lunes, 30 de abril de 2007
José Manzaneda - Cubainformación.- En Cuba hay dos tipos de elecciones: cada dos años y medio se eligen a los delegados y delegadas a las asambleas municipales, y cada cinco hay tanto elecciones provinciales como generales, es decir, de diputados y diputadas de la Asamblea Nacional.
El voto en Cuba es universal, secreto y –a diferencia de numerosos países de América Latina- voluntario, no obligatorio. La edad mínima de voto es de 16 años. Todos los electores y electoras tienen el derecho a ser elegidos como delegados, si han cumplido los 16 años, y como diputados a la Asamblea Nacional si han cumplido 18.
En Cuba las personas candidatas no son propuestas por estructuras de partido, sino por asambleas en el vecindario. Es cierto que en Cuba existe un Partido único, el Partido Comunista de Cuba, por decisión del pueblo cubano en referéndum al aprobar la Constitución de 1976. Pero el partido no interviene en el proceso electoral ni propone candidaturas. De hecho, existen delegados y diputados que son militantes del Partido y otros que no lo son.
Los candidatos a delegados a las asambleas municipales son propuestos en reuniones de electores en cada barrio o circunscripción electoral. Cualquier persona puede proponerse a sí misma o proponer candidatos. Deberá explicar en la asamblea los méritos y cualidades de la persona propuesta, y una votación a mano alzada del vecindario reunido decidirá por mayoría las candidaturas finales.
Cuando se afirma que cualquier persona puede presentarse a las elecciones cubanas, están incluidas aquellas calificadas como “disidentes” en los grandes medios de comunicación internacional. Hasta la fecha, en las contadas ocasiones en que han participado en el proceso, jamás han conseguido el más mínimo porcentaje de apoyo de sus vecinos.
Para garantizar la más estricta igualdad de oportunidades para las diferentes candidaturas, está prohibida cualquier tipo de propaganda para favorecer a un candidato. Las comisiones electorales colocan una fotografía y la biografía de los candidatos propuestos en lugares de afluencia de la población, siendo la única información pública dirigida al electorado.
El voto es absolutamente secreto. Los lugares de votación no están vigilados por ninguna fuerza de orden público, y las urnas son custodiadas por escolares de enseñanza primaria. El escrutinio se realiza de forma pública, y puede ser observado por cualquier persona cubana o extranjera.
Ningún diputado o delegado electo, de cualquier nivel, recibe salario o dieta por su condición de representante público. Como norma no son políticos profesionales, aunque quienes deben dedicarse a tiempo completo a la actividad pública pueden ser liberados de su trabajo habitual recibiendo el mismo salario anterior.
En cada circunscripción electoral –correspondiente básicamente a un barrio- se elige a un delegado o delegada, que conformará junto al resto de delegados las asambleas municipales. Esta persona es un vecino más del barrio, que no cobra salario por este trabajo, pero que debe dedicar un enorme esfuerzo y sacrificio al trabajo en la comunidad. Estos delegados deben rendir cuenta a sus electores dos veces al año, en asambleas de la comunidad, donde se plantean todo tipo de aportaciones y críticas. La experiencia de los delegados y delegadas de circunscripción, prácticamente única en el mundo, es uno de los grandes factores de la participación democrática y uno de los pilares del sistema de democracia socialista de Cuba.
Sería bueno que algunas de estas formas democráticas de elección se hubieran implementado en nuestra reforma electoral.
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