EL MOVIMIENTO DE DEFENSA DEL PETRÓLEO EN MÉXICO LOGRA FRENAR LAS INICIATIVAS PRIVATIZADORAS DE CALDERÓN
La reforma energética no se votará en abril de 2008. Se discutirá varias semanas. Así de golpe se frenó el intento de Calderón de aprobar rápidamente sus iniciativas energéticas para entregar el petróleo y la petroquímica en manos extranjeras, pisoteando la Constitución de nuestro país.
El año 2005, Vicente Fox acordó con George W. Bush en Waco, Texas, la integración energética de México en el marco del ASPAN (Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte); posteriormente, en agosto de 2007, Felipe Calderón se comprometió en la Cumbre del ASPAN en Québec, Canadá, a abrir el petróleo a los capitales norteamericanos y extranjeros, así como al gran capital nacional. Así se comprometieron a terminar la labor privatizadora que iniciaron los gobiernos del PRI: De la Madrid, Salinas y Zedillo.
El ASPAN fue la continuación del TLC. Se le llamó TLC plus. Todo se decidía cupularmente en esas Cumbres Secretas, cuyos acuerdos no pasan por el Congreso de ninguno de los 3 países: EUA, México y Canadá. Acuerdos que significan la anexión de México y Canadá a los Estados Unidos de los Monopolios Norteamericanos.
Pero ni Felipe Calderón, ni George W. Bush contaron con la opinión del dueño: El Pueblo de México, que se ha levantado con gran fuerza a defender su riqueza petrolera y la soberanía nacional. Con grandes movilizaciones populares se frenó la aprobación “fast track” de las iniciativas energéticas que presentó Calderón el 8 de abril de 2008 para que se impusieran —sin discusión ni debate— por la mancuerna PAN-PRI en el Congreso. Pretendían sorprender al pueblo de México, haciendo aprobar leyes secundarias que contradicen flagrantemente la Constitución.
Hoy el gobierno del PAN, aliado al PRI, está arrinconado por las grandes movilizaciones populares del año 2008 y la convicción de la mayoría de los mexicanos de que los recursos de la nación no han de ser botín de las corporaciones extranjeras y sus empleados locales.
Desde el 28 de noviembre de 2007, en un Zócalo —corazón de la Ciudad de México— lleno a reventar, la Convención Nacional Democrática y el Frente Amplio Progresista acordaron movilizar a la población en defensa del oro negro, luego de que Andrés Manuel López Obrador advirtió que ya tenían preparado el golpe para privatizar a Pemex.
Desde entonces, el gobierno federal hace campañas diciendo que “No va a Privatizar” Pemex y proponiendo diversas salidas para que ingrese el capital privado nacional y extranjero a la empresa estatal, sin que “cambie de propietario”. Pero el pueblo comprende muy bien que abrir la empresa pública al capital privado extranjero significa privatizar (aunque no digan la palabra) y perder el control de nuestros recursos más valiosos, acabando con la soberanía energética y la soberanía nacional.
El 24 de febrero se realizó un mitin de decenas de miles de personas en la Torre de Pemex, donde están las oficinas centrales de la empresa pública petrolera. En ese mitin quedó al descubierto la corrupción del secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, que mediante el tráfico de influencias había conseguido contratos por más de 100 millones de pesos para las empresas de su familia. ¡El escándalo fue mayúsculo! y significó un golpe muy duro a la credibilidad del gobierno del PAN y a la del secretario de Gobernación a quien Calderón le encargó que operara la reforma energética: el delito fue confesado públicamente por Mouriño. Pero ha quedado completamente en la impunidad, no sólo no se le metió en la cárcel, sino que Calderón lo protegió y lo mantuvo en su puesto.
Para preparar el golpe acordado con Washington, el gobierno de Calderón comenzó una campaña en todos los medios de comunicación, tratando de convencer a los mexicanos que sólo tenemos reservas para 9 años y dado que a decir del gobierno se nos acaba el petróleo en tierra firme y aguas someras, es necesario encontrar nuestro “tesoro” en aguas profundas. Dicen que México no tiene la capacidad de hacerlo por lo que necesariamente tiene que asociarse con las trasnacionales extranjeras. Lo que no dijeron en esa campaña es que México a partir de lo que se comprometió en el ASPAN es el segundo proveedor de petróleo a EUA —después de Canadá— y que nuestros recursos están sirviendo para mantener el aparato militar del vecino del norte.
