Ricardo Andrade Jardí
Y mientras se da a conocer los nombres de los altos funcionarios gringos que autorizaron la utilización de la tortura contra “presuntos terroristas”, en su mayoría simples civiles, el FMI celebra, como en su momento lo hizo con el ex presidente Menem (Argentina), la “reforma energética” del usurpador Fecal; la resistencia civil pacífica, inocultable ya para la telecracia que resultará la gran perdedora de todo esto, se presenta por todos los rincones del país, exigiendo el innegociable derecho a ser escuchada para que se abra sin demora el debate nacional que proponga por dónde y para dónde construir los caminos que permitan que la paraestatal más rentable del continente (PEMEX) pueda crecer en beneficio de la sociedad toda y no de los bolsillos de quienes hoy intentan rematar PEMEX para pagar deudas electorales e imposiciones usurpadoras que han fracturado, tal vez para siempre, el imaginario de México en dos proyectos diametralmente opuestos.
El México del consenso de Washington, que es el de la mentira, el de la manipulación desinformativa, el de las deudas empresariales convertidas en públicas, el de la pobreza más miserable del planeta y el del monopólico más rico del mundo, el de los jueces que “protegen” las redes de pederastas y condenan al desamparo los derechos fundamentales de la condición humana, el México donde los gobiernos estatales renuncian a la conquista de la igualdad social porque supone privar a los que más tienen de lo que les sobra y ofrecen a los que menos tienen la demagogia de la igualdad de condiciones, mismas a las que su carencia económica hace imposible que accedan; donde la destrucción de documentos financieros se considera un delito grave y la pérdida por destrucción y negligencia de obra artística y cultural “carece” de sanción alguna; es en ese México donde los presuntos demócratas se niegan al ejercicio bien, pero bien democrático del recuento de votos en “cerrada” elección, pero pretenden que se aprueben reformas constitucionales discutidas por los menos en oscuras reuniones y siempre por las puertas traseras y no en debates nacionales con todas las representaciones sociales minoritarias y mayoritarias de la sociedad presentes, como se supone debería ser en el más puro de los espíritus republicanos.
Ese México, al estilo Foxilandia, se enfrenta al imparable imaginario de un nuevo México que pretende como esencia recuperar la ética en todos los terrenos de la vida social para refundar y fortalecer el sueño largamente anhelado de lo que debe ser la vida democrática y participativa de una república sin simulaciones donde los hombres y mujeres nazcan para ser felices.
La resistencia civil pacífica debe estar lista no sólo para las desacreditaciones de la telecracia de facto que hoy nos desgobierna y de las que ya es objeto, debe estar lista para entender que la pugna de dos ideas de mundo radicalmente opuestas es inevitable, debe estar lista para no caer en la provocación con la que intentarán por todos los medios y con todos los empresariales recursos reventar el ideal pacífico de esta legítima lucha que desde ya hemos empezado por ganar, pues lo que se defiende es el derecho irrenunciable de seguir soñando otro México posible donde los menos no nos sigan arrebatando la identidad soberana de nuestra dignidad…
¡Ni un paso atrás en la defensa de nuestros recursos energéticos! ¡Ni un paso atrás en la defensa de nuestra soberanía!
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