Por presiones internacionales, China aboga por la reconciliación y la estabilidad
Reuters, Afp y Dpa
Las protestas en Myanmar continúan, pero los inconformes son sometidos a golpes por el ejército Reuters
Un joven manifestante lesionado Ap
Rangún, 29 de septiembre. El ejército de Myanmar atajó la posibilidad de que protagonistas de la revuelta azafrán expresaran hoy personalmente sus reclamos ante el enviado especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ibrahim Gambari.
Unas 40 personas que se concentraron frente a un hotel de Rangún donde el diplomático tenía previsto alojarse a partir de este sábado, fueron detenidos con violencia, según informaron testigos, y luego fueron transportados en camiones hacia sitios desconocidos.
Gambari, de cualquier manera no iba a tener la oportunidad de reunirse con los disidentes civiles ni con los mojes que han encabezado las protestas en el mes reciente, puesto que de inmediato las autoridades de Myanmar trasladaron al funcionario a Naypyidaw (que significa la casa de los dioses), la ciudad capital que desde hace dos años construye la junta militar a 400 kilómetros al norte de Rangún, la principal ciudad de este país del sureste asiático.
El enviado de la ONU tiene previsto reunirse con miembros del gobierno, presos políticos y con la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, con quien se ha entrevistado en visitas anteriores, a pesar de que lleva cuatro años en arresto domiciliario.
Al amanecer, las calles de Rangún estaban copadas por el ejército, que cuenta con 375 mil efectivos, en un país con 56 millones de habitantes.
Pese a las restricciones a la circulación, al menos dos grupos de manifestantes lograron concentrarse en sitios públicos. Uno fue el conjunto de opositores frente al hotel de Rangún y otro pudo reunirse sobre un paso a desnivel, desde donde expresó consignas. Esta última protesta fue acallada por soldados, que dispersaron a la gente a golpes, según testigos.
Durante el día no hubo reportes de disparos por parte de los militares, pero fue evidente que el gobierno logró un mayor control de la información sobre las movilizaciones populares, luego de impedir el viernes la difusión por vía Internet y telefonía celular. La junta cerró además los accesos a los monasterios y templos budistas.
En el plano diplomático, mientras tanto, China pareció hoy reaccionar a las presiones internacionales –incluido el gobierno de Estados Unidos–, que han solicitado a Pekín utilizar su influencia para que los militares de la antigua Birmania resuelvan pacíficamente las demandas de los opositores.
Según un comunicado oficial, el primer ministro Wen Jiabao dijo en una conversación telefónica a su par británico, Gordon Brown, que “China desea que todas las partes se contengan y adopten métodos pacíficos, que la situación vuelva a la estabilidad lo antes posible, que la reconciliación nacional progrese y que se lleven adelante la democracia y el desarrollo”.
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