Iván Restrepo
Con beneplácito, por ser muestra de que las autoridades al fin cumplirían con su deber, se recibieron a principios de año las promesas oficiales para evitar la desaparición de unas de las áreas naturales más importantes del mundo: la de Cuatro Ciénegas, en Coahuila.
Tal como en La Jornada se ha informado en diversas ocasiones, dicha región fue declarada Área Natural Protegida por la biodiversidad que alberga, única en el planeta. No obstante, ha sufrido en los últimos años la explotación irracional del agua que le da vida por parte de ganaderos vinculados con el Grupo lechero Lala, la cadena de tiendas Soriana y agricultores locales. Los daños a esa joya de la naturaleza despertaron la protesta nacional e internacional. En pleno desierto, donde el agua es el recurso que más debe cuidarse, ciertos funcionarios alentaban la siembra de extensas áreas con alfalfa para alimentar vacas lecheras. Los intereses privados sobre los de la nación.
Sin embargo, la presión ciudadana obligó al gobierno federal y al Congreso de la Unión a anunciar un plan para poner orden en Cuatro Ciénegas, comenzando por decretar una veda en la explotación del agua, usarla racionalmente y ampliar el área protegida, así como programas para diversificar la economía local a fin de elevar la calidad de vida de los pobladores y convertirlos en los mejores aliados de la conservación. También se decidió separar del cargo a la responsable del área natural, Susana Moncada, herencia del más rancio sistema de hacer y beneficiarse de la política implantado por el PRI, y cuyos intereses personales y del grupo que representaba iban en sentido contrario a los del cuidado del ambiente.
Para realizar los programas en Cuatro Ciénegas el Congreso de la Unión asignó en febrero pasado 340 millones de pesos del presupuesto federal. Un monto importante, pues la ciencia y la ecología no son prioridades. Mas nadie sabe dónde se encuentran esos recursos. Por eso no ha sido posible iniciar, por ejemplo, la modernización del sistema de riego, entre otras medidas para utilizar mejor el agua, extender la cantidad y calidad de los humedales y alentar el ecoturismo, entre otras actividades amigables con el ambiente a fin de diversificar la economía local.
Y no solamente el dinero no aparece, sino que los científicos detectaron recientemente que el manto freático, ya en niveles críticos, no se recuperó el último año pese a las lluvias que cayeron sobre la región. Esto puede deberse a que las autoridades siguen permitiendo que se extraiga cada vez a mayor profundidad más liquido del que se recarga en forma natural. La extracción se realiza a través de los pozos antiguos y los construidos recientemente. Tampoco regularon el turismo, que ha convertido en basurero las pocas áreas con agua superficial de la reserva: allí reposan desde pañales hasta la muestra más completa de desechos de plástico, aluminio y vidrio. Quien quiera documentar el fracaso de la educación ambiental tiene suficiente material si visita esa región.
Mientras sigue perdido el dinero asignado y las autoridades responsables de cuidar un sitio clave para conocer el origen de la vida en el planeta (destacadamente el agua) brillan por su ausencia, conocemos cada vez más en la prensa escrita y la radio dónde se encuentra parte del dinero publico manejado el sexenio anterior. Muchos creímos que el primer gobierno del cambio, el de principios morales acendrados, había estado en manos de dos personas incultas, borrachas de poder. Hoy, por las recientes revelaciones de algunos medios, nos damos cuenta de que resultaron ser ladrones vulgares, disfrazados de gente decente, arropados por la clase política, las familias que controlan la riqueza nacional y la jerarquía de una Iglesia empecinada en recuperar los privilegios que tuvo en el siglo XIX. Una pareja que, además, entregó bienes y dineros de la nación a instituciones de dicha Iglesia, quizá con la intención de alcanzar el perdón celestial por tanto latrocinio cometido a nombre de los pobres que dijeron proteger y ayudar.
Pero hablábamos de Cuatro Ciénegas. Que aparezca el dinero para salvarla y las autoridades cumplan su deber.
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