León García Soler
Estudiantes de la Normal de Ayotzinapa que demandan plazas, reprimidos brutalmente por policías federales en la autopista México-Acapulco, en el estado de Guerrero Foto: Pedro Pardo
Hace un año surgió tras banderas y apareció en escena Felipe de Jesús Calderón. A su lado, sonriente, ausente, Vicente Fox abrazaba la banda tricolor que debía llevar cruzada al pecho. Se la quitó de noche, en Los Pinos, en simulacro histriónico de transmisión del Poder Ejecutivo. Mientras el declarado electo protestaba cumplir y hacer cumplir la Constitución, el despistado se entretenía con la banda que finalmente fue a dar a manos del diputado panista que presidía la sesión de Congreso General. Entregó la banda el del Poder Legislativo. Y cumplió el que protestaba. Y se fueron a celebrar con la gente decente, lejos del Congreso de la Unión.
Hace un año. Hoy festejan en Palacio Nacional y llevan la cuenta de los miles de muertos en la guerra contra el crimen organizado. Hoy festeja Felipe de Jesús la sana cercanía con su partido: Manuel Espino se va, se despide, sostiene que pudo ser mejor la relación con quien hoy llama “mi Presidente”. O parecerlo, porque “en política, lo que parece, es”. Germán Martínez suple al de El Yunque y sigue la pauta del poblano Sánchez Taboada: “La cercanía da influencia”. La va a necesitar en el juego de birlibirloque de la pluralidad, ramas del mismo tronco buscan en el espejo el reflejo de influencias efectivas y poderes imaginarios en el valido de turno. Un año cumple hoy Juan Camilo Mouriño de ser el clon imaginario de José María Córdoba, asesor espejo de Carlos Salinas; con el tortuoso añadido de fingida xenofobia. Aunque Chauvin era francés y no español, como el consejero áulico del presidencialismo ilustrado, autor de la frase que inmortalizó a Antonio Ortiz Mena: “El desarrollo estabilizador”.
Hoy vivimos el estancamiento estable, en el pantano de la disciplina rentista de ranas que piden rey para exportar. Y ni quien se acuerde de Paco Gil, vicepresidente económico del desastre foxiano. La oligarquía satisfecha se queja de los sindicatos y se conduele de los pobres: asistencialismo en lugar de política social, dice desde las catacumbas Beatriz Paredes. Y el jueves, Felipe Calderón, en compañía del gobernador Ulises Ruiz (PRI), anunció en Santiago Yogana, Oaxaca –uno de los municipios más pobres de este país de paupérrimos pueblos rurales y de los injertados al tejido urbano–, que de nada sirve que se proclamen leyes muy resonantes acerca de los derechos de la gente, “si a final de cuentas la gente no tiene ni para vivir”. Sombras del voto particular de Ponciano Arriaga. En Morelos, tierra de Zapata, con el gobernador Marco Antonio Adame Castillo (PAN) a su lado, el presidente Calderón presentó su Programa Sectorial de Seguridad, Gobernabilidad y Política Exterior, en la inauguración del World Trade Center, en el mero Xochitepec. De chile, de sal y de manteca. Después de las elecciones volvió Calderón al solar nativo: en Michoacán gobierna Lázaro Cárdenas Batel y sigue Leonel Godoy, del PRD ambos.
(Breve paréntesis anecdótico para rememorar la persistencia de Ulises Ruiz en tormentoso. En vísperas de la visita presidencial se desplomó el helicóptero en que el gobernador volaba sobre la vieja Antequera. Y minutos después de la caída habló ante los medios con espeluznante serenidad; aquí nada ha pasado; un accidente y ni sombras de sospechas. Dirían los cronistas antañones que ni se despeinó. Malas noticias para quienes avivan conflictos, le soplan al fuego y no dejan de gritar: “¡Ulises se cayó!” No se cae el que no se monta, decían los de a caballo. Ulises no naufraga, pero el largo asedio ha hundido a la economía oaxaqueña. Tan pobre economía. Tan lastimera pugna intestina por el poder en la tierra de Juárez. Maestros y organizaciones “populares del pueblo” aparte, el pleito es entre los del tronco común del PRI, Diódoro Carrasco, José Murat, Heladio Ramírez). Lástima. Porque el combate sin tregua de nada sirve si a final de cuentas la gente no tiene ni para comer.
