Ricardo Andrade Jardí
Este uno de enero, los mexicanos nos despertaremos en la bifurcación del camino: el de seguir la vía de la continuidad y del no me importa nada o el de asumir la responsabilidad histórica que cada ciudadano tiene con su país y con su momento.
El uno de enero, alrededor de 8 millones de familias campesinas se enfrentarán a la terrible realidad del "acuerdo" comercial entre nuestro país, Estados Unidos y Canadá; millones de campesinos serán despojados de la nada que les queda, por la negligencia criminal del prianismo y por la igualmente criminal pasividad de una sociedad que no logra salir de la enajenante fantasía de mierda que la telecracia le vomita cada instante.
No hay vuelta para atrás: los caminos son claros, aunque parezcan igual de inciertos, el maquillaje demagógico ya no es suficiente; el camino del "libre mercado" es y será la ruina de lo que alguna vez fue nuestro país; la apertura del capitulo agropecuario del TLCAN anuncia ya la destrucción de las formas ancestrales de vida de un campo que siempre ha sido abandonado por la ceguera política de los citadinos a asentamientos que se alimentan, precisamente, de ese campo. Pero la política de la desfachatez trasnacional abierta, impuesta, en realidad, en nuestro país, desde la usurpación electoral del 88, se ha dedicado, durante 20 años, a abandonar el campo, para llegar, justamente, al 1 de enero del 2008, a propiciar que los agricultores, gringos y canadienses, tecnológicamente más desarrollados y fundamentalmente bien subsidiados, introduzcan, con las ganancias para ellos, sus productos a nuestros mercados, para de forma desleal, aunque autorizada por los gobiernos prianistas hoy de la usurpación fecalista, dejen sin posibilidad de competencia a los agricultores mexicanos.
El TLCAN es un "acuerdo" comercial en beneficio de los grandes empresarios contra toda forma de subsistencia de mediana y pequeña empresa o de cooperativismo.
Hemos mal caminado estos 20 años, la voluntad popular ha sido sistemáticamente traicionada por "líderes" que no han podido o, peor aún, no han querido asumir como suya la demanda ciudadana que en algún momento les fuera depositada con la esperanza de un verdadero cambio.
Hemos llegado al bifurque del camino y un capitulo fundamental para el futuro del país, para las nuevas generaciones, se escribirá a partir de este uno de enero, cuando los citadinos habitantes de las polis, tendremos que elegir entre sumarnos, de todas las formas posibles, al movimiento de oposición al criminal Tratado de Libre Comercio, que ningún beneficio real ha tenido para el país y que ha hecho, de nuestra agraviada vida republicana, un refugio de impunidad para mediocres "políticos" corruptos y pederastas, o despertarnos, de la borrachera de año nuevo, para dejarnos llevar por la resaca de la continuidad, la mediocridad y la mentira dejando que nuestros iguales del campo se enfrenten solos a la trasnacional "Democracia Corporation S.A.", mientras nuestra pasividad ignorante nos permite seguir suponiendo que "vivir" del crédito es una forma de éxito, y nuestra "estabilidad", menos estable cada día, estabilidad de pantano en realidad, nos permita cerrar los ojos a la realidad de los otros, sin querer comprender que esa realidad, es también nuestra realidad, sin querer darnos cuenta de que los otros somos nosotros mismos.
Llegó la hora, no se puede seguir luchando por los que no quieren luchar... Resistir o callar son los caminos, cada uno tendrá que hacerse responsable de sus pasos.
¡Sin maíz no hay país y sin fríjol tampoco! ¡Pon a México en tu boca!
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