Historia de quiebras privadas y rescates públicos, considera Mario Di Costanzo
Juan Antonio Zúñiga
Quebrada en el sector privado y rescatada por el público, Aeroméxico ha transitado en los pasados 14 años entre fraudes administrativos, deudas bancarias, capitalizaciones y saneamientos públicos que, junto al de Mexicana de Aviación, implicaron 515 millones de dólares.
Por la venta de la participación del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), Nacional Financiera y la Secretaría de Hacienda, estas instancias del gobierno federal recibirán 257 millones de dólares, prácticamente la mitad de lo que costó sanear y devolver al sector privado a las dos principales compañías aéreas del país, afirmó Mario Di Costanzo, secretario de la Hacienda Pública del equipo de Andrés Manuel López Obrador.
Esta historia podría iniciar en abril de 1998, Pero el desenlace actual dio inicio propiamente en 1993 cuando Aeroméxico adquirió, directa e indirectamente, 55 por ciento de las acciones de la Compañía Mexicana de Aviación, y el entonces presidente de su consejo de administración, Gerardo de Prevoisin Legorreta, asumió el mismo cargo en las dos compañías. Este fue el origen de Cintra.
En septiembre de 1994, el consejo de administración ambas líneas aéreas descubrió que unos 50 millones de dólares de sus activos financieros habían sido dados en garantía a favor de terceras personas. Gerardo de Prevoisin Legorreta huyó al extranjero y desde su exilio reconoció haber entregado 8 millones de dólares del grupo Cintra a la campaña presidencial de Ernesto Zedillo Ponce de León, rememora Di Costanzo. El 12 de septiembre pasado, de Prevoisin Legorreta fue encontrado culpable del delito de “administración fraudulenta”.
Entre tanto, en 1995, “las instituciones financieras mexicanas acreedoras de Aeroméxico, convirtieron el 100 por ciento de su deuda por el 90.8 por ciento del capital social” de la aerolínea, según los documentos oficiales de la compañía.
En marzo de 1996 se procedió de una manera similar con la deuda de Mexicana, y las participaciones de la banca, que de acreedora se convirtió en accionista de ambas empresas, fueron depositadas en un Fideicomiso de Acciones.
Pero los bancos también quebraron y tuvieron que se rescatados por el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa).
La situación se complicó aun más, cuando el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), que sustituyó al Fobaproa, tuvo que rescatar la deuda de estos bancos que participaban en el capital y consejo de administración de ambas aerolíneas y posteriormente de Cintra.
En febrero de 2001 se inició el intento por vender por separado las acciones de las dos líneas aéreas, pero fue hasta el 7 de febrero de 2005 en que tuvieron condiciones para la venta de los títulos de ambas aerolíneas, “a través de dos licitaciones públicas”. El 6 de julio de 2005 se dieron a conocer sendas convocatorias para este fin.
El 29 de noviembre de ese mismo año se acepta vender Mexicana al Grupo Posadas, por 165.5 millones de dólares. Por el lado de Aeroméxico, el consejo de Cintra rechazó las propuestas económicas presentadas por los participantes en la licitación.
Casi 2 años después, el 22 de agosto de 2007, la familia Saba presentó una oferta pública de adquisición para hacerse de las acciones de Aeroméxico a través de la bolsa. Ayer el IPAB dio por ganadora la propuesta de 14 empresarios respaldados por Banamex, por un monto de 249.1 millones de dólares mediante oferta pública de compra, “que no fue licitación ni subasta”, como establece el artículo 64 de la Ley del IPAB, consideró Di Costanzo.
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