Stella Calloni (Corresponsal)
Buenos Aires, 25 de marzo. Varios miles de residentes de los barrios más ricos de esta capital se volcaron esta noche en un cacerolazo –convocado desde hace días–, horas después de que la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, rechazó categórica el paro de los campesinos, que este martes cumplió 13 días, y advirtió que no se dejará “extorsionar” por lo que llamó “piquetes (protestas) de la abundancia”.
Unos cinco mil manifestantes se congregaron en la céntrica Plaza de Mayo y aunque se reportaron movimientos en el interior del país, en general no se sumaron a la movilización grandes sectores de la población, advirtiéndose una fuerte connotación clasista.
Al cierre de esta edición, movimientos sociales llamaban a sus bases a manifestarse en respaldo a la gobernante. Piqueteros de tierra y vivienda desalojaron a los caceroleros que estaban en Plaza de Mayo; aunque no se reportaron mayores incidentes y los opositores continuaban congregados en torno al Obelisco.
En todo caso esta noche prevalecía gran tensión ante posibles enfrentamientos. Incluso se recordó los tiempos de la revolución libertadora que derrocó al ex presidente Juan Domingo Perón, en 1955, por la composición de clases de este movimiento.
Encabezado por la ultraderechista Sociedad Rural Argentina, que estuvo detrás de todos los golpes de Estado en el país, el paro patronal del campo en rechazo a un impuesto establecido por el gobierno federal argentino se enmarca en un esquema golpista.
En esta trama las iglesias de los barrios altos cumplen un papel preponderante al alentar desde los púlpitos a golpear al gobierno; también están involucrados grupos de ex militares aliados a la pasada dictadura (1976-1983).
Durante un acto en la Casa Rosada, Fernández de Kirchner, declaró que los dirigentes rurales “amenazan no al gobierno, sino a la sociedad, con el desabastecimiento de comida”. Resaltó la violencia en los cortes de carretera de los productores del campo, algo que nunca se vio en los piquetes de los desocupados; comparó esta situación con el estallido social de 2001, y señaló que el campo fue “el sector de mayor rentabilidad” de entonces a la fecha.
Al responder a la Sociedad Rural, que hoy advirtió que continuará con el paro por tiempo indefinido “ante la falta de respuestas positivas del gobierno”, Fernández de Kirchner dijo que mientras éstos bloqueaban carreteras, tenían a su peones, la mayoría mal pagados y sin seguridad social, trabajando para que los productores pudieran seguir exportando.
“Hoy, afortunadamente, millones de argentinos han recuperado la dignidad del trabajo y curiosamente aparecen los piquetes, mucho más violentos y protagonizados por el sector de mayor rentabilidad de los últimos años”, dijo la presidenta.
“Alguien desprevenido diría que este es un sector que siempre fue muy rentable y tiene un gobierno malo. Es exactamente a la inversa. A comienzos de los 90, los productores del campo se debatían también entre el remate de sus campos y la falta de competitividad de la economía argentina. En 1991 con la convertibilidad, se eliminaron las retenciones, pero casi nos quedamos sin productores”, expuso.
Defendió la política para el agro, que se ha beneficiado con subsidios y ha tenido grandes ganacias en los últimos años, a partir de la administración de su esposo Néstor Kirchner.
“Hablar de la profunda transformación del país, y las imágenes que me tocó ver este fin de semana largo, ha sido emblemático para los argentinos, como si fuera un señal pegada a la memoria de una de las más grandes tragedias de Argentina” que fue la dictadura, sostuvo la mandataria.
Y recordó a los “miles de argentinos en piquetes bloqueando calles y carreteras porque les faltaba trabajo, y a los ahorristas de clase media, piquetes de la miseria. Nos tocó ver la contracara. Los piquetes de la abundancia, los sectores de mayor rentabilidad (...) No están decididos ni a cambiar ni a comprender a esos argentinos, que desesperados por la falta de trabajo se lanzaron a las calles”, y pedían que se les dieran palos “y se pusiera orden en Argentina”.
La reacción fue dura en los sectores que bloqueaban carreteras, donde se escucharon insultos a la presidenta cargados de machismo.
“El paro de los empresarios del campo plantea el principal desafío político del poder económico desde el lockout (cierre) que desembocó en el golpe de 1976”, señaló en su portada ayer Página 12, al advertir la gravedad de este movimiento con una fuerte carga política y el apoyo de todos los sectores de derecha.
Operación mediática
También es visible una operación mediática tratando de forzar la salida de la gente a las calles, pero es sólo en algunos barrios de alto poder adquisitivo. Fue visible que en el cacerolazo no había pobres y sí muchas jóvenes vestidas con las tradicionales faldas de los uniformes de escuelas católicas.
Por lo pronto, organizaciones del interior, como el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) y el que agrupa a los trabajadores pobres del campo, se separaron del paro agropecuario y de la protesta de esta noche.
Criticaron a las entidades agrarias que realizan el paro, así como las políticas oficiales que impulsaron la extensión del monocultivo sojero y la concentración de la propiedad rural.
Quedó claro esta noche que no se había logrado el objetivo en los barrios más modestos. Trabajadores de distintos sindicatos se aprestaban a responder en las próximas horas estas protestas, en medio de un ambiente cada vez más tenso.
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