Gloria Muñoz Ramírez
En una acción creativa, pacífica e insólita un grupo de marineros de Córcega desvió un barco anclado en Marsella a Bastia, su puerto de matrícula, para protestar contra la privatización de una línea marítima que enlaza esta isla mediterránea con Occitania. Se trataba de llamar la atención de la opinión pública corsa y francesa en general sobre el drama social de una privatización que dejaría a cientos de personas sin empleo, además de que la naviera estatal es clave para la supervivencia económica y cultural de la isla, pues es la principal vía de comunicación con el exterior.
El 27 de septiembre de 2005 cuatro marineros del Sindicato de Trabajadores Corsos (STC) comunicaron sus intenciones al capitán del ferry Pascal Paoli, quien se negó a abandonar el barco y los acompañó en la travesía. Miles de personas se congregaron posteriormente en el puerto de Bastia para recibir y apoyar a los sindicalistas, en un día de fiesta y reivindicación sindical. Dos años después todos los que participaron en la protesta son juzgados como piratas y pueden enfrentar condenas de hasta 30 años de cárcel. Es la criminalización de la lucha sindical.
Contra Alain Mosconi, secretario general del STC-Marins, y contra Felix Da Gregorio, se inició un procedimiento criminal en el que se les acusa de piratería y secuestro del capitán de la embarcación. La acusación de piratería fue sacada del baúl de las reliquias del Código Penal francés para ser usada contra los marineros que no podían quedarse con los brazos cruzados ante la privatización de un instrumento del desarrollo económico y social de Córcega.
El Pascal Paoli no fue elegido al azar, pues representa un fuerte símbolo para el nacionalismo corso, ya que Paoli impulsó en 1755 la Constitución corsa y es considerado como la primera persona que se refirió a una "Nación corsa" ante genoveses y franceses (la isla fue "cedida" por los genoveses a Francia en 1768.)
En una acción sin precedentes al menos en los últimos cien años, el gobierno francés envió al Ejército para reprimir una protesta sindical. Los marineros fueron trasladados al puerto militar de Tolon (Occitania) y, posteriormente, a Marsella. Cientos de muestras de apoyo han recibido desde entonces, entre ellas una campaña de firmas en la que, además de denunciar el conflicto que condujo a la simbólica y pacífica acción, se hace hincapié en el rechazo a la criminalización del sindicalismo, algo inadmisible en el país cuna de la defensa de los derechos humanos (y en cualquier país del mundo). Para apoyar la petición de suspensión de los procedimientos la página electrónica es http://stc-marins.com/petition/php/appel.php.
"Por nuestra parte, lo que recordaremos con el tiempo, por encima de todo, como algo escrito con tinta indeleble en lo más profundo de nosotros, es que aquel día no teníamos ningunas pretensiones, ningún rencor, ningún odio, sino sólo una convicción y una esperanza", señala Mosconi.
Los marineros, además, buscan caminos de vinculación con los zapatistas mexicanos, pues, señalan, "en Córcega también hay una lucha por la tierra y el territorio".
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