Hay petróleo en tierra y en aguas someras, además del que existe en aguas profundas. Sí hay petróleo en México. Estando al alza los precios del petróleo y habiendo recibido Pemex 828 mil millones de dólares en 2007, el gobierno dice que no hay tecnología ni dinero para que México pueda hacer nuevas inversiones. Esta campaña llenó de indignación a miles de mexicanos y en particular a obreros, técnicos e ingenieros petroleros que saben que México con una historia petrolera de más de cien años, tiene toda la capacidad de ser autosuficiente y sí tiene la capacidad tecnológica y que además nuestra Constitución en sus artículos 25,27 y 28 es clara en cuanto a la exclusividad de la Nación en la explotación de recursos petroleros. Esta es una cuestión no sólo de soberanía económica y política, sino también de seguridad nacional.
El 18 de marzo de 2008, un Zócalo lleno de manifestantes preparó las condiciones de lucha ante la inminente iniciativa para reformar la Constitución y permitir la extranjerización de Pemex.
Con la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México y sus calles aledañas nuevamente llenas, sesionó ese día la Convención Nacional Democrática (CND) en su Tercera Asamblea Informativa y aprobó campañas y acciones para detener las alzas de los precios y la aplicación de nuevos impuestos; defender el patrimonio nacional en materia de petróleo e industria eléctrica; impedir que entre en vigor el Tratado de Libre Comercio en los rubros que facilitarán la entrada a nuestro país de maíz y frijol de importación; exigir el respeto de los derechos humanos y el freno a la ola represiva contra luchadores y movimientos sociales; y para refrendar y multiplicar la solidaridad con los damnificados de Tabasco y Chiapas.
Ante la enorme movilización popular, el gobierno del PAN no pudo plantear una modificación abierta de la Constitución, así que trató de alcanzar sus metas de manera simulada. El 8 de abril, Calderón presentó sus iniciativas al Senado de la República en las que abre al capital privado: petroquímica, exploración, explotación, perforación, transporte, almacenamiento, ductos, etc. Todo bajo el disfraz con el que escondió sus verdaderas intenciones, ¡Hasta ensalzó a Lázaro Cárdenas quien nacionalizó el petróleo en 1938! Sin embargo, el 15 de abril, en Cancún, Quintana Roo, en el marco del World Economic Forum of Latin America (así ¡escrito en inglés!), Felipe Calderón defendió los principios de la “democracia” y el “libre mercado”, asegurando que la disyuntiva para los latinoamericanos es “si escogemos en lo económico las expropiaciones, el interés estatal, es decir, el pasado, o bien la libertad y la inversión productiva, que crean empleo”. De esta manera se manifestó en contra del control estatal de empresas estratégicas como Pemex y a favor de la “inversión productiva” de capitales privados.
Ha quedado clara la razón por la que las grandes corporaciones de Norteamérica y el gran capital mexicano impusieron a Calderón en la presidencia a pesar de haber perdido las elecciones del 2 de julio de 2006. Necesitan un gobernante incondicional y fiel a sus intereses y usaron todo el aparato del Estado para que el PAN siguiera en el poder y cumpliera los acuerdos del ASPAN que les impuso George W. Bush.
El 10 de abril de 2008 comenzó la movilización popular. Miles de mujeres, bautizadas como “Las Adelitas”, pusieron un cerco al Senado, apoyadas por brigadas de miles de mujeres y hombres, luego de que simultáneamente, legisladores del Frente Amplio Progresista tomaron las tribunas de la Cámara de Diputados y de la Cámara de Senadores, para evitar que el PRI y el PAN consumaran “vía fast track” el golpe legislativo.
Los medios de comunicación: televisión, radio, periódicos, han desatado una descomunal campaña en contra del movimiento democrático contra el fraude, el movimiento de defensa del petróleo, de Andrés Manuel López Obrador, la Convención Nacional Democrática y el Frente Amplio Progresista. A pesar de lo cual, miles y miles de brigadistas tomaron las calles y las mujeres realizaron una imponente manifestación frente a la televisora: Televisa, incondicional del régimen. La mujer mexicana ha estado a la vanguardia de esta lucha en la que se han incorporado los trabajadores electricistas y amplios sectores de la población.
