J. Kalvellido y Michel Balivo
(Cuando las ideas se van de vacaciones)
A veces mi imaginación se pone perezosa, las ideas se ausentan, se van da vacaciones. Entonces una querida amiga fricciona apasionadamente mi corteza cerebral con la esperanza de producir una chispa que incendie mi única neurona creativa en funciones. En alguna que otra de esas ocasiones tiene éxito y entonces sucede que veo lo habitual de nuevos modos.
Veo lo conocido como por primera vez dirían algunos, veo lo desconocido como si ya lo hubiera vivido en otra oportunidad. Una de esas veces caí en cuenta de que nos habíamos quedado pegados con la imagen y función inicial del cine, cuando íbamos a aquellos edificios ostentosos obligatoriamente vestidos de traje y corbata o no nos dejaban entrar.
Era como los bailes una distracción colectiva para los fines de semana que luego de repente, de un día para otro dejaron de serlo. Ya no tenías que ir a la mesa familiar a invitar a alguien a bailar arriesgándote a obtener su visto bueno o quedar en ridículo ante las miradas de todos. Ya podías ir al baile o al cine con los amigos y amigas sin molestas miradas adultas que resintieran el no haberlo podido vivir.
Mi neurona alborotada me hizo ver que el cine había seguido evolucionando y era mucho más que aquella imagen inicial con que había quedado grabado en la hemeroteca generacional. Podría decirse que asistíamos a la maravilla de ver nuestras imágenes y procesos mentales, nuestra memoria e imaginación por primera vez fuera de nuestros ojos.
Pero era mucho más aún lo que estaba en juego, porque no solo veíamos nuestro paisaje interno proyectado en una pantalla sino que un chorro de luz según la velocidad a que proyectara las imágenes o fotos estáticas pegadas linealmente unas tras otras, se convertía para nosotros en pleno movimiento evidenciando la ilusión de nuestros sentidos al respecto.
Se apagaban las luces y si el film era dinámico y tenía suficiente encaje con nuestra intimidad anímica en un instante nos olvidábamos de nosotros mismos, ya habíamos perdido la sensación de seres racionales separados pendientes de nuestro entorno para encontrarnos inmersos en el apasionante drama. Saliendo luego fuertemente impactados por las emociones experimentadas vívidamente y arrastrar esa atmósfera por un tiempo considerable.
Allí ya quedaba en evidencia aunque desapercibido en sus posibles alcances y consecuencias el poder de ese medio audiovisual para impactarnos, alterarnos, influenciarnos profunda y sostenidamente. Pero ya un siglo antes un señor llamado Freud paseaba por las instituciones de insania mental de su época.
Que eran algo así como los lugares donde se guardaban las manzanas diferentes con las que no se sabía que hacer para que no afectaran a todas las demás. El creyó advertir en las conductas de esas manzanas ciertos mecanismos sicológicos pero no encontró literatura con la cual pudiera dar forma a esas sensaciones.
Tuvo que navegar a contracorriente 2 o 3000 años en el océano del tiempo para recurrir a los griegos y romanos, 5 o 6000 luego para abrevar de las fuentes indias y egipcias de mítico pensamiento hasta encontrar formas suficientemente amplias y flexibles para albergar aquello que creía estar viendo, reconociendo pese a no poder verlo.
Los llamó traumas o complejos síquicos narcisistas, de Edipo, Electra, Tánatos, etc. Y pese a que tuvo que luchar mucho para que sus colegas admitieran tal posibilidad como algo más que supersticiones no demostrables científicamente, afectó fuertemente las ideologías predominantes de su época y con el tiempo también las legislaciones.
Hizo que algo desapercibido en la mirada ingenua de su época identificada con el paisaje heredado, se volviera sobre las motivaciones íntimas y consecuencias de muchas conductas incuestionadas y consideradas hasta entonces normales, preguntándose cual era su origen y su validez. En cierto modo podríamos entonces considerarlo un antepasado o antecedente del cine, pues apuntaba ya en dirección a observar y dar formas, nombres, significados a los procesos subterráneos hasta entonces no tenidos en cuenta de nuestros guiones conductuales.
