Crece el número de hoteles y campos de golf, los cuales construyen sus propias plantas
Angélica Enciso L. (Enviada)
La Paz, BCS., 8 de junio. El clima desértico se percibe más en la colonia Márquez de León. Está ubicada al norte de la ciudad, rumbo a las Cruces, donde se construye uno más de los desarrollos turísticos de la zona, la gente no encuentra donde situarse para paliar el calor y conforme se acerca el verano la falta de agua se agudiza.
Las viviendas que se levantan en medio de la arena son de lámina de cartón, de madera, de desechos de construcción; hay algunas de tabique y cemento, pero son contadas. En los patios hay tinacos negros o tinas, donde las pipas depositan cada semana el líquido que consumen.
Desde hace 20 años están en espera de que les llegue el servicio de agua potable, ya sea desalada o dulce, mientras ven como crece el número de hoteles y campos de golf que sí cuentan con líquido para cubrir su demanda, ya que construyen sus propias plantas desaladoras.
De esto son testigos directos, porque de los mil 500 habitantes que aquí viven, muchos trabajan como peones o albañiles en las obras, entre las que están Paraíso del Mar, que se levanta en la barra arenosa que se encuentra frente al malecón de la ciudad, conocida como El Mogote.
Una familia de cuatro personas gasta 150 pesos a la semana en la compra de agua embotellada para beber y preparar alimentos, lo cual representa alrededor de 30 por ciento del salario de un peón, explica María de Lourdes Sánchez Cota, quien camina con su hijo en brazos en las calles arenosas de la colonia, donde desde apenas hace cuatro años tienen servicio de electricidad.
El comité de barrio, encabezado por Catalina Verdugo, explica que han buscado que el gobierno cubra la demanda de servicios, pero ha sido un proceso lento, sobre todo porque la colonia se estableció de manera irregular en un área que era monte, y apenas hace cuatro años comenzó el proceso de regularización de los terrenos.
Aunque se han ido estableciendo servicios como escuelas, teléfono y electricidad, siguen sin tener agua y esto provoca problemas de salud, como gastroenteritis, diarreas e incluso enfermedades respiratorias. En esta zona hay cuatro colonias en las mismas condiciones.
Desalación privada
Dar el servicio público de agua potable a la población a partir de la desalación del líquido marítimo ha sido un proceso que se ha dificultado en las zonas donde escasea el recurso. El proyecto más ambicioso hasta ahora es el de Hermosillo, donde la construcción de una desaladora generaría 130 mil metros cúbicos, pero problemas políticos entre el gobierno municipal y el federal impidieron que el plan se efectuara, indica Felipe Correa, del campus Ensenada de la Universidad Autónoma de Baja California.
El proyecto en Hermosillo comenzó en 1999, y el gobierno de Sonora, del PRI, lanzó el plan, con el aval de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), con el planteamiento de que resolvería definitivamente el abasto de líquido; en el año 2000 se publicó la licitación internacional, pero las nuevas autoridades de la Conagua, ya con el gobierno panista federal, retiraron su apoyo al plan, señala Juan Sánchez Meza, en el artículo “Desalación de agua: dificultades y oportunidades”, publicado en el libro Desalación de agua con energías renovables.
El único proyecto que se ha concretado es el de Los Cabos, aunque también se han evaluado proyectos para Tijuana y Ensenada; sin embargo, el crecimiento de pequeñas plantas desaladoras continúa, ya que tanto en La Paz, Los Cabos como en Puerto Peñasco los desarrollos turísticos construyen sus propias plantas, dice por su parte Felipe Correa.
En territorio nacional, en la década de los 70 se estableció la primera planta desaladora privada en Rosarito, Baja California, aunque cuatro años después se dejó de utilizar por la crisis del petróleo. El especialista refiere que entre 1970 y 2000 se installó un número incuantificable de pequeñas plantas privadas en el noreste del país, debido al crecimiento industrial y turístico.
Cómo resolver la escasez
La desalación del agua se da porque se trata de zonas desérticas o semidesérticas, donde hay escasez de líquido en el acuífero y no hay fuentes superficiales, por eso se establece este proceso en la región, “la gestión no es sólo cómo se reparte el agua, sino cómo resolver la escasez”, indica Pablo Uribe, del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda).
La desalación debe ser pensada desde la perspectiva de los derechos, como un instrumento que sirva para garantizar agua a quienes más lo necesitan y como una vía que permita que más personas, especialmente los más vulnerables, puedan tener acceso al líquido que hoy no tienen, indica Rodrigo Gutiérrez Rivas en el análisis Desalación de agua en México, incluido en el libro citado y editado por la UNAM.
Considera que el proceso de desalación se puede convertir en un camino más para la mercantilización del líquido y su consecuente concentración en sectores privilegiados de la sociedad. Asevera que actualmente en el país existe una fuerte presión para que se amplíen los mercados del agua y se facilite la participación del sector privado en la explotación y distribución del recurso.
El control privado sobre la desalación es de tal magnitud que hay empresas que consideran vender el líquido a Estados Unidos, según se ventiló en el seminario Alternativas para un modelo sostenible sobre uso y gestión del agua, organizado por el Cemda y la Universidad de Baja California Sur.
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