Javier Flores
Por segunda ocasión un grupo de intelectuales hace público un pronunciamiento que tiene entre sus ejes la defensa del Instituto Federal Electoral (IFE). La primera vez fue en la víspera de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) declarara válidas las elecciones presidenciales del 2 de julio de 2006. Fue publicado en un contexto de movilizaciones de protesta y un gran malestar de la sociedad que observaba fallas graves en la imparcialidad e independencia de ese instituto. En el documento, firmado por 135 escritores, artistas y científicos, se afirmaba que no existían elementos para sostener que se había producido un fraude. Este pronunciamiento se convirtió en una pieza de importancia, pues en el análisis de las elecciones presidenciales aparecía como un dato que una parte de la inteligencia del país respaldaba la actuación del IFE y, en consecuencia, reconocía a Felipe Calderón Hinojosa como presidente de México.
A poco más de un año de distancia, el mismo grupo de intelectuales (no me refiero a todos, sino a un núcleo principal) hace un nuevo pronunciamiento. Esta vez el contexto es la discusión que se da en el Poder Legislativo sobre una reforma electoral que prevé, además de cambios importantes en las funciones del IFE, la remoción de los consejeros electorales. Dentro de un análisis, que en mi opinión está plenamente justificado, sobre el papel de los intelectuales en el proceso de legitimación de Calderón Hinojosa, puede observarse una gran diferencia entre los dos comunicados. Ahora llaman más la atención las ausencias. No me refiero solamente a un cambio en el número de firmantes –ahora son sólo 45–, sino más bien a un aspecto cualitativo. Todos los científicos de las áreas exactas y naturales que firmaron el primer desplegado ya no están. Algunos escritores y artistas de peso abandonaron al grupo. Dos tercios de los abajo firmantes se ausentaron y en su lugar se incorporó a periodistas ligados abiertamente con las televisoras.
¿Cómo explicar estos cambios? Bueno, además de que se les pudo haber perdido la agenda, o que los tiempos no permitieron dirigirse a todos, o que estaban fuera del país, puede plantearse como una hipótesis que las políticas del gobierno de Calderón, en las áreas educativa, cultural, social y científico-técnica, que son los espacios en los que los intelectuales realizan sus tareas, dejan muy poco lugar para que los intelectuales sigan apoyándolo a él o a las instituciones que “tanto han costado a los mexicanos”. Desde este punto de vista el segundo comunicado expresaría ese rechazo y es, en síntesis, un total fracaso.
Para colmo, el segundo mensaje de los intelectuales coincide con la batalla que libran las televisoras y las estaciones de radio en contra de las reformas electorales y de la remoción de los consejeros del IFE, que, de aprobarse, acabarían con sus privilegios multimillonarios. Es una casualidad, quizá, pero la composición actual de los abajo firmantes muestra una combinación entre la defensa genuina de la autonomía del instituto con la de los intereses de las televisoras. Así de simple.
Por último, quiero referirme a un punto que ha sido llevado y traído hasta la fecha por algunos de los intelectuales que firman esos desplegados. Algo así como: “Quienes afirman que hubo fraude no han podido demostrarlo”. No voy a invocar el cúmulo de irregularidades que hubo alrededor de las elecciones, algunas de las cuales fueron reconocidas incluso por el TEPJF, que en mi opinión, ocupan el lugar de presunción de un fraude, pero que en efecto, no son una demostración. Ante unos resultados que generan dudas tan importantes que ponen en riesgo la legitimidad de un gobierno es necesario recurrir a las fuentes primarias, eso lo sabe cualquier investigador. El tema no es trivial, ni vamos a tratar de engañarnos unos a otros. ¿Cómo se demuestra un fraude? Pues acudiendo a los datos primarios: los votos.
¿Por qué no se ha podido demostrar fehacientemente que hubo un fraude? Porque hay proyectos que cuentan con cuantiosos recursos que van en el sentido contrario e impiden hacer esa investigación. Se niega a la sociedad el acceso a los votos. Pero el tema está vivo, pues la Suprema Corte de Justicia de la Nación decidió atraer el recurso de amparo interpuesto por la revista Proceso, respaldada por otros intelectuales que aprecian el pensamiento crítico. Pero, independientemente del resultado que tenga este recurso, no podemos hacernos tontos y reclamar una demostración que no vaya a las fuentes primarias.
Y habría que recordar, como olvidarlo, que ante las irregularidades no quisieron volver a contar los votos.
Los consejeros del IFE deben irse ya. Ese instituto no necesita cambios escalonados a partir de 2010. No hace falta experiencia… se requiere honradez.
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