ligero de equipaje”.

Mezquindades y vilezas

“No sólo en la política, también en el medio periodístico, hay mucha mezquindad y vileza. Es cierto. Pero como dice un refrán, al que vuelvo muy seguido: ‘El que no quiera ver fantasmas, que no salga de noche’. Si uno entró a este oficio es porque es lo que quiere hacer en la vida, como es mi caso, debe arrastrar las consecuencias como un efecto natural. Si quiero ser periodista, me atengo a los efectos positivos y negativos de este oficio”.

Periodismo y poder

“Hay un periodismo que se dirige al poder. Es un periodismo que no satisface su misión social. Porque la misión social es la comunicación con la gente, el público, los lectores. Desde luego, también es verdad que algunas cosas han cambiado para bien; por ejemplo, antes casi todo el periodismo se dirigía más al poder que a los lectores. Es reciente su dedicación a los lectores y no al poder… o no sólo al poder”.

La censura

“No se ha modificado mucho. La censura a veces empresarial, a veces gubernamental, a veces es simulada, a veces es directa, abierta; hay que enfrentarla según el modo, según quien la ejerza. No hay un solo modo de enfrentarse a ella… salvo el ejercicio mismo de la libertad de expresión”.

“La censura avanza en sus formas. Hoy, por ejemplo, el juicio por presunto daño moral se ha constituido en un método novedoso para inhibir el trabajo periodístico; ese es un riesgo nuevo y creo que debería derogarse”.

Los excesos de la prensa mexicana

“Necesitamos reflexionar sobre los excesos en la prensa mexicana. Para mí, uno de ellos es ofender al que no es poderoso. Insultar al que no puede defenderse. Acusar al que no puede decir su verdad. El exceso que se practica contra los que tienen menos poder que uno. No hay exceso cuando uno se refiere al poderoso, pero sí hay cuando uno se refiere al que no lo es. Eso no debe suceder.

“Tampoco puedo dejar de señalar que una de las cosas que detesto del periodismo de hoy es su conversión en negocio. No digo que el periodismo no deba ser negocio, desde luego; me refiero a que es lícito hacer negocio con el periodismo, pero no es lícito convertir al periodismo en negocio, simular que se hace periodismo para hacer negocio”.

Las nuevas tecnologías

“Las nuevas tecnologías abrirán un espacio al periodismo de calidad. Tan sólo el acceso a la información es ahora una gran ventaja de la sociedad. Y no hemos aprovechado todavía este acceso plenamente. Es real: la tecnología contemporánea ensancha considerablemente la búsqueda de información y la posibilidad de comunicación. Ahí hay, claro, un terreno inmenso para la comunicación profesional”.

domingo, marzo 27, 2011

Morena: entre la ética y el pragmatismo

El Despertar


El conflicto entre principios y pragmatismo político da para mucho. Los principios son fijos e inmutables. Kant decía que eran como las estrellas en el cielo nocturno. Están inscritos en la conciencia humana y son universales. Los valores contradicen muchas veces a los principios, son criterios impuestos por la cultura, la moda, las ideas de la clase dominante. Se dice que los políticos practican el maquiavelismo: que el fin justifica los medios. Sin embargo, el político de altura no puede descuidar ninguno de los dos requerimientos: si traiciona los principios, puede triunfar a corto plazo pero pierde el destino y el prestigio, y si descuida la eficacia, los adversarios y la realidad lo derrotarán. El consejo evangélico apunta al equilibrio: sed puros como palomas y astutos como serpientes.

Ejemplos: Benito Juárez. Tenía como estrella polar la soberanía nacional y le fue fiel. Pero practicó la política con astucia, decisión y valentía. Así triunfó entre los liberales, algunos más brillantes que él, y derrotó a los reaccionarios, restauró la República y es considerado el mayor héroe de México.

Lázaro Cárdenas del Río fue leal al interés de la nación y llevó a la máxima realización posible el programa de la Revolución. Pero para triunfar en la nacionalización del petróleo se movió en zigzag con astucia felina, sin cometer un solo error. Fue un pragmático ético y el mejor presidente del siglo XX.

