María Teresa Jardí
A punto estamos de terminar un año terrible, en más de un sentido, para el mundo. Para los mexicanos, en todos sentidos plagado de nubes negras, el que viene será aún peor que el que termina como anuncia la crónica, tercas que son también las crónicas en sus malos augurios. Aunque también lo son en los buenos cuando estos no se entierran entre los escombros de lo que la humanidad ha permitido que se haga con ellos y, en particular, de lo que hemos elegido hacer los mexicanos con nuestro presente que anuncia el futuro aún más sombrío que recién mañana empieza.
Al Qaeda, el enemigo, más amigo del Imperio yanqui, se deslinda del brutal asesinato de la ex premier, mientras el obvio asesino, también amigo del asesino gobierno gringo, hace saber al mundo que el asesinato de Benazir Bhutto se debió a un golpe que se diera la ex primera ministra en la cabeza cuando un miembro de Al Qaeda atentó contra su propia vida, sin más motivo que generar el caos que suelen sufrir todos los países con gobiernos amigos del imperio que el terrorista Bush, por ahora, encabeza.
Perdida la vergüenza, es como lo de la Luna abriendo las compuertas de la presa que dejó sin nada a los habitantes pobres de Villahermosa, luego de constatar la Luna, inteligente que es ella, que no afectaría a los ricos con la inundación que a los pobres despojaba de todas sus pertenencias.
Pero, eso sí, agradecidos deben estar, los pobres, de que el gobernador y su mujer se hayan rebajado a compartir un bocado con ellos, en los albergues donde siguen confinados en espera de otra menos perversa clase de vida, aunque sea tan poco digna como la que antes también tenían. Sí, agradecidísimos, supongo que los impulsa a estar la telebasura. Lo siento, pero entre mis propósitos del año pasado, bastante bien cumplidos, estuvo el no ver las noticias digeridas por los noticieros de la televisión mexicana; muy agradecidos, les deben decir que debieran estar, por el detalle del gobernador tabasqueño, acompañado de su mujer, de ir a comer un bocado con ellos, antes de irse a celebrar al lado de los ricos en un inmueble no afectado por los caprichos de la Luna.
Crédulos que son los pobres de todo lo que les venden los ricos.
Convencida estoy de que en los grandes supermercados y también en los pequeños convertidos en plaga en México, hace tiempo que sólo nos venden productos transgénicos, además de la basura que ya no se consume en los países del primer mundo, donde los ciudadanos, menos idiotizados, incluso porque no sufren una SEP a modo de la Gordillo, lo exigen todo orgánico porque han entendido que enfermedades evitables, como la diabetes, la alta tensión e incluso el cáncer, tienen mucho que ver con la comida chatarra que la telebasura mexicana impulsa a que los televidentes compren y compren y coman y coman. Y, por eso, es aún más indignante el Teletón, por ejemplo, que sólo busca, además del negocio que para Televisa significa, lavar sus muchas culpas, porque también la telebasura es la que vende la pornografía que lleva a justificar hasta a los pederastas, incluso cardenales de la católica iglesia tan amiga, claro que con el argumento de que son los adolescentes de cinco años los que provocan a tan "ilustres eminencias". En los detalles está escrita la historia del mundo, y vaya que está contribuyendo el cardenal de Tenerife, quien, con sus insanas declaraciones, demuestra que no hay nada que celebrar tampoco en los países privilegiados que no sufren, al menos, usurpadores que buscan convertirse en dictadores.
Claro que no cualquier país tiene legisladores que legalicen la violación a las garantías individuales para convertir en fascista al Estado en el que ellos y sus hijos también habitan. O, quizá no, y ya sacaron a sus hijos de México en prevención de la represión que le van a hacer vivir al país, los perredistas incluidos, el año próximo, es decir, desde mañana, que empezarán por atacar con un ejército confesional, finalmente a modo también de la Escuela de los Asesinos, a los que tomen los puentes para evitar la canallada de Salinas y de sus sucesores:
descapitalizar al campo para que los empresarios gringos y canadienses nos vendan la comida que ya en sus países ni para el ganado les sirve.
No, nada que celebrar. El que empieza mañana será otro año perdido para los mexicanos que no formamos parte de las redes de corrupción e impunidad encabezadas por las mafias que se han apoderado, desde la llegada de los neoliberales tecnócratas, entreguistas y apátridas, del poder en México que, sin ser Norte, se ha negado a reconocerse como el Sur que es.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario