José Agustín Ortiz Pinchetti
Lorenzo Meyer, historiador y articulista, puso el dedo en la llaga: los científicos sociales son parcialmente responsables de la decadencia que sufre el país, a pesar de que el origen de nuestros problemas fue previsible, para quien quería verlos, prefirieron no ejercer la crítica a plenitud, por no afectar al poder y a los poderosos. Al ser designado profesor emérito del Colegio de México (Colmex), en donde ha trabajado casi toda su vida profesional, improvisó un discurso bastante ácido.
Meyer puso de relieve una contradicción: las instituciones públicas de alta cultura tienen la obligación de criticar al poder, pero de él reciben los recursos con los que viven. En los compactos y elegantes discursos que precedieron al de Meyer, no sólo se hizo reseña de sus méritos que incluyen un reconocimiento internacional y nacional a sus investigaciones, sino la aportación que ha hecho al periodismo. Meyer es, sin duda, el continuador del periodismo crítico de Daniel Cosío Villegas, uno de los fundadores del Colmex.
Yo creo que los intelectuales como clase han preferido, y prefieren, la simulación, el disimulo, las medias verdades cuando se trata de denunciar los grandes problemas de México. No por candor, sino por conveniencia. Decir la verdad y toda la verdad implicaría malquistarse con quienes les pueden autorizar ventajas. Entre nuestra “inteligencia” se practica la coquetería y se vive un ambiente cortesano, como en la época del PRI, del porfiriato y del virreinato. Y es lógico: del poder se derivan no sólo subsidios, sino becas, acceso a medios electrónicos, anuncios para las revistas culturales, designaciones opulentas, etcétera. Hoy como ayer, para los políticos en funciones son música celestial los elogios de los grandes pensadores. Muníficos los compensan con dinero público (nunca con el suyo).
En contraste, Meyer está recibiendo otros homenajes por su independencia feroz. Uno insólito es el que le tributan en centenares de municipios de todo el país grupos opositores compuestos por gente sencilla, de clase media y media baja, distante de los grandes salones. Reciben, copian, distribuyen y discuten sus artículos. La conciencia y la información están cambiando rápidamente y este cambio cambiará al país.
Moraleja: al final de cuentas ser crítico independiente y honesto tiene sus compensaciones.
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