lunes, octubre 08, 2007

El robo de la elección presidencial en México

Manifestación de apoyo al «Presidente Legítimo» de México Andrés Manuel López Obrador.
(foto: Ma Guoqiang - XINHUA)
Opinión
Proyecto Censurado 2008 (18)
Por: Chuck Collins y Joshua Holland (AlterNet) - Revolution Newspaper Collective (Revolution)
Fecha publicación: 08/10/2007

Traducción: Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)

La evidencia abrumadora revela un fraude masivo en la elección presidencial mexicana 2006 entre el 'presidente electo' Felipe Calderón, del partido conservador PAN, y Andrés Manuel López Obrador, del más liberal PRD. En una elección atravesada por los 'errores aritméticos', un recuento parcial destapó la evidencia del abundante relleno de balotas robadas para favorecer la victoria del Pan, mientras los intereses de EEUU vigilaban perceptiblemente el resultado de la elección de México.

Aunque ninguno de los dos candidatos tenía opción alguna para cooperar con la agenda de EEUU, las diferencias más importantes entre ambos candidatos se relacionaron con la política energética, principalmente respecto a la privatización extranjera de las reservas mexicanas de petróleo y gas. Pese a que el sector de energía de México ya está penetrado profundamente por el capital de EEUU, el gobierno mexicano posee y controla la industria del petróleo, con restricciones muy severas para cualquier inversión extranjera.

Petróleos Mexicanos (Pemex), la quinta compañía petrolera más grande del mundo, exporta 80% por ciento de su producción a EEUU. El 60% por ciento de sus réditos (30 mil millones de dólares por año) van actualmente al gobierno mexicano, en cuya contabilidad significan más de 40% de los ingresos anuales del Estado.

Calderón promete una explotación más cuidadosa y más ágil del petróleo, demandando que México quite las barreras a la inversión privada extranjera (que actualmente se encuentran escritas en la constitución mexicana). Obrador, por su parte, insistió en mantener la propiedad y el control nacional del sector energético para construir estabilidad económica y social en México.

En junio de 2005, México firmó un acuerdo llamado Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de Norteamérica (ASPAN) con Canadá y EEUU El punto fue que este acuerdo estaría atado a quienquiera que resultara elegido presidente de México en las siguientes elecciones y el ASPAN incluye una garantía para satisfacer las necesidades energéticas del mercado de EEUU, así como el acuerdo de forjar 'una teoría común de seguridad', permitiendo que las medidas del ministerio de Seguridad de la Patria de EEUU sean puestas en ejecución en México.

Cinco meses más adelante, en noviembre de 2005, hubo una 'audición' celebrada por los candidatos presidenciales mexicanos antes los miembros de la Cámara de Comercio de EEUU en Ciudad de México. A todos los candidatos les preguntaron si abrirían al sector de energía de México a la explotación de EEUU, especialmente la compañía petrolera nacionalizada, PEMEX.

Felipe Calderón recibió un resonante aplauso cuando contestó que él estaba a favor de la inversión privada en Pemex y de debilitar los sindicatos. También recibió aplausos cuando indicó que apoyaba el programa del trabajador huésped de George Bush y convino en que la frontera necesita ser asegurada o militarizada. Obrador dijo que él no permitiría la inversión de capitales de riesgo en PEMEX, pero añadió que otros sectores serían abiertos a la inversión.

Calderón ganó la audición. A Obrador lo dejaron “bajo estudio”. El ex embajador de EEUU en México Jeffrey Davidow le dijo a Obrador: 'Si usted gana la elección, nosotros le apoyaremos'. Pero cuando Obrador parecía ser el puntero en la carrera por la elección, el PAN se alió con fuerzas EEUU para lanzar una campaña febril contra el candidato del PRD.

Aunque las leyes de EEUU prohíben ejercer influencia previenen influencia en las elecciones de otros países, la campaña anti-Obrador que se ventiló en la TV mexicana fue diseñada por firmas de y financiado ilegalmente por los consejos de grandes negocios que incluyeron a transnacionales como Wal-Mart y Halliburton. En EEUU contrataron a los publicistas electorales Rob Allyn y Dick Morris, quienes diseñaron la campaña en que los medios fomentaron el miedo por Obrador, presentándolo como una amenaza socialista peligrosa a México por sus lazos con Chávez y Castro.

El saliente presidente Vicente Fox violó la ley electoral haciendo docenas de discursos anti-Obrador durante la campaña, a la vez que el partido PAN saturó ilegalmente las ondas radiales con ataques contra Obrador de estilo rápido, subliminales. Bajo la ley mexicana, la interferencia predominante de un partido es un crimen serio y argumento suficiente para anular una elección.

Mientras la campaña de Obrador y centenares de observadores independientes de la elección documentaron varios cientos de casos de fraude electoral para reclamar un recuento, la mayoría de las estaciones mexicanas de TV no pudieron divulgar las irregularidades que emergieron en la elección. Días después de la elección, el diario The New York Times declaró irresponsablemente ganador a Calderón y Bush en persona lo llamó para felicitarlo por su 'triunfo,' aunque todavía no se había declarado a ningún vencedor bajo la ley mexicana. Lograron su efecto las campañas mediáticas ilegales combinadas con el fraude a gran escala.

Las fuerzas dominantes en EEUU tuvieron así una fuerte presencia tras bambalinas la elección mexicana de 2006. Por consiguiente, Washington tiene futuro para trabajar con Calderón, que promete un control y una cooperación (represiva) más estrecha en todas las materias de interés para EEUU, en un plan acelerado para poner México más directamente bajo el dominio de Washington.

México se ha negado así a la elección democrática de un presidente que pudo haber contribuido a que América Latina se levante contra las agresivas políticas neoliberales de EEUU.

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