Francisco Madero es el político más limpio de nuestra historia. Creyente devoto en la democracia, resultó un hábil organizador de una rebelión política. Ya en la práctica del poder siguió fiel a los principios pero mostró debilidades y contradicciones que le costaron la vida.

El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) intenta ser fiel a los principios democráticos y al interés popular, pero en forma simultánea debe defenderse de los enemigos de dentro y de fuera y levantar una enorme organización. Un buen indicio de que lleva buen rumbo fue el espléndido acto en que se presentó el Proyecto Alternativo de Nación el pasado domingo 20. Todos los que asistimos lo recordaremos. No sólo las propuestas sintetizan una verdadera y única alternativa a la decadencia de nuestra sociedad, sino además se mostró organización, puntualidad, entusiasmo, autogestión: eficacia política. Este acto contrastó con el desaguisado en la elección de la dirigencia del PRD, donde no hubo proyecto alguno salvo lograr posiciones, hasta llegar a una solución medio esquizofrénica. Quien traiciona los principios en aras de los intereses termina por perder los principios y los intereses.

sábado, febrero 12, 2011

CASO ARISTEGUI: ENTRE LO ÉTICO Y LO ETÍLICO


Las miradas de México se concentraron esta semana en un dilema sobre la libertad de expresión. En el despido de Carmen Aristegui de su noticiero de radio en MVS. La causa: pedir al aire un posicionamiento oficial sobre el supuesto alcoholismo del presidente. Pero una presunta llamada desde Los Pinos habría intimidado a los concesionarios, que acabaron por imponer un tafetán de silencio a la comunicadora.

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domingo, febrero 14, 2010

Imagen sin derecho

Ejecutado en Sinaloa.


MÉXICO, D.F., 11 de febrero.- Libertad de informar no significa licencia para violentar derechos de las personas, para solazarse ante las desgracias ajenas o para erosionar los mínimos razonables de la civilidad democrática. El derecho a la propia imagen se ha reducido en México a una imagen sin derecho. En efecto, cada día se puede ver cómo los medios de comunicación difunden imágenes bajo la lógica de que, mientras más sangre y violencia, mejor negocio. La nota roja ha pasado de los últimos espacios a las primeras planas sin que nadie diga ni haga nada. Lo peor de todo es que, en el mayor número de los casos, los responsables no saben que su conducta no concuerda ni con el derecho ni con la ética. Veamos.
Primero. El derecho a la propia imagen significa la prerrogativa de toda persona para decidir la figura o representación de su propia identidad y, por ende, la reproducción de su imagen personal. No es, por supuesto, un derecho absoluto. Como bien señala el Tribunal Constitucional español: “No puede deducirse (…) que el derecho a la propia imagen, en cuanto límite del obrar ajeno, comprenda el derecho incondicionado, y sin reservas, a permanecer en el anonimato. Pero tampoco el anonimato, como expresión de un ámbito de reserva especialmente amplio, es un valor absolutamente irrelevante, quedando desprotegido el interés de una persona a salvaguardarlo impidiendo que su imagen se capte y se difunda”.
