sábado, noviembre 10, 2007

Textos centenarios de resistencia Canaria

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Estos eran momentos en que el Pueblo Canario perdía miles de sus hijos en la guerra de Cuba... Miles de jóvenes fueron forzados por la monarquía imperialista española a participar en una guerra de rapiña; en un matadero que no tenía nada que ver con nosotros.

Textos centenarios

escritos por mujeres en la prensa obrera de canarias contra la guerra

La Guerra

El Rebelde, nº 10, 29/1/1903 Las Palmas de Gran Canaria (Milagro Rodríguez)

¡Oh, fatídica palabra! Tú tienes por norma la muerte y la desolación, por ti lloran muchas madres, has derramado tanta sangre como agua tiene el mar. Eres el asesinato, el robo el incendio, la violación, en una palabra, la destrucción.

Para ti nada hay respetable, ni la tierna criatura ni la débil mujer. En torno a tí no se ve otra cosa que sangre, miembros mutilados, ayes de agonía; tu nombre es pronunciado con horror, y todo para encumbrar y enriquecer a los parásitos.

Pero desaparecerás guerra maldita.

Cuando las madres se capaciten de lo que eres y que fin es el tuyo; te negarán sus hijos y no tendrás víctimas que inmolar, tu fatal nombre no será más que un tenebroso recuerdo.

Yo te maldigo y maldigo a todos los que te promueven, y para vengarme te negaré mis hijos y aconsejaré a las demás madres imiten mi conducta.

Juramento a la bandera

Rebelde Nº2 18/4/ 1903 Las Palmas de Gran Canarias (Mariana Benítez)

He visto con los ojos arrasados de la grimas, que aun me queman las pupilas, que el Diario de Las Palmas, el día 14 del corriente, dice que "el solemne acto de jurar la bandera, inunda el patriótico amor de todos los corazones" ¡Cuanto engaño! ¿Que les parece a ustedes, mercaderes de oficio, que una madre a la cual le arrancan el hijo querido, del regazo materno, tenga el corazón, henchido de jubilo? ¡Ah! Como se conoce que no tienen hijos, y si los tienen, se comprende que pertenecen a una clase privilegiada y que por lo tanto, pueden pagar el tributo de sangre y así, sus hijos no servirán de carne de cañón.

Pero en cambio los de nosotros, los obreros, no ven eso que ustedes dicen, "que la bandera contiene entre sus pliegues el interés y el bien común", al contrario; nuestros hijos ven que por "esa bandera, insignia" de la que los hombres han dado en llamar "patria", los secuestran del hogar de sus familias, les inculcan un odioso código militar y aterrorizados con sus leyes se convierten en autónomos, en maquinas de matar; les vemos salir de nuestras casas, tan cariñosos, tan dignos productores, para sepultarlos luego en esos palacios feudales, de horca y cuchillo, denominados "cuarteles", donde el individuo pierde su independencia y donde el hombre que es honrados se corrompe de tal modo, que solo al mandato de sus jefes, es lo suficiente para empuñar el máuser y exterminar a sus hermanos y hasta sus propios padres, matando de ese modo a la verdadera patria, al hogar de la familia.

Decidme ¿Es esto santo, noble o humano? ¿NO? Entonces, si no tiene nada de aquello de lo que el Mártir de Golgota dijo que "al prójimo, como a ti mismo" ¿No comprenden que al propagar esas exterminadoras doctrinas que tanto perjuicio causan a la humanidad, les convierten en criminales destrozando de este modo los corazones de las madres proletarias con sus horribles propagandas? No saben que su responsabilidad ya que tienen conocimiento para ello, es decirles a nuestros hijos ¡levántate y lucha! como les digo a todas las madres del Universo cuando vienen a quitarnos nuestros hijos. ¡Abrazaos a ellos y defendámoles como la leona a sus cachorritos!

¿Que es las Guerras?

En Marcha, Nº 141, 12/5/1934 (María del Carmen García)

Aun que todavía soy una niña, pues apenas cuento trece años; me gusta leer los artículos de los periódicos obreros, que mi padre compra, y me he emocionado al ver cuadros horribles de la guerra.

La guerra no es otra cosa, que infinidad de brazos humanos arrancados de los hogares, donde queda la miseria, puesto que se llevan el sostén de niños y acianos, para ir a los campos de batalla a obtener una odiosa victoria sobre sus semejantes.

¿Victimas para ellos? No. Para los otros, los que medran en la guerra, los que hacen el negocios son ellos, los que llevan las cruces y las estrellas; para ellos es la victoria.

Pues lo único que saca de la guerra el pueblo trabajador, es una infinidad de cadáveres y heridos. La victoria es para los de arriba, que permanecen en sus casas. Mientras que los de abajo se matan entre ellos. Los de arriba; bien sentados, en hoteles y restaurantes de lujo (de orgía en orgía) esperan dicha victoria que les proporcionará, nuevos territorios y riquezas con que satisfacer su codicia.

¿Y quienes se aprovechan de la guerra? Pues los ricos, que además de no sufrir perdidas en herido y muertos, favorecen grandemente sus ambiciones. Mientras que los que luchan en los sangrientos campos de batalla, además de las pérdidas sufridas, quedan aún en mayor miseria que antes.

Si los que van a la guerra pensaran un poco, y se dieran cuanta de lo horrible que es, se revelerían contra ella.

Termino aconsejando a todos los obreros, que luchen, pero no en la guerra, para favorecer las ambiciones de otros, sino por la revolución, para lograr un mañana mejor.

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