lunes, diciembre 31, 2007

Cierra 2007 con raquítico crecimiento

Carlos Fernández-Vega

Gasolinazo, regalo de año nuevo

El inquilino de Los Pinos cuelga más piedras a cuellos mexicanos

Cierra este 2007, el primero de la “continuidad” y su fatuo lema “para que vivamos mejor” (Calderón dixit), con raquítico crecimiento económico, mínima generación de empleo, pérdida adicional de poder adquisitivo para la mayoría, canasta básica 35 por ciento más onerosa que a inicio de año, fortalecimiento de la concentración del ingreso y la riqueza, mayor presencia trasnacional en la toma de decisiones y aumento sostenido de la deuda social, entre otras gracias.

Ha repetido lo hecho y dicho a lo largo de 25 años por sus cuatro antecesores en la residencia oficial, y, al igual que entonces, el balance real desentona con el triunfalista discurso oficial, cuyo máximo exponente, el inquilino de Los Pinos, lejos de cumplir con el prometido “pago de la deuda social” ha colgado piedras adicionales al cuello de los mexicanos, no sin la ayuda del Congreso, y para el ingrato arranque de 2008 a los mexicanos ha regalado gasolinazo (cuya paternidad insiste en negar) y otros impuestos; inmovilidad gubernamental ante la apertura total del sector agropecuario; un misterioso decreto para “ajustar, modificar y restructurar las tarifas para suministro y venta de energía eléctrica” (léase incrementos para el consumo residencial), y, de la mano de patrones y “líderes obreros”, un generoso “aumento” al salario mínimo (dos pesos promedio diario), sin dejar a un lado la escalada de precios que todo ello involucra.

Lo bueno de todo esto es que el inquilino de Los Pinos resumió su programa de acción con la frase “para que vivamos mejor” (verbigracia el tortillazo de enero, 35 por ciento de aumento en los precios de la canasta básica y la primera escalada de precios tras la aprobación del gasolinazo; la segunda comienza a partir de mañana), aunque en los hechos 2007 fue un rosario de decisiones gubernamentales diametralmente contrarias a ese lema. Así, habría que preguntarse: ¿qué habría sido del bienestar de los mexicanos si el compromiso del michoacano hubiera sido “para que vivamos peor”?

Padre vergonzante de sus propias decisiones, el inquilino de Los Pinos reiteradamente ha negado su responsabilidad en el gasolinazo (aunque su firma esté estampada en la correspondiente iniciativa de decreto), cuyo efecto desde mañana abonará el camino inflacionario y el deterioro de los bolsillos de los mexicanos.

Y para no iniciar deprimido el nuevo año, retomemos lo que la Cámara de Diputados, por medio de su Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, resumió en su estudio El impacto en los hogares del país por la aplicación del impuesto local a las ventas finales a la gasolina y el diesel, que analiza el impacto económico y social del gravamen “especial” a los combustibles, que se aplicará a partir de mañana.

Precisa el citado estudio que el gasto promedio mensual de los hogares mexicanos para el consumo de gasolina y diesel está altamente concentrado en los más ricos del país. En promedio, el conjunto de los hogares erogó (2006) 7 mil 775 millones de pesos mensuales en dichos combustibles (más de 93 mil millones anuales). De este total, los hogares con ingresos más bajos gastaron en promedio 34 millones de pesos en gasolina y diesel, mientras los de ingresos más altos 3 mil 262 millones, una diferencia de 96 tantos.

Cada hogar del país gastó 293 pesos mensuales en gasolina y diesel en promedio. Por deciles de ingresos, los de menores percepciones erogaron 13 pesos mensuales, y mil 229 pesos los más ricos.

La participación de cada decil (10 por ciento de la población) muestra el alto nivel de concentración del gasto en gasolina y diesel por parte de los hogares con los ingresos más altos que representaron 42 por ciento del total, contra 0.44 por ciento en los de menores ingresos.

Como se observa, el ingreso monetario del país está altamente concentrado en los hogares con los ingresos más altos, y como consecuencia de esta conducta, el consumo de gasolina y diesel es realizado mayoritariamente por estos hogares. Esta correlación entre el ingreso monetario y el consumo de gasolina explica que el pago del impuesto a los dos combustibles tiene un carácter progresivo, es decir, recae en una mayor proporción en los hogares con los ingresos más altos del país.

Hasta allí, aparentemente el impuesto a los combustibles sería equilibrado y “justo”, porque lo paga quien más tiene. Sin embargo, los efectos colaterales de dicho gravamen ya no hacen justa ni progresiva su aplicación. En este sentido, el análisis de referencia señala que la participación del gasto en gasolina, diesel y transporte público en el ingreso monetario de los hogares del país modifica la primera percepción.

Con base en las estimaciones realizadas a partir de la Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares 2006, levantada por el INEGI, se observa que los hogares con los ingresos más bajos destinaron en promedio mensual 12.18 por ciento de su ingreso monetario para el consumo de gasolina, diesel y transporte público, mientras los de ingresos más altos canalizaron, también en promedio mensual, el 4.63 por ciento para el mismo fin.

Al analizar el impacto social que tendrá la aplicación de un impuesto “especial” a los combustibles se observa que el ingreso monetario de los hogares más pobres del país se vería afectado en mayor proporción que el ingreso monetario de los hogares más ricos del país, porque es de esperarse que esta contribución incremente el precio del transporte público, amén de la reacción en cadena en los precios (la segunda a partir de mañana; la primera se dio con la aprobación a mediados de septiembre pasado) de otros productos (principalmente los de la canasta básica) y servicios.

Las rebanadas del pastel

A pesar de todos los pesares, ¡salud! por el año que arranca, con un abrazo y los mejores deseos de México SA y su irresponsable.

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