El equilibrio entre la libertad de informar y el derecho a la propia imagen resulta de ponderar si se trata de una persona pública o no, y si se trata o no de una información de interés público. La persona pública no sólo es un servidor público, sino también aquella que voluntaria o involuntariamente se ha sometido por su comportamiento a un escrutinio social recurrente, renunciando así al anonimato original. Por su parte, la información de interés público no reside en la curiosidad de la gente. El interés público no es el interés del público. Tampoco es únicamente el criterio periodístico de lo que es o no noticia. Se trata en realidad de aquellos datos y hechos que son útiles a la sociedad para ejercer derechos y cumplir obligaciones en su más amplio sentido.
Segundo. El principio de ponderación se desvanece en México empezando por la autoridad responsable de procurar justicia. ¿Es justo, por ejemplo, “presentar” a los presuntos responsables de un delito ante los medios de comunicación? ¿No se viola el derecho a la presunción de inocencia y a la propia imagen de las personas “presentadas” en los medios? Paradójicamente, las autoridades de procuración de justicia someten a los presuntos responsables a un doble proceso: el legal, que es el único aceptable en un estado mínimo de derecho, y el mediático, generando presiones indebidas en los juzgadores. Se utiliza así ilegalmente todo el aparato del Estado contra personas que no han sido declaradas culpables por la autoridad competente. El caso de las fotografías denostando al señor Alfredo Beltrán Leyva fue la gota que derramó el vaso de los umbrales de tolerancia de la razón.
Tercero. Los medios también son responsables de lo que pasa. Los casos del desastre en Haití y de los jóvenes muertos en Ciudad Juárez en días pasados son ejemplos claros de que algo anda mal. ¿Es necesario mostrar el rostro de un niño victimado? ¿Usted lo mostraría si fuera su hijo o su hija? ¿Por ser de Haití y ser pobres carecen de derechos y puede haber una intrusión mediática en su intimidad? ¿Cuál es el interés público en mostrar el rostro de un menor o incluso de un adulto victimado, sea civil o militar? ¿No se satisface el interés público ocultando el rostro y mostrando el contexto?
No se trata de cuestiones accesorias; antes bien, son asuntos en los cuales la sociedad debe reflexionar. No es para menos. La difamación o la calumnia pueden ser combatidas por el afectado mediante la vía civil o el ejercicio del derecho de réplica. Pero la exposición de la vida privada con la difusión ilegítima de la imagen no tiene remedio. El reclamo del agraviado sólo serviría para dar nueva difusión precisamente a la imagen que no quiso fuera publicada, incrementando el daño en su patrimonio moral. Y en el caso de las imágenes de agentes de la policía y de efectivos militares en escenas de delitos, ni el gobierno ni los medios parecen preocuparse por la integridad personal de ellos.
Cuando la ética periodística se extravía, no sólo se atenta contra la dignidad de la persona cuya imagen fue difundida sin razón fundada, sino también contra la de televidentes o lectores que son expuestos a esas imágenes como algo digno de ser visto y procesado por todos como algo “normal”. Con ellas no se denuncia un hecho lamentable o ilegal, sino que se coadyuva, a veces de manera involuntaria, a insensibilizar a la sociedad ante la violencia y el dolor ajeno, así como a confundirla sobre lo que es correcto y aquello que no lo es. Se ha creado un círculo vicioso donde se compite por ver quién ofrece las imágenes más denigrantes. Esto no debería convertirse en una fatalidad más.