Luego aquella dirección desarrolló sus herramientas y aparatos para externalizarse y venir a hacerse visible y vivenciable en el mundo de los sentidos. Pero si de rescatar pensamiento antiguo, si de incluir sensaciones que habían quedado excluidas de la siquis epocal por supersticiosas se trataba, aquello no quedó allí.
Porque las puertas quedaron abiertas y por ellas entraron todas las viejas religiones y sus raíces o núcleos míticos que vinieron a visitarnos actualizándose, remozándose, vistiéndose con la imaginería y el lenguaje de la época.
De ese modo todo lo que el pensamiento racional, sígnico, abstracto, reflexivo creyó dejar atrás junto con las llamas de la inquisición se actualizaba y golpeaba nuevamente a las puertas de la conciencia, que en ese entonces, como en gran parte aún ahora, era considerada, si es que se la consideraba, como una resultante pasiva de su entorno.
Cuando decimos que las religiones de antaño vinieron a visitarnos, decimos que las fuerzas, dinamismos y presencias que la conciencia vistió en aquél entonces de dioses, se hicieron de un modo u otro nuevamente presentes y disponibles a la conciencia colectiva. Que lo que no por desapercibido dejaba de condicionar nuestra siquis y conductas volvía al escenario público.
Porque cuando uno considera, siente y cree a la Tierra como un misterioso y divino ser vivo que nos acoge en su seno, Demeter, Gaia o la Pacha Mama, está en el mundo de un modo muy diferente a cuando cree que es un mecanismo estúpido, insensible, inhóspito, en el que nosotros, la inteligencia, somos un accidente.
O un planeta prisión al que venimos castigados por no se que pecado de un tal Adán que nos desterró del paraíso, poniéndonos por futuro el Juicio Final hacia el cual caminamos. Un lugar donde la vida solo es lucha en que el más fuerte o astuto se impone para fecundar hembras cuyas futuras crías puedan heredar sus genes, repitiendo ad eternum el guión no se sabe muy bien para qué.
Estas variadas concepciones que la humana conciencia ha parido y proyectado sobre la pantalla del mundo, elaborando las sensaciones globales de esa relación, podríamos entonces también considerarlos antecedentes del cine pero cual holografías cuatridimensionales y dodecafónicas, porque sobre todo las ha creído, vivido y actuado. Evidenciando así las funciones sicológicas que luego se externalizarían haciendo posibles los diferentes medios audiovisuales y sus efectos.
Por si todavía no ha quedado en claro de lo que hablamos quiero contarles sobre una ocasión cuando vivía en lugares apartados de las ciudades en la frontera entre Brasil y Venezuela. Donde no disponía de luz eléctrica ni de agua corriente y el vecino más cercano estaba a kilómetros. Allí no había un sistema social que se impusiera ni nada hecho que comprar.
Por ello en lugar de sentirse presionado a encajar en formas heredadas, hechas, se experimentaba una fuerza íntima que te impulsaba a vaciarte, volcarte en tu entorno. Allí volví a sentir la fuerza de los vientos y tormentas acercarse, venírseme encima desde muchos kilómetros antes sobresaltándome. Sentí densas presencias cuasi tangibles en la oscuridad.
Pero también pude verme proyectando sobre cuatro palos enterrados para delinear la posible vivienda, una vida, un futuro completo. Y tras unos años, un día me encontré mirando sorprendido el paisaje que tanto me había atraído. Luego reconocí que la sorpresa consistía en que lo estaba percibiendo sin la carga anímica y las expectativas que sobre él proyectaba.