Menos todavía al abrirse la frontera a los granos, al maíz. Se vence el plazo y Cruz López, líder de la CNC, apenas se da cuenta y “reprueba” la política agropecuaria presidencial. Hoy tienen que aprobar las reformas electorales en el Congreso con el que tuvo Felipe Calderón el acierto de negociar acuerdos, sin excluir a las fracciones del PRD, pilladas por la legitimidad del mundo del revés, obligadas a colgarse del pecho la efigie milagrosa de Rayito. Pero navegan Carlos Navarrete y Javier González, inmersos con Arturo Núñez, con Manuel Camacho, con Ricardo Monreal; flotan con guajes junto a Leonel Cota y Jesús Ortega. Escuadra modelo de nuestro confuso pluralismo, de una política que ha hecho los más extraños compañeros de lecho y de travesía. Bitácora de memorias y desmemorias de Jorge Castañeda y Rubén Aguilar.
O aciertos dispersos del viejo centralismo vuelto al origen de fuerzas regionales, almácigo de liderazgos en potencia: carisma de Enrique Peña, con abundantes recursos y padrón de votantes del estado de México; carácter y convicción regionalista de Héctor Moreira en Coahuila y Eugenio Hernández en Tamaulipas; la sorpresiva habilidad de Jesús Aguilar para hacer alianzas electorales en Sinaloa; Miguel Ángel Osorio Chong y el suave manejo clientelar de la buena política hidalguense. Y el contrapunto de Eduardo Bours: “Ebrio de poder y bacanora”, decían de los viejos caciques de Sonora.
De todo hay. Centenares de aspirantes acudieron a la convocatoria para sustituir al primer triunvirato del IFE. Uno para presidente y dos consejeros. Los hay con buenas credenciales y potencial para desempeñar un cargo de funcionario al servicio del Estado; autónomo, pero ajeno a la obsesión que habla de ciudadanizar lo que nunca estuvo en manos de quienes no fueran ciudadanos; institución que suple a las dependencias del gobierno, pero una vez instaurada los integra al Estado. No tiene caso volver al debate bizantino del infantilismo democrático. Hay candidatos y hay que elegir los primeros tres.
Destacan Jorge Alcocer, Lorenzo Córdova y Carlos Pallán Figueroa. Virtudes y capacidades diversas. Experiencia y capacidad probada la de Alcocer; brillante el conocimiento y firme la capacidad de análisis del constitucionalista Córdova; formidables la vasta tarea docente y el desempeño académico y administrativo de Carlos Pallán. De la larga lista sobresalen Eduardo Huchim y María Marván, Benito Nacif. Y porque a sus 90 años de edad reivindica a lord Keynes, Rafael López, candidato confiado en que “a largo plazo todos estaremos muertos”.
Pero hemos tenido tiempo para ver cómo conmemora un gobernador de izquierda, Zeferino Torreblanca, del PRD, el trigésimo tercer aniversario de la muerte de Lucio Cabañas. En Guerrero, lo mismo en Chilpancingo que en las goteras de Acapulco, los policías apalean a los estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa.
Si quiere ver la imagen viva del orden plural y las semejanzas maravillosas entre la izquierda y la derecha cuando se encuentran en el centro, vea la primera plana de La Jornada de ayer sábado: la sucia bota de un pretoriano se asienta con despreciable dureza sobre el cuello de un joven paisano de Lucio Cabañas. Y todavía queda por resolver el asunto de la presa La Parota. Increíble desacuerdo por descuido o estulticia del gobierno del estado de Guerrero.
Ayer cumplió un año en el poder Felipe Calderón. Faltan cinco. Una eternidad o un suspiro.
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