evillanueva99@yahoo.com

sábado, enero 16, 2010

El valor en un país desfondado


MÉXICO, D.F., 13 de enero.- Abrimos 2010 con acontecimientos que no sólo sobrepasan, sino que han desfondado la vida política entendida en su sentido de bien y sentido común. Diversos en su expresión –aumentos en los impuestos y los productos, desempleo, narcotráfico, criminalidad, violencia, descontento–, dichos acontecimientos guardan, sin embargo, un mismo fondo: la perversión de todo en valor. Esta palabra, usada irresponsablemente por todo tipo de consultores, sacerdotes, moralistas y políticos liberales –“hay que educar en valores”, dicen con una irresponsabilidad aterradora–, es, en su fondo, la base sobre la que se asientan la destrucción de la vida política y los grandes males que nos aquejan.
Es verdad que en la Antigüedad el valor tenía un sentido moral, que aún puede rastrearse en las acepciones de los diccionarios. Aunque, como decía Voltaire, no es “una virtud, sino una cualidad que comparten los bribones y los grandes hombres” –se puede, como un terrorista, ser cruel y valiente a la vez–, el valor –que sólo se hace virtud si se pone al servicio de otro o de una causa general y generosa– es un ingrediente fundamental de la moral. Alguien temeroso jamás puede ejercer su deber –el miedo es egoísta; la cobardía y la mentira lo son también–. El valor está, en este sentido, muy próximo a la dignidad, indica algo que moralmente es precioso y magnífico.
Por desgracia, desde inicios del siglo XVII el término comenzó a designar lo que es deseable, útil e incluso lo que se debía, para convertirse, durante el siglo XVIII, con el liberalismo económico, en el precio de venta de los objetos que se volvieron bienes. Lo que antes era la sustancia de una virtud, tocado por el mercantilismo se transformó en una realidad medible, manipulable y maximizable.
Nada, desde entonces, más contrario al bien que el valor, y, sin embargo, nada, hoy en día, más relacionado con el bien que ese mismo principio. En ética y en política, el valor ha invadido todo lo que tiene que ver con el bien, al grado de que el dinero, que tasa todos los valores, se ha convertido en el símbolo de los bienes.
Desde el momento en que es posible tasar cualquier cosa como valor y “bien” –la integridad de un ser humano, la sexualidad, el trabajo, los sacramentos, la vida política, la educación, la medicina, una botella de refresco o de agua–, la vida política se ha ido desfondando, al grado de que entramos en 2010 en una lucha intestina por el dinero que nos permite adquirir valores. Nadie, ni el presidente ni los secretarios ni las cámaras ni los partidos ni la ciudadanía –sometida a dosis tributarias y de encarecimiento de los “bienes”–, está interesado en el bien común, es decir, en la vida buena y en el valor en el sentido antiguo y moral de la palabra, sino en la búsqueda de valores que permitan obtener dinero. De allí la violencia, tanto del crimen organizado como del gobierno y de los criminales de cuello blanco; de allí la indignación de los ciudadanos, que se ven día con día despojados de su capacidad para adquirir valores; de allí también la incapacidad e insensibilidad del presidente, de su equipo, de las Cámaras y de los partidos para comprender el sentido de lo que el bien significa.
Todos, sometidos al principio del valor moderno, buscan dinero de cualquier forma para generar y obtener más valores, ya sean positivos o negativos. No importa que, contraviniendo el sentido antiguo y moral del valor, se dañe a otros. Lo que importa es hacerse de ellos. Para muestra baste ver a Calderón, al “góber precioso”, a Ulises Ruiz, a Peña Nieto, a la policía y al Ejército vulnerados por el dinero de los narcos; a Slim, a Azcárraga, a Salinas Pliego, a Elba Esther, a Esparza, a la mancuerna López Obrador-Juanito, a Onésimo Cepeda, a Norberto Rivera, las innaturales alianzas entre la Iglesia y el Estado, las componendas de los partidos, los sindicalismos corporativistas, las complicidades entre mafias legales y no legales, etcétera.
Adondequiera que volvamos el rostro, el valor prima sobre el bien y sobre el sentido de la proporción y de la vida buena. En un mundo así, ya no se trata de elecciones morales, sino de soluciones a problemas en donde no sólo los lenguajes, sino las maneras de pensar propias de los militares entran en el campo de las relaciones humanas. Así, las estrategias “purifican” el valor filtrando en él la noción de “oportunidad” y eliminando el bien de la ética.
Por ello, a inicios de 2010 el país está desfondado.
Volver al valor en su sentido antiguo y crearle de ese modo un fondo, un suelo al país, implicaría volver a la palabra gratuidad –una palabra que el cultivo de los valores desprecia–, es decir, a esos actos que carecen de utilidad objetiva o de interés, y que se realizan porque son buenos y bellos –en el sentido moral y no estético del término–. Cuando alguien da de comer a otro; cuando otro, sin interés alguno, va en su ayuda, esos actos, a diferencia de los que se gestan en los valores, no están orientados hacia nada. Son, por el contrario, pura gratuidad, pura bondad, pura vida política en su sentido original, puro sentido común. Aristóteles lo dijo mejor: un hombre de valor es aquel que actúa “por la belleza del acto (...) por amor al bien”.
Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de Atenco y de la APPO, y hacer que Ulises Ruiz salga de Oaxaca.

