Antonio Gershenson
Ya se ha dicho mucho sobre el paquete privatizador, y la discusión seguirá. Vamos a abordar algunos puntos importantes, tratando de incluir elementos nuevos.
Aguas profundas. En la campaña previa al envío de las iniciativas de cambios a la legislación petrolera, se insistió en el “tesoro” que nos está esperando en el fondo de las aguas profundas del Golfo de México. A lo que ya se ha dicho, agregamos que un reciente informe de una consultora del ramo se refiere a las aguas profundas del Golfo. Pero a las de la parte estadunidense, la que ya se ha perforado hasta el cansancio y de la que no nos puede platicar cuentos de fantasía.
Primero, los nuevos hallazgos en esa región durante 2007 fueron los más bajos de la última década. Es más, equivalen a menos de la mitad de los que se tuvieron en el año inmediato anterior. Segundo, la exploración en esa área se ha encarecido. El monto promedio de reservas de crudo por cada perforación exploratoria en 2007 fue de 60 por ciento del promedio de los últimos 10 años. Tercero, personas familiarizadas con la actividad petrolera en la zona dicen que, con los altos costos y con los problemas que se presentan, sólo es rentable un proyecto si el hallazgo es de un yacimiento de veras importante.
En cambio, se han abandonado o semiabandonado yacimientos con buenas perspectivas, en tierra y en aguas no sólo de poca profundidad sino incluso en zonas costeras. En la región Marina Suroeste, donde está la zona litoral de Tabasco, que ha tenido exploraciones con 100 por ciento de éxitos, el número de perforaciones de desarrollo bajó de 19 en 2006, a 6 en 2007. Pero en Chicontepec, de 80 perforaciones en 2006 aumentaron a 168 en 2007, y todo para que toda la región norte, en la cual está Chicontepec, en 2008 haya producido sólo 2.8 por ciento del total nacional de petróleo crudo.
Contratos. En cuanto a los contratos, de por sí están prohibidos en la industria petrolera, en el artículo 27 de la Constitución. Pero a los que ya se han estado firmando se agregan facilidades... para los funcionarios. Los casos en que se permite la adjudicación directa, o sea, firmar el contrato sin concurso, son más que en las leyes vigentes. El procedimiento de licitación se puede clasificar como reservado “o confidencial”, para que sea más difícil que alguien los sorprenda en maniobras ilegales. El alcance de los contratos puede ser mayor. El ámbito de la exploración y explotación sería el principal de los nuevos contratos.
Hay un aspecto que nunca se había hecho público, hasta el envío del proyecto de reformas: refinerías privadas. Una empresa, de hecho extranjera, puede construirse su refinería, operarla y venderle la gasolina y demás refinados, que son mucho más caros que el petróleo crudo, a Pemex, todo esto mediante contratos. Algo así como los “productores externos” con la industria eléctrica “nacionalizada”.
Las empresas privadas también pueden construir y tener sus oleoductos, poliductos y gasoductos; sus almacenes; sus plantas procesadoras de gas, y distribuir refinados, petroquímicos e hidrocarburos en general. Con todo esto, sus refinerías y los contratos de la exploración y explotación de crudo y gas, una trasnacional se puede constituir como empresa integrada, a lo largo de todo el proceso del petróleo y el gas, desde la boca del pozo hasta la boca del tanque de gasolina.
Autonomía. La llamada autonomía dificulta aún más el control sobre las contrataciones. El consejo de administración, cuya mayoría de hecho viene del gobierno, fija reglas de los concursos y en general adjudicaciones, que ahora las fijan las leyes. Y los supuestamente imparciales, los fija el gobierno actual con la intención de que sigan después.
Al describir a Pemex en decadencia en cuanto a reservas, producción y otros aspectos, de hecho describen a los gobiernos panistas bajo cuya responsabilidad ocurrió todo esto. Y ahora quieren que la legislación los autorice a entregarlos a empresas extranjeras.
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