Por Ricardo Andrade Jardí
“(…) aunque debí suponer que quien es capaz de robar los votos, es capaz de robarse cualquier cosa”. Carlos Sierra Olivares (La Voz del Jaguar)
Una muestra más de la inutilidad del discurso “democrático” tan promovido por los seudointelectuales del confort telecrático, es el silencio cómplice y criminal de estos personajetes de historieta con relación a las formas de censura que hoy se aplican en nombre de “la democracia en México”, la condicionante de la propaganda gubernamental (así como la no acreditación de reporteros de medios independientes o comunitarios en eventos del desgobierno usurpador, donde se discuten asuntos de interés nacional) para la prensa escrita que no se somete a la publicación exclusiva de las versiones oficiales redactadas desde Los Pinos, donde se intenta maquillar la realidad del México Seguro; hoy considerablemente más inseguro que nunca, junto al desmantelamiento de las radios comunitarias por parte de la PFP, tan eficaz para agredir a comunicadores ciudadanos pero tan inepta y corrupta cuando se trata del combate al crimen organizado, el que por cierto se organiza en el interior mismo de esas “democráticas” instituciones que son tan plurales, pero tan plurales, que hasta los extranjeros españoles pueden usurpar cargos de primer orden, incluso contra lo que estipula la “nada plural” Constitución Política de 1917, donde los constitucionalistas dogmáticos (de entonces) decidieron que lo mejor para defender la soberanía era, entre otras cosas, que las primeras magistraturas del país, entonces conmocionado por la primera Revolución Social, del siglo que nacía (XX), fueran únicamente ocupadas por ciudadanos mexicanos de padres mexicanos, tontos que fueron los constitucionalistas, que nada entendían de globalización, inversión y competitividad.
¡Pero podemos estar tranquilos! el usurpador pelele fue impuesto justamente para revertir semejante dogmatismo ¡Viva la trasnacional, muera la paraestatal! Es el grito con el que hoy México entra en el libre mercado de la “Democracia Corporation S.A.” desde el cual hay un margen de flexibilidad para que los medios (a modo) se reproduzcan como la basura que son, mientras se busca la forma de callar toda voz que no pueda ser sometida a la lógica global del libre mercado y la competitividad, es decir, nuestra inmoral pero institucional “democracia” exige ciertos sacrificios, uno de ellos es el de incomunicar todo aquello que no tenga el potencial y el interés de ser rentable, competitivo y captable.
En menos de una semana la corrupta y narcotraficante PFP ha desmantelado dos radios comunitarias, el argumento es la lucha contra el narcotráfico, pero lo cierto es que las ejecuciones y los degollados nada tienen que ver con la contrainformación comunitaria, y sí mucho con la desinformación telecrática, con la impunidad inaudita que ha permitido que los kaibiles mercenarios filtren dependencias públicas y engruesen las filas militares del crimen organizado, el que, insistimos, se organiza a la sombra y bajo el cobijo de las instituciones de nuestra presumida “democracia”, que tanto miedo le tiene a las consultas públicas, miedo en realidad a que el dormido pueblo entienda que la participación es un instrumento mucho más valioso que la falsa idea del voto y la representatividad, los votos a fin de cuentas son ya una mercancía que lo mismo se compra, que se roba, pero la participación ciudadana en cambio, no exenta de ser comprada, tiene la gran ventaja de enfrentar nuestras subjetividades opresivas a las subjetividades libertarias, que una vez probadas por la mayoría pasiva, pueden convertirse en huracanes de cambio y esperanza del infinito poder ciudadano, frente a las demagógicas y privilegiadas (de corrupción e impunidad) clases políticas, que nada son frente al Despertar Ciudadano que supone la participación popular en todos los asuntos que pongan en riesgo el futuro de una nación.
Podrán aplicar la censura, podrán desmantelar todas las radios comunitarias (por cada una que se cierre, se abrirán diez más), podrán perseguir y silenciar a los comunicadores ciudadanos, pero el movimiento de contrainformación es imparable, el sistema en decadencia no podrá ya detener el ejercicio de la contrainformación ciudadana, que es el natural resultado frente a una telecracia que meteóricamente derrochó todo su “talento” para ofrecer una programación basura, que ofende la inteligencia de millones de ciudadanos…
Pero la omisión también es un crimen, y el silencio frente a la censura y, peor aún, frente a la censura oficial, presumidamente “democrática”, es un acto de complicidad criminal.
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