Julio Hernández López
Felipe: yo tuve un sueño
Lo dicho: Creel reculó
Mouriño prepara el terreno
El gerente general de PeMéxico, Felipe Vendedor, dio ayer el banderazo de salida a la competencia entre particulares que permitirá recolectar fondos de inversión (denominables, en esos mercados, “caballos de Troya”) para tratar de salvar de la crisis (inducida) al agónico enfermo (intencional) denominado industria petrolera nacional. Reunido con ingenieros civiles en un congreso, El Vendedor más Grande de Pemex insistió en su tesis gancho de que México está encaminado a ser un ganador y que él, que antes luchaba en el ring de los discursos con la fallida máscara de “Presidente del empleo”, ahora buscará que su sexenio sea el de “la infraestructura”.
Por ello, dijo F.C., “necesitamos, obviamente, que haya mucho, mucho más inversión en exploración, en explotación y desarrollo de Pemex, para que, precisamente, ésta pueda ser una industria, como lo ha hecho hasta ahora, garantizar el desarrollo del país para las próximas décadas” (los tropiezos felipeños de sintaxis han sido tomados de la página oficial de Los Pinos). La voz de arranque para la campaña de apertura de la principal paraestatal del país a capitales privados, nativos y extranjeros, es la formalización de un exceso del banquero mexicano (fue director de Banobras) que ahora encabeza ventas patrias de garaje: “Yo recuerdo en alguna ocasión que tuve la oportunidad de estar en el Colegio de Ingenieros, antes de ser presidente, poco antes, les dije que éste será el sexenio de la infraestructura en el país. Y al salir, comentando con alguno de mis colaboradores, me dijo, bueno, ¿no se nos habrá pasado la mano con eso?, y digo, pues ya ni modo”.
Pues ya ni modo: Felipe ha tenido un sueño, en el que no van paisanos pobres a Palacio Nacional a depositar guajolotes para pagar indemnizaciones a compañías petroleras extranjeras expropiadas de infraestructura y control (como en 1938), sino que, en esta versión calderónica inversa, los inversionistas extranjeros son convocados a acudir a la prolongación inmobiliaria del poder mexicano, Los Pinos, a volver a hacerse de la infraestructura de la industria energética nacional como primer paso para retomar control y ganancias aunque, obviamente, en esta fase inicial de reconquista todos los involucrados se esfuercen en asegurar que el petróleo seguirá siendo mexicano. Por ello, por ese sueño de reprivatización forastera, el Presidente de la República de Los Pinos se ha lanzado a afinar y disciplinar a sus huestes, como sucedió ayer en San Miguel Regla, Hidalgo, al inaugurar una reunión clave con diputados federales panistas. Allí, Sanedrac Orazal convocó a hacer un diagnóstico sobre el petróleo mexicano. ¡Oh, ¿qué hacer con él?!, preguntan los vendedores cuando ya tienen las operaciones a punto de cierre. Que luego no digan los mexicanos que no se les preguntó sobre lo que ya estaba a punto de suceder.
Pues ya ni modo: el presunto converso Santiago Creel no quiso conversar, y sin hacer caso de su propio consejo de años atrás, en el sentido de que los políticos deben asumir su responsabilidad como “hombrecitos”, ha reculado sin decoro, marioneta indiscutida de Germán Martínez, el comisionado felipista para manejar el PAN, que ya había advertido antes que Creel no debatiría “cara a cara” con López Obrador. El mencionado Santiago dijo que él no abriría espacios mediáticos a nadie y, sin más, se rajó del baile al que él solito se había metido días atrás, cuando muy entrón había enfrentado el reto que a varios “candidatos a traidores a la patria” había lanzado el perredista tabasqueño (el carismático y avasallador líder de masas antes mencionado, es decir, Germán Martínez, se reunió además con senadores del partido blanco y azul para ponerlos a tono de la embestida privatizadora ya decidida por míster Calderón).
Otro integrante de Pet Shop Boys, el mexicanísimo secretario Mouriño, visitó ayer en sus aposentos oficiales a la muy izquierdista y revolucionaria diputada Zavaleta. Las versiones oficiales del encuentro dicen que hablaron de quién sabe qué rollos intrascendentes, pero lo cierto es que el virrey de México fue a San Lázaro a preparar la estrategia de presentación de la iniciativa de Los Pinos para abrir el camino a capitales privados en Pemex. Un tabasqueño mal pensado volvió a plantear su moralista preocupación de que el comisionista ejecutivo del negocio de Pemex ande queriendo agarrarle la pierna, en términos políticos, a los (y las, diría el nunca olvidado Chente Fox, que ahora amenaza a la Nación con “no hablar más” de política, ¡oh, no!) perredistas. En el caso de Ruth es posible que, siempre hablando metafóricamente, la toma hispana de la pierna vaya anatómicamente mucho más avanzada.
El mismo mariscal Mouriño, sabedor de que la guerra se avecina, ha tenido a bien disponer algunos novedosos cambios en su falange. El notario favorito de los Fox, Daniel Cabeza de Vaca, regresa a la misma subsecretaría que había ocupado con el enérgico y cumplidor Chago Creel. El lic. C. de V. también ha sido consejero jurídico de Los Pinos y procurador general de justicia. Otra gloria del foxismo, la secretaria taquimecanógrafa Ana Teresa Aranda, famosa por sus cuentos rurales infantiles (érase que se era una niña rica tan bondadosa que por juntarse con niños pobres luego salía empiojada), se encargará de la subsecretaría de población, migración y asuntos religiosos (la señora Aranda forma parte de los grupos conservadores más radicales). Puro peso pesado. Ningún cartucho quemado. Y, para añadir calidad: Cuauhtémoc Cardona Benavides, más o menos conocido en ciertos ámbitos de Baja California, donde llegó a ser subsecretario general de gobierno. Y la tapatía Irma Pía González Luna Corvera. Y la eminencia gris del secretario Mouriño, Alejandro Poiré. Y el ex delegado capitalino Arne aus den Ruthen Haag. ¿Pues ya ni modo?
Y, mientras el seudoconsejero presidente del IFE, Andrés Albo, se pregunta qué hacer con las boletas electorales de 2006, ¡hasta mañana, con el secretario del Trabajo poniendo cara provisional de entendimiento con los mineros de Napo!
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