Los delitos de Fox
"El de las ideas cortas y la lengua larga"
josé gil olmos
México, D.F., 31 de octubre (apro).- Vicente Fox, autodenominado el “presidente del cambio”, ahora se ha convertido en el exmandatario con mayores demandas judiciales en su contra.Como ningún otro exmandatario, el panista de Guanajuato tiene tras de sí una serie de denuncias ante las autoridades judiciales y administrativas que ya lo marcan como un personaje non grato para la ciudadanía que, en otro momento, le otorgó un bono de credibilidad que él mismo echó a perder de manera increíble. En la Cámara de Diputados se ha integrado una comisión especial para indagar los presuntos actos ilegales en que pudo haber incurrido el guanajuatense y que son el origen de su súbita riqueza. Hacia la opinión pública no se explica cómo pasó de ser un empresario fracasado, con deudas bancarias y en bancarrota, a un hombre rico, con haciendas prósperas y negocios familiares en plena bonanza, si no es a partir de su gestión como jefe del Ejecutivo los últimos seis años.Contrario al código moral que desde su gestación ha blandido el blanquiazul, Fox tiene tras de sí la sospecha del tráfico de influencias y el desvío de recursos públicos con los cuales habría relanzado los negocios agrícolas de la familia, e iniciado nuevas empresas como el cultivo del agave azul, para la producción de tequila de primera calidad.Las imágenes de riqueza de su rancho en San Cristóbal, Guanajuato, así como las imágenes de prosperidad de las empresas de sus hermanos que, en un pasado reciente, eran de fracaso absoluto, llamaron de inmediato la atención de la opinión pública, que presionó a los partidos políticos para demandar la investigación del origen de los recursos que reactivaron la economía de la familia Fox.Lino Korrodi, quien fuera el responsable financiero de la campaña Amigos de Fox, reconoció públicamente el cambio sustancial de la economía familiar de Vicente Fox, e incluso recuerda que en el 2000 se tuvieron que desviar recursos de dicha agrupación para mitigar las necesidades empresariales de los Fox.Hoy que el expresidente sale en las primeras planas de los diarios y revistas, así como en la pantalla de televisión, luciendo la impunidad que le da el fuero de exmandatario, se hace evidente que la cultura de la corrupción no distingue partidos sino que forma parte, precisamente, de la cultura política nacional.Pero Fox no sólo habrá de responder ante la opinión publica o, como dicen eufemísticamente los panistas, ante la historia, sino que podría ser llevado a los tribunales, pues tiene tras de sí una denuncia múltiple presentada recientemente por los partidos Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática.Resulta que durante la administración de Fox se realizaron presuntos fraudes en cinco grandes proyectos como Enciclomedia, la megabiblioteca Vasconcelos, la construcción de la terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y la venta de los ingenios azucareros. De acuerdo con la propia información oficial, las irregularidades son graves y existe una responsabilidad directa de Fox en tanto que era el jefe del Ejecutivo federal.Conforme han pasado los meses, han empezado a salir más irregularidades en otras dependencias como Pemex y Aduanas, así como contratos en la construcción de vivienda y recursos entregados al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). En todos y cada uno de ellos salen a relucir los nombres de Marta Sahagún y sus hijos, los ya famosos hermanos Bibriesca. Esta familia se hizo rica al amparo del poder presidencial, y en ello existe una responsabilidad directa de Fox. La omisión es tan grave como participar directamente en un delito.El daño provocado por Fox es doblemente grave. Por haber permitido todas estas irregularidades y por afectar la credibilidad en las instituciones gubernamentales, luego de que el PRI ya lo había hecho en 72 años de gobierno.Esos son los delitos de Fox, y Felipe Calderón tiene el reto de actuar por primera vez en contra de un expresidente, si es que quiere recuperar la credibilidad echada al bote de la basura por su propio compañero de partido.
josé gil olmos
México, D.F., 31 de octubre (apro).- Vicente Fox, autodenominado el “presidente del cambio”, ahora se ha convertido en el exmandatario con mayores demandas judiciales en su contra.Como ningún otro exmandatario, el panista de Guanajuato tiene tras de sí una serie de denuncias ante las autoridades judiciales y administrativas que ya lo marcan como un personaje non grato para la ciudadanía que, en otro momento, le otorgó un bono de credibilidad que él mismo echó a perder de manera increíble. En la Cámara de Diputados se ha integrado una comisión especial para indagar los presuntos actos ilegales en que pudo haber incurrido el guanajuatense y que son el origen de su súbita riqueza. Hacia la opinión pública no se explica cómo pasó de ser un empresario fracasado, con deudas bancarias y en bancarrota, a un hombre rico, con haciendas prósperas y negocios familiares en plena bonanza, si no es a partir de su gestión como jefe del Ejecutivo los últimos seis años.Contrario al código moral que desde su gestación ha blandido el blanquiazul, Fox tiene tras de sí la sospecha del tráfico de influencias y el desvío de recursos públicos con los cuales habría relanzado los negocios agrícolas de la familia, e iniciado nuevas empresas como el cultivo del agave azul, para la producción de tequila de primera calidad.Las imágenes de riqueza de su rancho en San Cristóbal, Guanajuato, así como las imágenes de prosperidad de las empresas de sus hermanos que, en un pasado reciente, eran de fracaso absoluto, llamaron de inmediato la atención de la opinión pública, que presionó a los partidos políticos para demandar la investigación del origen de los recursos que reactivaron la economía de la familia Fox.Lino Korrodi, quien fuera el responsable financiero de la campaña Amigos de Fox, reconoció públicamente el cambio sustancial de la economía familiar de Vicente Fox, e incluso recuerda que en el 2000 se tuvieron que desviar recursos de dicha agrupación para mitigar las necesidades empresariales de los Fox.Hoy que el expresidente sale en las primeras planas de los diarios y revistas, así como en la pantalla de televisión, luciendo la impunidad que le da el fuero de exmandatario, se hace evidente que la cultura de la corrupción no distingue partidos sino que forma parte, precisamente, de la cultura política nacional.Pero Fox no sólo habrá de responder ante la opinión publica o, como dicen eufemísticamente los panistas, ante la historia, sino que podría ser llevado a los tribunales, pues tiene tras de sí una denuncia múltiple presentada recientemente por los partidos Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática.Resulta que durante la administración de Fox se realizaron presuntos fraudes en cinco grandes proyectos como Enciclomedia, la megabiblioteca Vasconcelos, la construcción de la terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y la venta de los ingenios azucareros. De acuerdo con la propia información oficial, las irregularidades son graves y existe una responsabilidad directa de Fox en tanto que era el jefe del Ejecutivo federal.Conforme han pasado los meses, han empezado a salir más irregularidades en otras dependencias como Pemex y Aduanas, así como contratos en la construcción de vivienda y recursos entregados al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). En todos y cada uno de ellos salen a relucir los nombres de Marta Sahagún y sus hijos, los ya famosos hermanos Bibriesca. Esta familia se hizo rica al amparo del poder presidencial, y en ello existe una responsabilidad directa de Fox. La omisión es tan grave como participar directamente en un delito.El daño provocado por Fox es doblemente grave. Por haber permitido todas estas irregularidades y por afectar la credibilidad en las instituciones gubernamentales, luego de que el PRI ya lo había hecho en 72 años de gobierno.Esos son los delitos de Fox, y Felipe Calderón tiene el reto de actuar por primera vez en contra de un expresidente, si es que quiere recuperar la credibilidad echada al bote de la basura por su propio compañero de partido.
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