Aquello me generó en ese entonces gran extrañeza, confusión, desorientación, incertidumbre. Porque resultaba que las referencias de vida de que creía disponer no estaban para nada en el paisaje y sí totalmente en mi conciencia, en mi paisaje interno. Pero con el tiempo y los paisajes que se iban desgastando y sustituyendo unos a otros comprendí que en ese fenómeno de proyección reconocido en la experiencia, estaba la posibilidad de superar lo que a veces me hacía creer unido y otras separado de mi paisaje generando intentos, conductas en consecuencia.
Creando sueños y paisajes futuros que me traerían la felicidad o la imposibilidad de lograrlo me ocasionaría sufrimiento, con sus consiguientes e infaltables enemigos que me lo dificultaban y amigos que me apoyaban y ayudaban. Estos son los antecedentes cinematográficos que reconozco en la vida de hoy.
Hoy creo que lo que hemos aprendido de ese fenómeno sicológico-audiovisual ha convertido al mundo en un gigantesco cinematógrafo o reality show. Los medios de comunicación están en capacidad de producir imágenes que impacten la siquis, sus hábitos, creencias ingenuas, produciendo efectos programados anticipadamente.
Por tanto, toda humana producción aunque no lo notemos tiene muy poco de ingenua, pues está pensada, premeditada para reproducir efectos específicos. Cuando vemos un noticiero, entrevista, novela, comercial, estamos presenciando guiones y argumentos producidos en laboratorio para propiciar y defender ciertas opiniones, intenciones, intereses.
Pero lo mismo sucede cuando asistimos a un discurso o manifestación, porque el cine comienza en nuestra mente, en los paisajes y expectativas que proyectamos sobre el mundo desapercibidamente. Así por ejemplo se nos culpa preventivamente de lo que otras intenciones están haciendo, para escamotear y hacer pasar desapercibido su accionar y anticipar acusaciones. El que acusa primero acusa mejor y tiene más probabilidades de ser creído o al menos genera la duda paralizante.
Un precedente claro es el de los estudiantes que salieron a defender a RCTV, el canal al que el estado representando a su pueblo, dueño del espectro de ondas electromagnéticas decidió no renovarle su concesión. Entonces comenzó la representación de un libreto, gingle, slogan publicitario elaborado para vender su producto en el mercado de consumo, como un disco o una novela más.
Que quedó en plena evidencia cuando luego de protestar por la falta de libertad de expresión fueron invitados inesperadamente a exponer sus argumentos y debatirlos en la Asamblea Legislativa, máximo órgano del Poder Popular constituido, a ejercer plenamente sus derechos participativos y protagónicos democráticos. Entonces tras ejecutar paso por paso el guión elaborado por una empresa de publicidad, se retiraron abandonándolo por olvido.
Haciéndose así del conocimiento de todos, desvirtuando la farsa y sus efectos. Lo cual activó un debate verdadero entre los mismos estudiantes que hasta entonces no habían tenido o encontrado un espacio de participación y aporte.
Otro ejemplo es aquello del maletín con 800.000 dólares. Esta semana en Venezuela aparecieron documentos donde ya se trata de cuando menos 6 maletines, más de 5 millones de dólares provistos por empresas y bancos nacionales e internacionales para una conspiración en toda la regla. Allí se programa como infiltrar las instituciones bolivarianas y hacerlas aparecer ineficientes y corruptas.
Aparecen los representantes con nombres y números de cédulas y las cantidades que se asignan para cada tarea. El objetivo es hacer fracasar la reforma constitucional y los consejos comunales que se propone ahora incluir cual Poder Popular, sexto poder en la constitución. Si no hay nada que denunciar pues se lo inventa y se manifiesta en las calles con la presencia siempre programada de los medios de comunicación prestos a divulgar la farsa.
¿Quién dice la verdad? Eso no es lo importante sino quien dispone de la mayor cantidad de medios de comunicación y machaca todo el día para desinformar impidiendo que cualquier nueva dirección o interés gane terreno. Porque a fin de cuentas nadie se entera de lo que no se informa, lo que no se publicita no se vende. Es de ese modo como se nos mantiene sumidos en la incertidumbre, desorientados y en consecuencia incapaces de iniciativa, paralizados.
A fin de cuentas no es diferente a lo que se hizo con el alcohol y el cigarrillo. Nadie lo inventó, ya estaba allí sucediendo, solo se lo utilizó convenientemente para que redituara a ciertos intereses. Igual sucede hoy con las drogas, prostitución, delincuencia, terrorismo. Con toda actividad humana ingenua, se la intenciona y tecnifica, se la perfecciona y direcciona desde intereses predominantes, desde el poder operante.
Esto sucede en todos los ámbitos, la salud, la educación, la industrialización. Y gracias a ello es que los países del tercer mundo pueden aspirar a recibir transferencias de tecnología y recorrer el camino de la industrialización en tiempo presente, evitando en lo posible los errores de aprendizaje que el primer mundo arrastra cual inercia de los hábitos adquiridos en tal desarrollo gradual o histórico generacional.
No sabemos en todo caso si la conciencia colectiva, los pueblos pueden adaptarse a un cambio veloz de sus hábitos y creencias, a que ritmo pueden asimilar toda esa nueva información y convertirla en un ejercicio eficiente. Lo que si comienza a quedar en claro es que estamos a las puertas de la cinematografía mundial del siglo XXI.
Ahora los pueblos empiezan a comprender que el acelerado ritmo de cambio por acumulación y aceleración de experiencia y conocimiento histórico social, produce desorden interno creciente en el modelo organizativo social, en la película proyectada, por lo cual se abre la posibilidad de caer en cuenta o ver ese modelo que hasta entonces resultó tácito, hipnótico.
Por tanto la constitución y sus leyes no son sino el guión y argumento del futuro que nos elegimos dar, que pintamos y escribimos para darnos dirección de lo que hemos de construir conjuntamente. Y que por ende podemos cambiar cuantas veces la experiencia nos muestre necesario sin pedir permiso a nadie más que a nuestra necesidad y decisión.
Ese es el motivo y la función de reformar nuestra constitución para darle una dirección de igualdad, fraternidad, libertad y justicia a nuestro ejercicio socioeconómico democrático y participativo. Así que desde ahora todos somos directores, productores y protagonistas de nuestras proyecciones y únicos responsables de que sean buenas, mediocres o sumamente aburridas.
Así pues sabiéndolo o no, dioses intemporales, líderes históricos o simples mortales sin pena ni gloria mediante, pareciera que es parte de nuestras capacidades la de hacernos películas que proyectamos sobre el escenario natural intentando darle valores, significados, sentidos, direcciones conductuales que allanen nuestro deambular al garete en el océano del tiempo.
Lo interesante está en saberlo y hacerlo conciente, intencionalmente. Reconociendo que no estamos entrampados ni impotentes cual pasivas y sufridas víctimas en coyunturas temporales heredadas, esclavos de mecánicos cursos de acontecimientos. Sino que siempre hemos sido creadores de películas y/o paisajes que cambian los cursos agotados de acción.
Nos dijeron que la historia se había muerto, que los ideales humanos no tenían cabida en el mundo de la economía, que el modelo final ya estaba presente. Lo mismo creíamos y esperábamos en Venezuela desde que comenzaron los cambios, que en algún momento volveríamos a “la normalidad”.
Pero nunca sucedió. Y eso es justamente la revolución. Somos y estamos viviendo la revolución, nos estamos revolucionando. Somos la meca del cine del siglo XXI, escritores, directores, productores y actores de los nuevos guiones y argumentos escenográficos por representar y vivir. Poetas que aman la realidad que construyen, que traen a ser. Porque haciéndolo nos vamos liberando del determinismo de los guiones heredados.
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