Del Por Esto
Por Jesús González Schmal
No se tiene la mayor idea (porque en México siempre se elude la realidad), del costo en dolor humano y de pérdida económica por suspensión de la producción y erogaciones en emergencias, hospitalización y pago de muerte y/o incapacidades, que significan los accidentes de trabajo.
Existe cálculos estadísticas, registros en el Seguro Social, pero... las verdaderas cifras con todo y que las oficiales son pasmosas, no se alcanzan a conocer porque serían de tal magnitud que nos explicarían, en gran medida, uno de los factores más determinantes de nuestra falta de competitividad internacional y la absoluta ausencia de conciencia y responsabilidad de las autoridades del trabajo en el área de seguridad industrial.
El crimen de la mina Pasta de Conchos en Sabinas, Coahuila, puso de manifiesto el absoluto abandono del gobierno, la empresa Minera México y el Sindicato de Mineros, a sus obligaciones más elementales en la protección de la integridad y la vida de los trabajadores.
Sesenta y cinco mineros quedaron sepultados en vida, dentro de los túneles profundos. El hecho no fue casual, ni accidental; los reportes de comisión de Higiene y Seguridad (que es tripartita porque la integran el representante de la Secretaría del Trabajo, el representante de la empresa y el de los trabajadores), habían advertido las condiciones de riesgo existentes, no sólo en las instalaciones y en el equipo y herramientas de extracción del carbón, sino en los dispositivos de la seguridad de los mineros y de la capacitación y entrenamiento de los mismos para conocer y responder a contingencias aunque, de suyo, en el caso hubiera sido inútil porque la política de la empresa es que, quien quisiera trabajar en la mina, a través incluso de un tercero ajeno a la empresa que los contrataba, tenía que hacerlo en las condiciones que los más bajos costos de operación exigían (sin protección, ni prevención alguna) y que quien no lo aceptara bien podía dejar el empleo porque ni remotamente el sindicato intervendría en la defensa de los trabajadores.
Por eso sorprende ahora que el Sindicato Nacional de Mineros Metalúrgicos y Similares de la República haya emplazado recientemente al Grupo Minero México en Cananea, Sombrerete y Taxco, argumentando el incumplimiento del contrato de trabajo en la materia de seguridad.
Es cierto que nunca es tarde y creemos que no deben dejar esta lucha, sin embargo, las 65 familias desamparadas que todavía esperan al menos tener los restos de sus parientes a más de un año de la tragedia nunca podrán olvidar que la negligencia e irresponsabilidad del sindicato no es ajena al hecho que les hizo perder para siempre a sus seres más queridos, necesarios, esposos o padres.
Pero lo que no sorprende es en que la Secretaría del Trabajo haya declarado ilegal el paro sindical, puesto que no hay hecho más evidente que el que Grupo Minera México, al que están subordinadas las autoridades laborales, aborrece cualquier disposición legal o contractual que la obligue a disponer algo de sus cuantiosas utilidades para la preservación y respeto a la vida de sus trabajadores.
El ejemplo es palpable si comparamos el accidente ocurrido apenas el martes 6 de agosto en el que, también una mina de carbón en Utah, Estados Unidos, donde quedaron atrapados 6 mineros (entre ellos 3 de origen mexicano) estableciéndose como causa más probable la de un sismo, de inmediato generó un despliegue de maquinaria y recursos técnicos y la presencia del propio Murray, dueño de la empresa Utah América Ernegy que dirige las maniobras de rescate en persona.
En Pasta de Conchos ni Jorge Larrea el dueño de Grupo México, ni autoridad federal alguna que no fuera la del Secretario del Trabajo, que fue a encubrir a la empresa y a liberar a sus inspectores y delegados, se presentó en la mina. A quince meses de distancia no se ha rescatado en Sabinas más que a uno de los 65 asesinados en el túnel.
La misa que cada día 19 de mes celebra el Obispo Raúl Vera y algunas de las viudas con el equipo de la Pastoral Laboral de la Diócesis de Saltillo, frente a las oficinas de Grupo México en Campos Elíseos 400, tiene que calar en la conciencia de las autoridades laborales y de los magnates de la empresa minera para que sepan que no es posible mantenerse impasibles, supeditando la vida de los trabajadores a la satisfacción de los grandes beneficios económicos de sus empresas.
*Profesor Facultad de Derecho UNAM.
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