martes, diciembre 01, 2009

El trabajo sucio de Beatriz Paredes


El 100% de los legisladores panistas y 95% de los legisladores priistas de 17 estados han votado este último año por criminalizar la suspensión de los embarazos de las mujeres.
Qué daríamos por saber que los legisladores pasaron largas y torturadas noches devanando el conflicto ético entre la libertad individual y el respeto a la vida; indagando lo que la ciencia sabe sobre el momento en que un feto cobra conciencia de sí y se vuelve propiamente humano; revisando los porcentajes de horror del aborto clandestino en sociedades represivas.
No nos engañemos. Todavía nuestra clase política no es esa a la que le importa la ética o la ciencia o el bienestar de sus ciudadanos.
Los legisladores panistas recibieron la orden de votar por criminalizar el aborto desde su dirigencia nacional, que a su vez obedeció la interpretación del dogma católico de un Papa ya fenecido. Y del lado de los legisladores priistas, de lo que se ha tratado es de una grosera compraventa: votos por portafolios llenos de billetes; la libertad de las mujeres sobre sus cuerpos a cambio de tajadas multimillonarias del presupuesto federal; obispos amistados a cambio de mujeres encarceladas.
Y como botón de muestra, el caso reciente de Veracruz, donde los hechos son los que siguen.
El 15 de noviembre pasado, Beatriz Paredes, presidenta del PRI, quien había asistido a Veracruz para presenciar el quinto informe del gobernador Fidel Herrera, lo comprometió en un pasillo y ante varios testigos con estas palabras: “Si quieres que salga tu presupuesto de apoyo a los programas del suroeste y los apoyos a los ingenios, instruye para que salgan las iniciativas (prohibiendo el aborto) en el Congreso veracruzano”.
El gobernador reiteró la instrucción ya antes girada a sus diputados priistas en el Congreso estatal. Apenas se le resistieron hasta el final dos diputadas. Puede ser que la “instrucción” contradecía demasiado su propia identidad como mujeres modernas y autónomas. Todavía un día antes de la votación, la diputada indígena Bernardina Tequiliquihua, del distrito de la zona de Zongolica, declaró a los medios que estaba en contra de la iniciativa.
Entonces, el gobernador personalmente le pidió a Bernardina que hablara con el arzobispo de Xalapa. El arzobispo y la diputada fueron vistos caminando y platicando lado a lado en el Congreso. El 17 de noviembre, Bernardina Tequiliquihua votó por la penalización del aborto. No así Dalia Pérez Castañeda, única priista que se indisciplinó. Y el arzobispo declaró a la prensa que él no había intervenido en nada.
Bueno, es sabido: La dirigencia del PRI hizo aprobar en el Congreso Federal el presupuesto solicitado por el gobernador Herrera. El sábado 20 de noviembre, apenas tres días después de la votación, el gobernador se reunió con el sindicato de los 32 ingenios de Veracruz, en un festivo evento donde, magnánimo, repartió medicamentos, despensas, anteojos, aparatos para el oído y bicicletas. La prensa local publicó que se confirmaban proyectos aplazados del gobernador para el suroeste, y en la prensa nacional Roberto Madrazo declaró a Herrera como uno de los tres presidenciables para el año 2012.
Eso, mientras las mujeres veracruzanas han quedado sometidas a una ley que las declara enfermas mentales si interrumpen un embarazo bajo cualquier razón (violación, malformación del feto, peligro de la vida de la madre, impedimentos económicos, etcétera) y que las condena a cuatro años de cárcel si reinciden.
La libertad de las mujeres transformada en bicicletas: ésta fue la magia priista en Veracruz.
Pero Fidel Herrera se imaginó que todavía cabía más magia y procedió a la Operación Chen Kai, también llamada Operación Cicatriz o Simulación. Simular: ocultar las verdaderas causas de un suceso. El mismo 20 de noviembre publicó en el periódico Reforma un texto cuyo asombroso contenido se resume en su increíble título: Yo estoy por la DESpenalización del aborto.
Ahora bien, para comprender del todo esta compraventa, quedan algunas preguntas por responder.
¿Quiénes y qué le pagaron a la presidenta del PRI, Beatriz Paredes? Lo único que puede apuntarse es que nunca habrá sido suficiente para pagar su suicidio político. Después de dos décadas de contar con la simpatía de las mujeres del país, hasta ayer su única base ciudadana real, la ha sacrificado. Será en contra de las mujeres que Beatriz Paredes siga caminando por los pasillos del Poder.
Otra pregunta: ¿Quiénes y con qué están pagando esta cruzada contra las mujeres? Por ejemplo, ¿de dónde salen los portafolios llenos de billetes que dos vascos –no es una broma: dos señores vascos– han entregado a varios legisladores en distintos estados donde se aprobó, o aún se discute, una reforma para penalizar el aborto?
Son dos señores vascos a los que se ha visto merodeando alguna iglesia o el Congreso local.
Y por fin: ¿Cuál será el próximo gobernador o gobernadora que caerá en la tentación? De que lo veremos, por desgracia, lo veremos.