Javier Flores
Los daños que produce la abstinencia sexual fueron estudiados en la antigüedad. Desde los orígenes de nuestra civilización, la medicina se ha ocupado de ellos. En el libro Sobre las enfermedades de las vírgenes, el autor hipocrático describe, desde el siglo V antes de nuestra era, una relación entre la ausencia de relaciones sexuales con cambios patológicos en la posición de la matriz, por lo que recomienda a jóvenes y viudas tener sexo. Independientemente de la certeza de esta relación, desde entonces se intuía que no tener contacto carnal era nocivo para la salud. Ahora sabemos que la sexualidad es una condición inherente a lo humano en todas las etapas de la vida. Pero también tenemos la certeza de que para algunos todo aquello que tenga que ver con el deseo y el placer debe prohibirse.
Todos, trátese del gobierno de Estados Unidos, la Iglesia católica, el gobernador de Jalisco y otros representantes del pensamiento conservador que pugnan por la abstinencia, se equivocan. Quieren controlar lo incontrolable… la naturaleza humana, la cual se mueve por el deseo y la búsqueda de placer. La única forma de detenerla es por la fuerza: mediante penalizaciones, infundiendo miedo. En la actualidad ya no se invoca el castigo divino o la locura, sino el temor a las enfermedades de transmisión sexual.
El VIH sida, el virus del papiloma humano, el herpes, como en su momento fueron la sífilis o la gonorrea, son hoy la amenaza que se esgrime para lograr el control de la sexualidad. “Si tienes sexo te vas a morir” es el mensaje. Pero si el conocimiento ha creado métodos efectivos para la prevención, es decir, para que las personas disfruten del sexo sin preocuparse de estos males, no basta. Para el pensamiento conservador no es suficiente la existencia de métodos preventivos, de lo que se trata es de inhibir y controlar la sexualidad. La fórmula es la abstinencia.
Desde que el gobierno estadunidense destinó fondos públicos para promover la abstinencia entre los jóvenes con la justificación de evitar las enfermedades de transmisión sexual, se han producido decenas de trabajos científicos que examinan la efectividad de esta medida. La mayor parte de los estudios serios concluyen que ésta es inapropiada.
Hace apenas unos días, el 4 de agosto, el British Medical Journal (BMJ) publicó un estudio de Underhill y sus colaboradores en el que se examina la efectividad de los programas orientados exclusivamente a la abstinencia para la prevención del VIH sida en naciones desarrolladas. Se trata de una revisión de los trabajos publicados sobre ese tema y sus resultados. La conclusión es clara: tales programas son inefectivos para prevenir o reducir la infección, y no sólo eso, sino que son también ineficientes para prevenir o reducir la actividad sexual entre los 15 mil 900 participantes en los estudios revisados.
Otros trabajos, como los de Tanne (BMJ 28; 334 (7599): 867, 2007) encuentran que los programas orientados a inducir la abstinencia no tienen efectos en la conducta sexual de los adolescentes. Por su parte, Santelli y colaboradores (Am J Public Health 97 (1): 150-6, 2007) concluyen que la reducción de los embarazos entre adolescentes está determinada más por la disponibilidad de métodos anticonceptivos que por la inducción de la abstinencia. A conclusiones semejantes han llegado autores como Ekroth y Molin (2006), quienes afirman que para el caso de Suecia enfocarse exclusivamente a los programas de abstinencia puede provocar que más mujeres mueran de sida.
Queda claro que los programas orientados a la abstinencia sexual son completamente ineficientes para evitar embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual, y que las medidas de prevención como el condón y la disponibilidad de anticonceptivos son la mejor solución.
Cuando el gobernador de Jalisco dice que repartir condones es como invitar cervezas o dar vales para el motel, yo me pregunto: ¿y por qué no? ¿Acaso no queremos que nuestros jóvenes sean felices? ¿No queremos que expresen sus capacidades, sus deseos y su sexualidad de manera segura? Una sociedad que no ve por el bienestar y la felicidad de sus jóvenes no tiene, a mi juicio, razón de existir.
Afortunadamente los jóvenes de Jalisco no harán ningún caso a su gobernador, quien es simple y sencillamente un representante muy poco ilustrado del pensamiento conservador.
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