Los medios escandalizaron al máximo: ¡Asaltan tribunas! ¡Toman el Congreso! ¡Secuestran el Senado! ¡Instalan barricadas! ¡No respetan nada ni nadie! ¡Embisten contra la Suprema Corte de Justicia!, ocultando siempre el fondo del problema y quién y por qué se generó: El gobierno de Calderón, el PAN y el PRI dispuestos a violar la Constitución para abrirle paso a las grandes corporaciones capitalistas.
Olvidan, además, que para imponer a Calderón en la presidencia, después del fraude, los diputados del PAN asaltaron el congreso y secuestraron la tribuna para garantizar que el 1 de diciembre del 2006, Calderón rindiera juramento ante el Congreso. Por cierto que en aquella ocasión juró: “Cumplir y hacer cumplir la Constitución y si no que la nación me lo demande”. Hoy es la Nación quien le demanda el incumplimiento a su palabra.
La movilización ha sido intensa, y se obtuvo una victoria parcial, evitando, por el momento, la aprobación de las iniciativas de Calderón y dando tiempo para la amplia discusión y el debate de esta cuestión tan importante, que tiene que ver con el ejercicio de la soberanía popular y nacional, y para que el movimiento crezca y alcance nuevos objetivos que le den al pueblo poder de decisión y garantía a cada uno de sus derechos.
Felipe Calderón llegará a Nueva Orleáns el 21 y 22 de abril a darle malas cuentas a su patrón, gracias a la heroica lucha de decenas de miles de mujeres, jóvenes, estudiantes, trabajadores de la industria, electricistas, petroleros, campesinos y pueblo en general que despierta a la acción, al movimiento y a la defensa de sus intereses.
“Nos tienen miedo, porque no tenemos miedo” fue una de las canciones que entonaba la gente; otro coro que se ha popularizado durante las acciones combativas es: “¡No, no, no! ¡No nos da la gana! ¡ser una colonia norteamericana! ¡Sí, sí, sí! ¡Sí nos da la gana! ¡ser una nación libre y soberana!”, demostrando el espíritu combativo que se desarrolla en el México del año 2008.
Se ha logrado frenar esta intentona de privatización de Pemex, las iniciativas de Calderón ya no podrán aprobarse en este período ordinario de sesiones que acaba el 30 de abril; ahora el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo exige un amplio debate en todos los medios de comunicación con la tribuna abierta, que no se viole la Constitución, ni se privatice Pemex, y que se combata la corrupción. Exige también que se efectúe un referéndum para que el pueblo participe en la reforma energética.
El año 2005, Vicente Fox acordó con George W. Bush en Waco, Texas, la integración energética de México en el marco del ASPAN (Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte); posteriormente, en agosto de 2007, Felipe Calderón se comprometió en la Cumbre del ASPAN en Québec, Canadá, a abrir el petróleo a los capitales norteamericanos y extranjeros, así como al gran capital nacional. Así se comprometieron a terminar la labor privatizadora que iniciaron los gobiernos del PRI: De la Madrid, Salinas y Zedillo.
El ASPAN fue la continuación del TLC. Se le llamó TLC plus. Todo se decidía cupularmente en esas Cumbres Secretas, cuyos acuerdos no pasan por el Congreso de ninguno de los 3 países: EUA, México y Canadá. Acuerdos que significan la anexión de México y Canadá a los Estados Unidos de los Monopolios Norteamericanos.
Pero ni Felipe Calderón, ni George W. Bush contaron con la opinión del dueño: El Pueblo de México, que se ha levantado con gran fuerza a defender su riqueza petrolera y la soberanía nacional. Con grandes movilizaciones populares se frenó la aprobación “fast track” de las iniciativas energéticas que presentó Calderón el 8 de abril de 2008 para que se impusieran —sin discusión ni debate— por la mancuerna PAN-PRI en el Congreso. Pretendían sorprender al pueblo de México, haciendo aprobar leyes secundarias que contradicen flagrantemente la Constitución.
Hoy el gobierno del PAN, aliado al PRI, está arrinconado por las grandes movilizaciones populares del año 2008 y la convicción de la mayoría de los mexicanos de que los recursos de la nación no han de ser botín de las corporaciones extranjeras y sus empleados locales.
Desde el 28 de noviembre de 2007, en un Zócalo —corazón de la Ciudad de México— lleno a reventar, la Convención Nacional Democrática y el Frente Amplio Progresista acordaron movilizar a la población en defensa del oro negro, luego de que Andrés Manuel López Obrador advirtió que ya tenían preparado el golpe para privatizar a Pemex.
