martes, septiembre 11, 2007

Coincidencias

Julio Hernández López

Nuevas y más dañinas explosiones un día antes de que Andrés Manuel López Obrador asuma en San Lázaro su replanteada condición de líder social movilizador (ya no sólo metido en giras electorales y en reparto de credenciales), y a unos días de que el Zócalo capitalino vuelva a ser escenario de pasiones políticas con riesgo de violencia.

Estallidos concertados en territorio veracruzano (y tlaxcalteca) que añaden razones al miedo social y abren el paso a una mayor rigidez gubernamental no sólo (en realidad, ni siquiera) en términos de instalaciones petroleras. A un día del sexto aniversario de la tragedia de las Torres Gemelas de Nueva York persisten (crecen) las dudas acerca del verdadero origen de esas acciones oscuras y la certeza de que los gobiernos emanados de fraudes electorales y colocados en debilidad política pueden aprovechar (¿o generar?) actos de terrorismo para justificar la mano dura, disolver disidencias, convocar a concordias nacionales y beneficiar mediante contratos y concesiones reconstructoras a los entes empresariales que les llevaron al poder impugnado.

Unánime, pronto y tajante ha sido el dictamen de los diferentes gobiernos involucrados en el caso que tomó al licenciado F.C. de gira en India: fue sabotaje. Ha de suponerse, dados los antecedentes habidos en Guanajuato a principios de julio pasado, que se trata de actos cometidos por el Ejército Popular Revolucionario, que así estaría presionando para que sean presentados con vida sus compañeros Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, quienes fueron desaparecidos hace más de tres meses.

Hablar de desaparecidos, torturas y ejecuciones extrajudiciales ha sido uno de los logros del calderonismo, del que obviamente no se informa a través de la cascada irritante de propaganda electrónica con que la administración federal trata de aparentar movilidad y eficacia. No puede haber eufemismos: Felipe Calderón ha reinstaurado en México la guerra sucia, de tal manera que fuerzas gubernamentales y paragubernamentales actúan fuera de la ley y con impunidad contra ciudadanos que consideran vinculados a movimientos de extrema oposición a los poderes formales.

Dos de esos ciudadanos, de apellidos Reyes Amaya y Cruz Sánchez, presuntos altos mandos del citado EPR, están desaparecidos sin que autoridad alguna asuma responsabilidades. Según las denuncias de sus compañeros, las dos personas que habrían sido secuestradas estarían además sometidas a tortura y eventualmente podrían haber perdido la vida. En torno a esos desaparecidos y a sus presuntos familiares (especialmente los hermanos Cerezo) se ha desatado una campaña de hostigamiento que incluye seguimientos, amenazas y enfermizos mensajes por Internet, con copia a periodistas (el más reciente fue enviado el pasado 5 de septiembre, desde misscerezos@hotmail.com a nombre de Tiburcio Loxicha).

El humo de los gasoductos también empaña las discusiones de fondo que en estos días habrán de resolverse. No sólo la suerte personal de los integrantes de la pandilla de delincuencia electoral llamada Consejeros del IFE, sino, sobre todo, la posibilidad de cancelar el gran negocio que significa para las televisoras la publicidad electoral. Y los asuntos económicos que, de ser resueltos en los términos deseados por F.C., significarían aporte de gasolina a las chispas sociales ya existentes. Explosiones y asuntos coincidentes.

Astillas

El sicoanalista José Antonio Lara Peinado (cuya página electrónica es www.joseantoniolara.blogspot.com) escribe sobre la canción favorita de Felipe Calderón, El hijo desobediente: “Es un corrido que cuestiona la ley del padre. En términos clínicos, la estructura de la ley en un sujeto es importante en tanto que marca la estructura de los límites y la entrada a un orden simbólico; de no ser así, el sujeto se sitúa en un lugar más ligado a lo sociopático, es decir: ahí donde no hay límites adviene la perversión. Es todavía más interesante advertir en forma por demás clara el conflicto paterno: para nadie es un secreto que el papá de Calderón renunció en su momento al PAN, no así el hijo, que siguió su carrera meteórica dentro del partido; la amenaza velada en la canción, de un hijo matando al padre, bien nos permite dar cuenta de un parricidio manifestado en una actitud cínica y desvergonzada de Calderón, y de un odio infantil con sus figuras parentales. El deseo de pelear y confrontarse aparece todo el tiempo en la estructura del actual Presidente; los fierros para pelear se llaman ahora Ejército, televisión, IFE (…) Lo más curioso de la canción son los versos en que reza ‘Felipe fue desgraciado’ y, al final, ‘Felipe, Dios te perdone’. La primera es eminentemente neurótica y marcará tarde o temprano lo que va a pasar con Calderón; la segunda es imaginaria y perversa, pues regularmente el malvado pide perdón a un poder supremo en tanto desprecia lo terrenal, lo cual nos permite explicarnos el porqué de las actitudes disociativas y esquizoides del señor de Los Pinos”…

El historiador Enrique Krauze ha sido invitado por su colega Enrique Márquez Jaramillo a debatir públicamente este jueves sobre la fecha de arranque del movimiento de Independencia. Krauze ha considerado un “oportunismo” político que el gobierno capitalino haya declarado oficialmente 1808 “el año de iniciación de la Independencia en la ciudad de México”, por lo cual Márquez Jaramillo, coordinador de la comisión capitalina creada para celebrar el bicentenario independista y el centenario revolucionario, invitó al director de Letras Libres a confrontar puntos de vista en el noticiero matutino de Canal 40, donde, al entrevistar ayer al representante del Gobierno del Distrito Federal, surgió la propuesta. ¿Aceptará Krauze la oportunidad de discutir sobre oportunismos?... Y, mientras siguen en Coahuila las desgracias en las que hay omisiones de control por parte de autoridades federales, ¡hasta mañana, en espera de que haya castigo a los responsables del megafraude de la biblioteca José Vasconcelos!

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