Nos avisan de la casa presidencial que retomarán la sustancia del programa Solidaridad, y, previa revolcadita, le llamarán “para vivir mejor” o algo así. En su angustiosa falta de ideas propias, lo “mejorcito” del PAN se inspira en lo peorcito del PRI.
Y si Carlos tuvo en su hermano Raúl Salinas al célebre Mr. Ten Percent, ahora, Felipe Calderón tiene en su Juan Camilo Mouriño al no menos famoso Mr. Fifty Fifty. Si usted, amable y eventual lector, no lo cree, le invito a visitar la página de la Revista Contralínea, Aparecen en ese lugar algunas de las 500 facturas que la empresa de Mouriño cobró en PEMEX, por un total nada despreciable de 100 millones de pesos. Ingresos que desde luego, no aparecen en las declaraciones patrimoniales de la mitad más oscura, acaso, de la nueva pareja presidencial.
Al mismo tiempo, se enterará Usted de los detalles de la operación que se tejió, desde la administración foxista de PEMEX, para financiar la campaña de Felipe Calderón, vía contratos de transporte de hidrocarburos. Operación multimillonaria en la que cobra relevancia la participación de Mr. Fifty Fifty (Mouriño), así como la de Juan Bueno Torio (¿Bueno?...¡para las trácalas!), aquel funcionario foxista, hoy Senador, involucrado en la asignación de contratos a sus familiares. Contratos de transporte de hidrocarburos, por supuesto, por asignación directa, también por supuesto.
Nos enteramos, asímismo, de la reaparición de la Partida Secreta, ese viejo instrumento de corrupción, que vivió sus mejores tiempos durante el salinato. Calderón ha reservado del conocimiento público, y de cualesquier autoridad fiscalizadora, el destino de miles de millones de pesos. Pero no sólo eso, en su afición por el manejo impune del erario, Calderón ha incluido, en la propuesta privatizadora de reforma energética en concepto de “contrato confidencial”.
Así pues, en la elaboración de su autorretrato salinista, Felipe Calderón al parecer ha olvidado sólo un rasgo. Detalle que es notado por uno de los niños fecalines, quien, vestido de tenientito, le pregunta: ¿y las orejas, apá?... esas las trae tu nino Juan Camilo, mijo.
Martín Vélez.
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