Desde entonces, el gobierno federal hace campañas diciendo que “No va a Privatizar” Pemex y proponiendo diversas salidas para que ingrese el capital privado nacional y extranjero a la empresa estatal, sin que “cambie de propietario”. Pero el pueblo comprende muy bien que abrir la empresa pública al capital privado extranjero significa privatizar (aunque no digan la palabra) y perder el control de nuestros recursos más valiosos, acabando con la soberanía energética y la soberanía nacional.
El 24 de febrero se realizó un mitin de decenas de miles de personas en la Torre de Pemex, donde están las oficinas centrales de la empresa pública petrolera. En ese mitin quedó al descubierto la corrupción del secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, que mediante el tráfico de influencias había conseguido contratos por más de 100 millones de pesos para las empresas de su familia. ¡El escándalo fue mayúsculo! y significó un golpe muy duro a la credibilidad del gobierno del PAN y a la del secretario de Gobernación a quien Calderón le encargó que operara la reforma energética: el delito fue confesado públicamente por Mouriño. Pero ha quedado completamente en la impunidad, no sólo no se le metió en la cárcel, sino que Calderón lo protegió y lo mantuvo en su puesto.
Para preparar el golpe acordado con Washington, el gobierno de Calderón comenzó una campaña en todos los medios de comunicación, tratando de convencer a los mexicanos que sólo tenemos reservas para 9 años y dado que a decir del gobierno se nos acaba el petróleo en tierra firme y aguas someras, es necesario encontrar nuestro “tesoro” en aguas profundas. Dicen que México no tiene la capacidad de hacerlo por lo que necesariamente tiene que asociarse con las trasnacionales extranjeras. Lo que no dijeron en esa campaña es que México a partir de lo que se comprometió en el ASPAN es el segundo proveedor de petróleo a EUA —después de Canadá— y que nuestros recursos están sirviendo para mantener el aparato militar del vecino del norte.
Hay petróleo en tierra y en aguas someras, además del que existe en aguas profundas. Sí hay petróleo en México. Estando al alza los precios del petróleo y habiendo recibido Pemex 828 mil millones de dólares en 2007, el gobierno dice que no hay tecnología ni dinero para que México pueda hacer nuevas inversiones. Esta campaña llenó de indignación a miles de mexicanos y en particular a obreros, técnicos e ingenieros petroleros que saben que México con una historia petrolera de más de cien años, tiene toda la capacidad de ser autosuficiente y sí tiene la capacidad tecnológica y que además nuestra Constitución en sus artículos 25,27 y 28 es clara en cuanto a la exclusividad de la Nación en la explotación de recursos petroleros. Esta es una cuestión no sólo de soberanía económica y política, sino también de seguridad nacional.
El 18 de marzo de 2008, un Zócalo lleno de manifestantes preparó las condiciones de lucha ante la inminente iniciativa para reformar la Constitución y permitir la extranjerización de Pemex.
Con la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México y sus calles aledañas nuevamente llenas, sesionó ese día la Convención Nacional Democrática (CND) en su Tercera Asamblea Informativa y aprobó campañas y acciones para detener las alzas de los precios y la aplicación de nuevos impuestos; defender el patrimonio nacional en materia de petróleo e industria eléctrica; impedir que entre en vigor el Tratado de Libre Comercio en los rubros que facilitarán la entrada a nuestro país de maíz y frijol de importación; exigir el respeto de los derechos humanos y el freno a la ola represiva contra luchadores y movimientos sociales; y para refrendar y multiplicar la solidaridad con los damnificados de Tabasco y Chiapas.
Ante la enorme movilización popular, el gobierno del PAN no pudo plantear una modificación abierta de la Constitución, así que trató de alcanzar sus metas de manera simulada. El 8 de abril, Calderón presentó sus iniciativas al Senado de la República en las que abre al capital privado: petroquímica, exploración, explotación, perforación, transporte, almacenamiento, ductos, etc. Todo bajo el disfraz con el que escondió sus verdaderas intenciones, ¡Hasta ensalzó a Lázaro Cárdenas quien nacionalizó el petróleo en 1938! Sin embargo, el 15 de abril, en Cancún, Quintana Roo, en el marco del World Economic Forum of Latin America (así ¡escrito en inglés!), Felipe Calderón defendió los principios de la “democracia” y el “libre mercado”, asegurando que la disyuntiva para los latinoamericanos es “si escogemos en lo económico las expropiaciones, el interés estatal, es decir, el pasado, o bien la libertad y la inversión productiva, que crean empleo”. De esta manera se manifestó en contra del control estatal de empresas estratégicas como Pemex y a favor de la “inversión productiva” de capitales privados.
