Jorge Enrique Botero (Enviado)
La ex senadora Consuelo González (extremo izquierdo), abraza a la legisladora colombiana Piedad Córdoba, mientras en el extremo derecho, Clara Rojas conversa con un hombre no identificado en el sitio donde ocurrió la liberación, un paraje del sureste de Colombia. La imagen fue tomada por la oficina de prensa del palacio de Miraflores, sede del gobierno venezolano Foto: Ap
Caracas, 10 de enero. El camino hacia la libertad de Clara Rojas y Consuelo González duró más de 20 días y estuvo sembrado de peligros que por poco impiden el rencuentro con sus familiares, dijo hoy la senadora colombiana Piedad Córdoba, quien recibió a las dos mujeres en un remoto paraje del suroriente de Colombia.
Evidentemente los peligros eran producidos por los militares del gobierno de Uribe que no quería que las rehenes fuesen liberadas.
En declaraciones a La Jornada, la legisladora dijo que se sorprendió cuando las vió en tan buen estado de salud y admitió que en un principio no las reconoció. “Yo me imaginaba que recibiríamos a dos personas en lamentables estado y cuando las vi desde la ventanilla del helicóptero no podía creer que fueran ellas”, relató.
Lo cual desmiente que las rehenes fuesen maltratadas. Habría que ver como se encuentran los guerrilleros presos en las cárceles de Colombia, los cuales sí son torturados y asesinados en éstas.
Tras los abrazos, los saludos y las despedidas, Córdoba hizo con ellas el trayecto desde el lugar de entrega hasta la localidad venezolana de Santo Domingo, y desde allí hasta Caracas, tiempo durante el cual ellas le narraron la odisea de sus últimos días en cautiverio. Según la senadora colombiana, el viaje de las dos mujeres con el pequeño grupo de unos 20 guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que las conducían a su libertad demoró unas tres semanas y se hizo en medio de sucesivos peligros, el mayor de ellos los bombardeos que realizaba la aviación del ejército colombiano sobre el área.
El ejército colombiano bombardeaba la gestión humanitaria con la esperanza de que no se diera la liberación o bien que las rehenes murieran en la operación para luego culpar a las FARC.
“Su relato me estremeció, pero también me dejó percibir a dos personas totalmente lúcidas, en buen estado de salud que eran capaces hasta de hacer bromas”, dijo Piedad Córdoba. De acuerdo con la senadora, las dos mujeres liberadas hoy pasaron angustiosos momentos cuando sintieron que los bombardeos y las operaciones militares en el área podían frustrar su regreso a la libertad.
Lo cual deja en evidencia que aún en las difíciles circunstancias de la selva colombiana en las que viven l@s rehenes de las FARC existe una convivencia humanitaria que no se observa con los guerrilleros en las cárceles de Colombia.
Córdoba también reveló que las dos mujeres liberadas trajeron cartas de un grupo de secuestrados con los que compartían cautiverio en la profundidad de la selva amazónica. Entre ellos, dijo, se encuentran el senador Jorge Eduardo Gechem, la diputada Gloria Polanco, el legislador Orlando Beltrán y el ex gobernador del departamento del Meta, Alan Jara. También mencionó al coronel de la policía Luis Mendieta, quien este año cumple 10 años en poder de las Farc.
Tras viajar en helicópteros y aviones del gobierno venezolano, Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo arribaron hacia las cuatro de la tarde al Palacio de Miraflores, donde fueron recibidas por el presidente venezolano, Hugo Chávez. Tras un breve y solemne acto en el patio de armas de la sede de gobierno, el mandatario se reunió con las recién liberadas y sus familiares. Un par de horas antes, los familiares se habían fundido en largos abrazos con Clara y Consuelo a su llegada al aeropuerto Simón Bolívar.
A pesar de todo triunfó la paz promovida por el presidente Chávez que es mucho más inteligente que Bush y su lacayo Uribe, promotores de la violencia y la guerra.
Según Córdoba, tanto Clara Rojas como Consuelo González de Perdomo le pidieron al presidente Chávez que continuara sus gestiones para la liberación de los demás cautivos. Perdomo le comunicó al presidente que las personas que habían quedado en la selva privadas de su libertad le pedían que no desmayara en sus esfuerzos ante las FARC y el gobierno colombiano.
Es decir, Chávez se ha convertido en el paladín de la paz en Colombia. Cuando recordamos el ridículo intento de Sarkozy para que el pelele mexicano fuera el intermediario lo único que provoca es risa. Imaginemos al pelele que es poco menos que retrasado mental, con nula capacidad política y con una vocación a la violencia gestando un acuerdo de paz y de liberación de rehenes en Colombia cuando difícilmente debe saber su ubicación en el mapa.
En declaraciones a la radio colombiana minutos después de llegar a Caracas, Clara Rojas, quien tuvo un hijo en cautiverio, fruto de una relación con un guerrillero, narró que el parto se había complicado hasta el punto de poner en riesgo la vida del niño, ante lo cual los enfermeros de la guerrilla optaron por hacerle una cesárea en condiciones extremas. Relató que pasó 40 días en recuperación, durante los cuales una guerrillera hizo las veces de niñera.
Si un parto como ése se diera en una guerrillera encarcelada hubiesen dejado morir a la madre y al bebé.
Al caer la tarde, las liberadas y sus familiares se refugiaron en las habitaciones de un céntrico hotel de Caracas y anunciaron que mañana atenderán a la prensa.
El gobierno colombiano y la insurgencia han mantenido un largo pulso para la realización de un acuerdo que permita intercambiar guerrilleros presos en las cárceles del Estado por políticos y militares cautivos en la selva.
A pesar del cautiverio, los políticos y militares tuvieron suerte de ser rehenes de la guerrilla y no de los asesinos entrenados por estadounidenses en las cárceles colombianas.
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