Carlos Fernández-Vega
BBVA corta prestaciones
Ocho años atrás un enfurecido diputado chaparrito, pelón y de lentes arremetió en contra del titular del Ejecutivo federal por su descarada cuan permanente intromisión en asuntos de la exclusiva competencia del Poder Legislativo. A grado tal llegó su enojo, que de plano dejó “categóricamente” en claro que “las negociaciones, discusiones y decisiones se dan aquí, en el Congreso”. Tan descarada era la intrusión de Vicente Fox, que el iracundo personaje advirtió: “esto no sucedía ni en los peores momentos del PRI”.
Por la intromisión de manos (que deberían estar) ajenas al proceso electoral de 2006, ese mismo personaje chaparrito, pelón y de lentes (Manuel Espino dixit) se instaló en Los Pinos, y desde allí rápidamente “olvidó” su enardecido reclamo de ocho años atrás, en el entendido que no es lo mismo que lo mesmo. Una cosa es decirlo y otra muy distinta hacerlo, en especial cuando uno de esos poderes, desesperado y encaprichado, observa cómo una de sus “reformas” de plano no pasa, ni pasará.
Fiel seguidor del estilo foxista (decir una cosa, hacer otra muy distinta), ya como inquilino de Los Pinos, Felipe Calderón dejó a un lado los motivos que en la tercera semana de diciembre de 2000 y como líder de la bancada blanquiazul en San Lázaro lo llevaron a reclamar acremente al entonces presidente panista del “cambio” por su descarada intromisión en los asuntos del Legislativo, y ahora exige a los senadores, por medio de su preferido Juan Camilo Mouriño, que “al término del debate pasen de inmediato a dictaminar” la “reforma” petrolera presentada por el michoacano.
La memoria no es el fuerte de los políticos. Mucho menos la congruencia, y en este contexto el personaje chaparrito, pelón y de lentes abiertamente se contradice en un plazo tan corto como ocho años, lo cual tampoco resulta novedad si se recuerdan casos como el del Fobaproa: tajante no en el discurso, riguroso sí a la hora de votar.
Tan desesperado está, que al inquilino de Los Pinos no se le ha ocurrido mejor idea que retomar una de las más famosas frases de su antecesor, pero ahora con ciertos matices. En el discurso, Vicente Fox afirmaba que “el Ejecutivo propone y el Legislativo dispone”. Ahora Calderón asegura que el Ejecutivo propone y Mouriño dispone, haciendo a un lado la división de poderes y la realidad.
El de Fox fue un sexenio atiborrado de controversias constitucionales y vetos, promovidas y aplicados por Los Pinos en contra de las disposiciones del Legislativo. En los gloriosos tiempos del “cambio” no menos de una decena de vetos salieron de Los Pinos para bloquear igual número de leyes aprobadas en las cámaras de diputados y senadores, lo que da cuenta del verdadero alcance de una de sus frases preferidas (“el Ejecutivo propone…).
Calderón está tentado a seguir ese mismo camino. Aún no veta ni interpone controversia constitucional, pero va muy avanzado en eso de entrometerse en asuntos de exclusiva competencia del Legislativo, como el relativo al curso que deberá seguir la “reforma” petrolera por él presentada. El Ejecutivo concluyó su parte del proceso (proponer). Toca ahora al Legislativo cumplir con lo suyo (disponer), por mucho que el inquilino de Los Pinos y su delfín pretendan lo contrario.
¿En cuántos líos y pleitos innecesarios se metió Fox por andar de bocón ordenando al Poder Legislativo (incluido el protagonizado por el propio Calderón, en diciembre de 2000), dar línea a diputados y senadores y urgirlos, cronómetro en mano, para que rápidamente aprobaran las leyes que a él le interesaban? En todos, y todo indica que Felipillo transita por el mismo sendero.
Así, el actual inquilino de Los Pinos no sólo “olvidó” aquel reclamo de diciembre de 2000, sino que hizo a un lado lo que en su primer Informe (septiembre 2007) escribió: “la división de poderes no es meramente un dogma constitucional, sino un ejercicio cotidiano y permanente de respeto, prudencia, colaboración y, sobre todo, de responsabilidad por parte de los Poderes de la Unión. La división de poderes garantiza a los ciudadanos que el poder se ejerza de manera democrática y siempre en beneficio de la población. Por estas razones, la actividad de los tres Poderes de la Unión debe realizarse de manera coordinada y con pleno respeto a las facultades de cada uno de ellos”.
Letra muerta para quien, un día sí y el otro también, presiona a los senadores para que aprueben lo que él llama “reforma” petrolera (Gayosso ya tomó cartas en el asunto) y, además, envía a su cachorro a “dar instrucciones” a los legisladores.
Por cierto, ¿quién es el autor de la siguiente frase?: “si el Poder Legislativo no llega a un acuerdo con la reforma energética de mi gobierno, la amenaza será que nos volvamos más dependientes de los productos derivados del petróleo” (parece Calderón, pero lo dijo Fox, ¿o viceversa?).
Las rebanadas del pastel
De la lectoría y los espléndidos resultados sociales de la inversión foránea: “desde hace 25 años mi esposo trabaja en BBVA-Bancomer. El año pasado la empresa entregó un cuestionario a sus empleados a quienes preguntaban si sus esposas trabajaban (no les dijeron para qué), a lo que mi esposo contestó afirmativamente. Una semana antes de que terminara mayo fue notificado que de acuerdo con su respuesta de que yo estaba trabajando y contaba con seguro social, a partir del 30 de mayo de 2008 (según el Reglamento de Servicio Médico del BBVA-Bancomer, capítulo II, artículo 9, en el cual se establecen los criterios para otorgar el servicio médico particular) me quitarían este derecho. Tengo 20 años de casada y desde entonces acudo al servicio médico del banco, primero en el Sanatorio Durango y hasta antes del 30 de mayo en el Metropolitano. Es un abuso de parte del banco. Nosotros nos sentimos solos y no sabemos qué hacer. Pregunto: ¿y el sindicato?, ¿qué negociaron con él?, o es que así de sencillo y de fácil nos irán quitando todo poco a poco. Ahora no sabemos qué pasará más adelante, ya que hace sólo dos años les hicieron firmar nuevos contratos con BBVA-Bancomer Operadora. ¿Qué hay detrás de todo ello?, ¿el sindicato está también de acuerdo?” (Por obvias razones se excluye el nombre y dirección electrónica de quien denuncia esta tropelía, una más de la “banca moderna” que opera en el país).
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