Pedro Echeverría V.
1. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) está a punto de cumplir ochenta años de vida y dominación política en México. Aunque haya perdido la Presidencia de la República hace más de siete años, no ha dejado de ser el partido con más estados gobernados (18 PRI, 8 PAN y 6 PRD), con más presidencias municipales, regidores, segundo lugar en Senadores y tercer lugar entre diputados. El PRI cogobernó con el panista Fox y está gobernando con el panista Calderón. Se vislumbra que en las elecciones intermedias de 2009 y en las presidenciales de 2012 (si presenta un candidato adecuado) pueda recuperar la Presidencia. El PRI, por lo menos en los últimos 25 años del siglo pasado, fue sinónimo de corrupción institucionalizada y por ello (por hartazgo) fue electo Fox. ¿Por qué en el sexenio pasado y en el actual el PRI reconfirma electoralmente su poder (incluso se recupera) si fue símbolo de corrupción?
2. El hoy llamado PRI fue el único partido que heredó el gobierno y la fuerza de la revolución mexicana. Nació buscando combatir “los extremos”, es decir, al mismo tiempo que integró en su seno a caudillos, caciques, terratenientes y ricos, combatió a todos aquellos que con cualquier pretexto o demanda (sin reconocer la institución y el nuevo poder) se lanzaban a retar al gobierno o al nuevo partido. El PRI, producto de una revolución social burguesa, aunque declaró muchas veces que representaba a los campesinos, obreros y sectores populares que lucharon en la Revolución, y además los afilió, nunca dijo ser partido de una clase, sino de todas las clases, de aquellas que se disciplinaran a su autoridad. Así se unió a él la clase poderosa que carecía de educación política y que no veía los intereses de la clase rica en conjunto mirando solamente por sus intereses individuales. Los gobiernos del PRI educaron a terratenientes y empresarios.
3. El PRI, al monopolizar para sí la herencia de la Revolución de 1910/17 y al asumir una posición centrista que le permitía inclinarse algunas veces a la izquierda y otras a la derecha, diciendo muchas veces estar al servicio de los trabajadores y los pobres y, por otro lado, defendiendo los intereses del capital, las inversiones nacionales y extranjeras, apareció como el único partido que podría gobernar México. Esa posición centrista (inclinada mucho más a la derecha) impidió durante más de 50 años que crecieran otros partidos de diferente signo. La políticas de los gobiernos priístas, aunque muchas veces usó la represión brutal, nunca fueron esencialmente represivas, sino mediatizadotas y corruptoras. Varios cientos de altos personajes de la izquierda y la derecha (a través de las décadas) fueron absorbidos por el PRI y el gobierno e integrados al carro del poder. El “centrismo derechista” ha sido esencial al PRI para derrotar a “los extremos”.
4. En los años sesenta, cuando aún se transitaba por el llamado “milagro mexicano” , que le permitió a México vivir alto crecimiento (de poco más del seis por ciento en promedio), politólogos afamados del mundo, como Duverger, se preguntaban sorprendidos sobre las rápidas transformaciones económicas del país a pesar de una prolongada dictadura del PRI. Este partido que nació con otro nombre en 1929 (PNR), que se conoció a partir de 1938 como PRM y que desde 1946 se convirtió en PRI, vino gobernando desde su nacimiento casi como partido único. El PAN (el partido del clero y la derecha) que fue fundado en 1939, sólo comenzó a tener presencia 45 años después, a mediados de los ochenta, y la izquierda electoral sólo apareció después de su legalización en la reforma política de 1977. El PRI siempre dominó, además de la Presidencia, el 95 por ciento de los legisladores y de los presidentes municipales. ¿Cómo explicarlo?
5. El PRI se presentó siempre como un partido de clases, abierto a todos, sean empresarios, trabajadores, ricos o pobres. Fue siempre un partido pragmático sin principios ni ética. Por el contrario, los izquierdistas leales y consecuentes han sido siempre representantes de una clase social: la explotada y oprimida. Alrededor o junto a esa clase social construyen sus programas y estrategias de lucha. Lo mismo ha sucedido con la derecha del PAN, pues este partido, al ser fundado por empresarios, hacendados y clero, se comprometió con una solo clase social, la que integran los empresarios que explotan el trabajo humano, los dueños de grandes haciendas y el alto clero, aliado a las clases dominantes, para mantener al pueblo en condiciones de enajenación. A pesar de que muchos dirigentes de izquierda y de derecha se dejaron absorber por el PRI, los núcleos duros de ambas alas han sido fácilmente manipulados por el centrista PRI.
6. Lo que sucede hoy, tanto en el poder Ejecutivo como en el poder Legislativo, en cámara de senadores y en el congreso de diputados es más que evidente. El “centrista PRI”, jugando al “árbitro” y mirando desde lo alto, ve confrontarse al PAN y al PRD buscando que se desgasten para luego intervenir en apoyo de alguno, generalmente del PAN. Aunque en las decisiones fundamentales el PRI y el PAN se alían, en las menos importantes el PRI vota junto al PRD. Esa posición de “árbitro” del PRI sólo es posible por su “centrismo”; además que el PRI, en todas las negociaciones, su posición oscilante y sin principios, le permite llevar siempre el mayor peso. Por eso el PRD, aunque se esfuerce en demostrar que ganó una batalla legislativa, siempre pierde la guerra. Y las permanentes felicitaciones del presidente ilegítimo Calderón a la unidad de los legisladores, que incluso logran unanimidad, es una prueba de quién gana.
7. El centrismo del PRI caminó más a la derecha desde que se implantó en 1982 el neoliberalismo. En 1988 el presidente Salinas y la dirección del PAN (encabezada entonces por Álvarez, Cevallos y Castillo) negociaron el reconocimiento de Salinas a cambio del impulso al PAN y su fortalecimiento. Fue tan evidente y descarado el cambio del PRI hacia la derecha, que Salinas estuvo más cerca del PAN que del PRI. Éste continuó con su centrismo derechista permitiéndole estrechar alianzas con Fox y cogobernar con él desde 2003. Los golpes más duros de esa abierta alianza los asestaron contra la gran lucha de masas de más de siete meses en Oaxaca, que fue casi destruída con una gran represión, encarcelamientos y asesinatos, y el gran fraude en la elección presidencial contra López Obrador. El PRI y el PAN han firmado fuertes compromisos contra el pueblo, pero muchos dirigentes del PRD, por no verla, siguen colaborando.
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