Carlos Fernández-Vega
“Prensa ideal” para “gobiernos modernos”
Hartos de la pobreza que afea sus calles, aunque enriquezca a sus economías, los 27 gobiernos europeos comunitarios decidieron expulsar a los “clandestinos”, aquellos latinoamericanos, africanos y asiáticos que migran de las ex colonias al viejo continente en busca de mejores condiciones de vida.
Hastiados de “importar miseria” de sus ex colonias, los ministros de Interior de la Unión Europea aprobaron por unanimidad, el pasado 5 de junio, la “directiva de retorno de inmigrantes ilegales” (que incluye a europeos extra comunitarios), la cual establece “las reglas para proceder a la expulsión de los ciudadanos de países terceros, incluyendo a menores, que sean hallados en situación irregular en el territorio de la UE”.
Alrededor de 8 millones de inmigrantes –menores de edad incluidos– son potenciales víctimas de la “nueva estética” migratoria de los gobiernos comunitarios (política de “alejamiento” le llaman), quienes de forma “voluntaria, dentro de lo posible” (aunque “en caso contrario se reconocerá el uso de la fuerza como una necesidad, así como la posibilidad de recurrir a un periodo de detención de seis a 18 meses”) deberán abandonar el territorio de la UE si es que el Parlamento Europeo ratifica, el próximo 18 de junio, el acuerdo de los referidos ministros del Interior.
Todo “clandestino” está en la mira, no obstante el creciente aporte a la economía comunitaria europea. De contar con el visto bueno del Parlamento Europeo, las potenciales víctimas podrán presumir su condición de triplemente expulsadas: de sus comunidades primero, de sus países de origen después y, ahora, de la delgada tablita de salvación europea. Bien por los solidarios europeos comunitarios, que en tiempos no muy lejanos fueron recibidos sin mayores condiciones en, por ejemplo, América Latina, y hoy regresan el favor, gracias a la “directiva de retorno” promovida por los gobiernos derechistas del viejo continente.
El gobierno español, por medio de su ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, “expresó su apoyo a la directiva de retorno de inmigrantes y al pacto europeo sobre inmigración que promueve Francia” (El País, 11 de junio), por mucho que esté documentado el aporte de las ahora potenciales víctimas. Por ejemplo, una investigación conjunta de la Caixa de Catalunya y la Universidad Autónoma de Barcelona, citado por la BBC, deja en claro que “si no hubiese sido por la llegada a España de más de 3 millones de inmigrantes en los últimos diez años (…) el producto interno bruto habría bajado en 0.6 por ciento, en lugar de mostrar un crecimiento de 2.6 por ciento; globalmente, la cantidad de dinero que estos inmigrantes han transferido al Estado español es más elevado que la cantidad que han recibido, esto se debe a que en su mayoría estamos hablando de personas jóvenes y fuertes, entre 25 y 45 años, que no significan un mayor gasto en educación, consumen menos recursos en materia de salud y especialmente no se benefician de los sistemas de pensiones”.
Ahora los quieren echar. Las estimaciones más recientes ubican en cerca de 2 millones el número de latinoamericanos adultos que viven en España. En 2006 enviaron a sus respectivos países poco más de 5 mil millones de dólares, monto que podría incrementarse (cálculo previo a la aparición de la “directiva de retorno”) a 7 mil millones en 2010, de acuerdo con el Ministerio de Economía de aquella nación.
Para los países latinoamericanos la “directiva de retorno” es una bomba de muy corta mecha, puesto que no sólo cancelaría cuantiosos recursos derivados de las remesas, sino el potencial regreso masivo de sus ciudadanos, ahora expulsados por tres. En enero de 2001 la población adulta de inmigrantes latinoamericanos en España se aproximó al medio millón; en enero de 2006 a un millón 600 mil, y para 2008 a cerca de 2 millones, quienes, según el acuerdo de los ministros del Interior, deberán hacer maletas.
Las rebanadas del pastel
La Agencia de Noticias Pelota de Trapo, de Argentina, nos envió el siguiente comentario que sintetiza el concepto de “prensa ideal” para “gobiernos modernos”, como el del inquilino de Los Pinos, sobre todo ahora que éste reclama porque “falta discutir lo central” de su “reforma energética”. Así, cualquier parecido con ciertos medios mexicanos de “comunicación” no es mera coincidencia: “el portal oficial del gobierno de la Provincia de Jujuy, como muchos otros portales de gobiernos provinciales argentinos, es un perfecto ‘Diario de Yrigoyen’. Durante la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen, como se sabe, sus allegados le hacían imprimir un diario de un solo ejemplar en el que no había otra cosa que buenas noticias, para no preocuparlo y para no tener que soportar sus reprimendas. Como también se sabe, una mañana de septiembre de 1930 aquel presidente Yrigoyen se desayunó con la noticia (nunca publicada en su diario) de que un movimiento militar, con apoyo de buena parte de la ciudadanía, lo estaba sacando a empujones de la Casa Rosada. En este diario de Yrigoyen jujeño que comentamos las noticias son, por ejemplo, que empezó la zafra en Mendieta, que se han abierto cursos sobre tapir y pecarí labiado, que se busca a una persona desaparecida, que hay jornadas de Educación Solidaria en Perico y que ‘avanzan las obras’ del Hospital de Niños. Fuera de esas noticias del día, en los módulos correspondientes a los ministerios y secretarías del gobierno, se informa sobre los distintos planes en ejecución, todos con nombres optimistas: Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social Manos a la Obra, dice uno. Programa Familias por la Inclusión Social, dice otro. Plan Provincial Familia Emprendedora, Plan de Fortalecimiento Alimentario, y así. Son tan auspiciosos los títulos de los planes, tan llenos de buenas intenciones, que dan ganas de irse a vivir a los Planes. Lástima que de planes no se vive. En el mejor de los casos, se sobrevive. Y el hecho de que los funcionarios se tranquilicen dibujando estadísticas y datos alentadores en una página web, no es más que la contracara de una realidad atroz, una realidad de desprecio y abandono, que sólo se hace visible cuando ocurre una catástrofe, un hecho policial notorio o una pueblada”. (Oscar Taffetani, agencia@pelotadetrapo.org.ar).
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