Tabasco: Prevenir
por Fausto Fernández Ponte
Por la falta de una cultura de prevención los fenómenos naturales se convierten en desastres, mal llamados "naturales" pues obedecen a razones sociales como la desigualdad, la injusticia y la iniquidad en el ejercicio del poder, formal o fáctico.
A Gustavo Iruegas.
Por su aguda lucidez intelectual y política.
I
Podríase decir sin hipérbole que, en lo general, en México se carece de una cultura política de la prevención de enfermedades o los daños económicos y sociales del comportamiento de la naturaleza.
A esos efectos solemos identificarlos inapropiadamente como desastres naturales, cuando en realidad son desastres sociales, causados por fenómenos incontrolados de la conducta humana.
Los meteoros, sismos, erupciones volcánicas, inundaciones, deslaves, tsunamis, etcétera, son fenómenos naturales. Pero sus efectos --desastrosos, eso sí-- tienen otro origen, el de la pobreza.
Y la pobreza --cualesquiera que sean sus definiciones-- es muestra contundente de la desigualdad, la injusticia y la iniquidad en el ejercicio del poder, fuere éste formal o fáctico.
La naturaleza actúa predeciblemente y, ese conocimiento que la Humanidad tiene de esos comportamientos son, hoy, un acervo experiencial --histórico-- que en países como México es desusado.
II
O, en el mejor de los casos, ese acervo es usado constreñidamente, sin conexión con el andamiaje filosófico, político y práctico del poder formal y de la propia sociedad civil.
En Tabasco exhíbese un diorama, a nuestro ver, elocuentísimo, de la inexistencia de una cultura de la prevención y su progenitora, la previsión. También en Campeche y Chiapas.
Y, antes, en este mismo año y más lejos en el pretérito memoriado, en Veracruz, Puebla, Oaxaca, Guerrero. Michoacán, Jalisco, Colima y, en esa vena, en todo el territorio nacional.
Hay quienes --en el poder formal y ciertas vertientes de la opinión pública-- registran y definen la tragedia en la mina de Pasta de Conchos, Coahuila, como un "desastre natural".
Pero ese terrible drama minero, sábese, es una consecuencia --preciso antójase señalarlo-- de conductas socialmente irresponsables de los dueños de la mina, que rayan y lindan en lo criminógeno.
III
Pero adviértese que no se tiene conciencia política y social de la carencia de una cultura de la previsión y, ergo, de la prevención de los "desastres naturales".
Hágase la atinente salvedad de que entenderíase por prevención el diseño recursivo y preciso de una política de Estado, ejercida sistémicamente con enfoques y propósitos previsorios institucionales.
Mas no sólo eso. Entenderíase por una política de Estado la prevención de secuelas de comportamientos de la naturaleza con un objetivo estratégico de imbuir en la psique colectiva las premisas de prevenir.
Ello implicaría insertar en los programas educativos --de por sí muy deficientes y en no pocas instancias totalmente idiotas-- las premisas mayores y silogismos de la prevención.
También implicaría comprender la previsión y la prevención de los efectos del comportamiento de la naturaleza, como un asunto de verdadera seguridad nacional y de insoslayable importancia estratégica.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Desusado: que no se usa.
Importancia estratégica: entendida aquí esa noción como una prioridad política altísima en tanto incide, como factor y como vector, en las estrategias de seguridad nacional.
Poder fáctico: megaempresarios, la Iglesia Católica, los medios de difusión, ciertos ex presidentes de la República, grandes corporaciones trasnacionales, etcétera, algunos de ellos con influencia en los instrumentos de control social.
Seguridad nacional: concepto utilizado en este texto como la seguridad integral, física, psicológica, cultural y patrimonial de los habitantes del territorio y con el fin de prever y prevenir una crisis social, como obviamente se ha dado ya en Tabasco.
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