Luis Javier Garrido
La crisis que se ha abierto entre el gobierno de España y los de varios países de América Latina, que desde Argentina hasta Nicaragua se están oponiendo al papel que habían venido teniendo las trasnacionales españolas, toca a México, donde la corrupción de la “clase política” nacional ha entregado a éstas sectores estratégicos de nuestro país.
1. El incidente diplomático suscitado por una intervención torpe y arrogante del presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, durante la sesión de clausura de la 17 Cumbre Iberoamericana que se efectuó en Santiago de Chile (10 de noviembre), agravado por la intemperancia del monarca hispano Juan Carlos de Borbón y Borbón, quien pretendió callar encolerizado a Hugo Chávez (presidente constitucional de Venezuela), durante varios días ha sido utilizado por la derecha trasnacional contra el mandatario venezolano, pero muy pronto se ha tornado en contra de los intereses hegemónicos de España y está constituyendo un momento de inflexión de las relaciones de los países de América Latina con España.
2. Los hechos que se sucedieron en unos cuantos minutos dejaron de ser una serie de errores diplomáticos de Juan Carlos y de Zapatero para configurar un momento histórico de las relaciones entre España y sus antiguas colonias, que los actuales gobernantes hispanos no pueden entender que ya no lo son. En un artículo inusitado, Fidel Castro advierte a Chávez sobre los riesgos que corre y señala que el sábado 10 de noviembre de 2007 pasará a la historia de América Latina como “el día de la verdad”, pues culminó un diálogo que parecía irreal entre los jefes de Estado y de gobierno de España y de “países saqueados durante siglos por el coloniaje y el imperialismo” (La Jornada, 14/11/07) y los acontecimientos que se han sucedido lo han confirmado.
3. La majadería de Juan Carlos, que no pudo soportar el discurso del presidente argentino Kirshner del viernes 9 ni las palabras del nicaragüense Daniel Ortega, que lo hicieron ese sábado levantarse airado de su sitio, se ha revertido con enorme rapidez contra la pretensión de España de consolidar sus intereses hegemónicos en Latinoamérica, pues ha abierto una discusión sobre el carácter “iberoamericano” de esos encuentros –ideados para propiciar y legitimar la penetración del capital trasnacional–, poniendo en la mesa de discusiones el papel depredador que tienen las trasnacionales de origen hispano en nuestros países y la corrupción de muchos gobernantes latinoamericanos al autorizar su penetración en sectores estratégicos, marcando en suma el momento de un desencuentro histórico entre España y América Latina, además de que ha abierto, de paso, una nueva discusión sobre el futuro de la monarquía en España.
4. Las reuniones llamadas “Cumbres Iberoamericanas” fueron ideadas en los días de la Trilateral, a principios de los noventa, y con la bendición de Ronald Reagan, para que España fungiese como perro guardián de los intereses económicos del capital trasnacional europeo –y de los intereses de Washington–, aprovechando la imagen “del rey” en América Latina, papel que cumplió gracias a esa noción inadmisible de “Iberoamérica”, revivida para permitir que la otrora metrópoli volviese a ser el poder hegemónico en sus antiguas colonias, lo que hoy es inadmisible.
5. España tiene una inversión que se estima en 129 mil millones de euros en nuestros países y desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari los empresarios-políticos y los políticos-empresarios se fueron enriqueciendo en múltiples componendas gracias a las privatizaciones, las cuales permitieron el saqueo del país y la entrega de sectores importantes de la banca, del sector eléctrico, de los medios y de la industria editorial a trasnacionales gachupas, de las que se volvieron socios: Repsol YP, Banco Santander, Grupo Prisa, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), lo mismo priístas que panistas: Fox a través de su prestanombres Carlos Mouriño se adueñó de importantes inversiones en Galicia (incluyendo el club de futbol Celta de Vigo) y Felipe Calderón y sus cuñados incómodos se vincularon al Grupo Prisa, del cual Salinas es socio.
6. Con Carlos Slim, asociado a Felipe González, sin dignidad alguna los partidos políticos se subordinaron de manera vergonzosa a los partidos europeos. Acción Nacional se tornó en una filial del Partido Popular español y el neofascista José María Aznar se asumió su ideólogo y vino ilegalmente en 2006 a apoyar a Calderón, mientras los sectores derechistas del PRD para no ser menos invitaron a Felipe González a su sexto congreso de Zacatecas, en 2001, a pesar de ser el creador de grupos paramilitares y de la corrupción que prevaleció en su gobierno.
7. ¿No acaso en la tragedia de Tabasco hay una corresponsabilidad de las trasnacionales españolas, que inconstitucionalmente están generando 31 por ciento de la electricidad de nuestro país gracias a su contubernio con el gobierno espurio de Calderón, como denunció hace dos días Andrés Manuel López Obrador?
8. La majadería de Juan Carlos, incapaz de desempeñar el papel diplomático que desde Washington se le ha asignado, y que está siendo justificada por la prensa derechista en España como cada vez que éste incurre en uno de sus traspiés (aduciendo en esta ocasión que se hallaba en copas, deprimido por la separación de una de las infantas), hace inocultable para amplios sectores de españoles que la monarquía parlamentaria es una forma de gobierno anacrónica que le fue impuesta a España por voluntad de Francisco Franco, y que su país debe tener un gobierno republicano. Hace un año, cuando Juan Carlos hizo una seña obscena a un grupo de manifestantes del País Vasco y a principios de éste, en que presentó una demanda contra una revista por informar que sus ayudantes habían tenido que emborrachar a un oso, llamado Mitrofan, para que lo pudiera matar durante una cacería en agosto de 2006 en la región de Vologda (Rusia), se planteó la necesidad de terminar con la monarquía, pero nunca con la vehemencia de ahora.
9. El borbón hispano, descendiente directo de Luis XIV de Francia y uno de los hombres más ricos de España, ya que es accionista de muchas de estas empresas, fue a Santiago a tratar de legitimar el saqueo de las trasnacionales europeas en América Latina y lo único que logró fue, además de hundir en mayor descrédito a la monarquía, poner en riesgo los intereses de esas corporaciones que controlan sectores estratégicos del continente y cuyos directivos se hallan estupefactos ante la estupidez de su monarca, pues se ha iniciado un debate mucho más abierto.
10. El episodio de Santiago no es “un desencuentro”, como pretende la prensa española, que busca minimizar lo acontecido, sino un punto de partida para una nueva relación de los pueblos de América Latina con España, que debe partir de otra concepción: un verdadero parteaguas, gracias a Su Majestad.
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