Ha quedado clara la razón por la que las grandes corporaciones de Norteamérica y el gran capital mexicano impusieron a Calderón en la presidencia a pesar de haber perdido las elecciones del 2 de julio de 2006. Necesitan un gobernante incondicional y fiel a sus intereses y usaron todo el aparato del Estado para que el PAN siguiera en el poder y cumpliera los acuerdos del ASPAN que les impuso George W. Bush.
El 10 de abril de 2008 comenzó la movilización popular. Miles de mujeres, bautizadas como “Las Adelitas”, pusieron un cerco al Senado, apoyadas por brigadas de miles de mujeres y hombres, luego de que simultáneamente, legisladores del Frente Amplio Progresista tomaron las tribunas de la Cámara de Diputados y de la Cámara de Senadores, para evitar que el PRI y el PAN consumaran “vía fast track” el golpe legislativo.
Los medios de comunicación: televisión, radio, periódicos, han desatado una descomunal campaña en contra del movimiento democrático contra el fraude, el movimiento de defensa del petróleo, de Andrés Manuel López Obrador, la Convención Nacional Democrática y el Frente Amplio Progresista. A pesar de lo cual, miles y miles de brigadistas tomaron las calles y las mujeres realizaron una imponente manifestación frente a la televisora: Televisa, incondicional del régimen. La mujer mexicana ha estado a la vanguardia de esta lucha en la que se han incorporado los trabajadores electricistas y amplios sectores de la población.
Los medios escandalizaron al máximo: ¡Asaltan tribunas! ¡Toman el Congreso! ¡Secuestran el Senado! ¡Instalan barricadas! ¡No respetan nada ni nadie! ¡Embisten contra la Suprema Corte de Justicia!, ocultando siempre el fondo del problema y quién y por qué se generó: El gobierno de Calderón, el PAN y el PRI dispuestos a violar la Constitución para abrirle paso a las grandes corporaciones capitalistas.
Olvidan, además, que para imponer a Calderón en la presidencia, después del fraude, los diputados del PAN asaltaron el congreso y secuestraron la tribuna para garantizar que el 1 de diciembre del 2006, Calderón rindiera juramento ante el Congreso. Por cierto que en aquella ocasión juró: “Cumplir y hacer cumplir la Constitución y si no que la nación me lo demande”. Hoy es la Nación quien le demanda el incumplimiento a su palabra.
La movilización ha sido intensa, y se obtuvo una victoria parcial, evitando, por el momento, la aprobación de las iniciativas de Calderón y dando tiempo para la amplia discusión y el debate de esta cuestión tan importante, que tiene que ver con el ejercicio de la soberanía popular y nacional, y para que el movimiento crezca y alcance nuevos objetivos que le den al pueblo poder de decisión y garantía a cada uno de sus derechos.
Felipe Calderón llegará a Nueva Orleáns el 21 y 22 de abril a darle malas cuentas a su patrón, gracias a la heroica lucha de decenas de miles de mujeres, jóvenes, estudiantes, trabajadores de la industria, electricistas, petroleros, campesinos y pueblo en general que despierta a la acción, al movimiento y a la defensa de sus intereses.
“Nos tienen miedo, porque no tenemos miedo” fue una de las canciones que entonaba la gente; otro coro que se ha popularizado durante las acciones combativas es: “¡No, no, no! ¡No nos da la gana! ¡ser una colonia norteamericana! ¡Sí, sí, sí! ¡Sí nos da la gana! ¡ser una nación libre y soberana!”, demostrando el espíritu combativo que se desarrolla en el México del año 2008.
Se ha logrado frenar esta intentona de privatización de Pemex, las iniciativas de Calderón ya no podrán aprobarse en este período ordinario de sesiones que acaba el 30 de abril; ahora el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo exige un amplio debate en todos los medios de comunicación con la tribuna abierta, que no se viole la Constitución, ni se privatice Pemex, y que se combata la corrupción. Exige también que se efectúe un referéndum para que el pueblo participe en la reforma energética.
Fuente: Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo
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