viernes, junio 06, 2008

Recetas del chef fiscal

Hay que exigirle a Agustin Carstens,Secretario de Hacienda, Chicago Fat Boy
1) Que diga que se hicieron con los excedentes petroleros
2) Que Hacienda diga sus planes respecto a los PIDIREGAS
3) Que explique en lo personal de sus jugadas especulativas con dinero publico respecto al manejo de los mercados de futuros del petroleo mexicano, asesorado por la empresa ALARON de Chicago, ¿cuanto ganó o perdió y adonde se fueron esos recursos?
4) Que explique si de verdad esta enfermo de HIPOXIA
5) Que deje de comer por amor a dios

Exige un esfuerzo financiero por 20 mil mdd anuales para enfrentar la carestía

*“No se puede fracasar” ante la crisis alimentaria mundial: ONU.
*Representantes de 193 naciones debaten en Roma un plan de acción contra las hambrunas.
*Insta el Banco Mundial a suprimir las barreras comerciales a las exportaciones.

Roma, 4 de junio. La Organización de Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial (BM) expusieron sus planes para contener la crisis alimentaria mundial y movilizar urgentemente los fondos necesarios. El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, advirtió que el mundo “no puede fracasar” ante la grave crisis actual, y exigió un esfuerzo financiero de 15 mil a 20 mil millones de dólares anuales para aliviarla, mientras el presidente del BM, Robert Zoellick, instó a suprimir las barreras comerciales a las exportaciones que, dijo, estimulan el aumento del precio de los alimentos y golpean a las poblaciones más pobres del planeta.
“No podemos fracasar. Es una lucha que no podemos perder; el hambre crea inestabilidad y tenemos que reaccionar unidos e inmediatamente. Un plan de acción debe ponerse en marcha urgentemente, millones de personas no esperan”, advirtió Ban durante el segundo día de la cumbre convocada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), luego que las subidas en los precios de los alimentos amenazaron con sumar hasta 100 millones de personas a las 850 millones que ya sufren hambre en el mundo.
La ONU considera que se necesita un esfuerzo financiero de 15 mil a 20 mil millones de dólares al año para combatir la escalada de los precios, la mayor de las últimas tres décadas. Jefes de Estado y de gobierno y representantes de 193 países debaten desde el martes y hasta este jueves en la sede de la FAO, en Roma, un plan de acción contra las nuevas olas de hambrunas que azotan a países de África, Asia y América Latina por la escalada del precio de los alimentos.
Para el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, es urgente suprimir las barreras comerciales a las exportaciones. Se requiere “que se eliminen las restricciones y las barreras aduaneras a las exportaciones. Esos controles alientan la subida de los precios y afectan a las poblaciones más pobres del planeta que luchan por los alimentos”.
El pedido fue apoyado por buena parte de los países latinoamericanos, entre ellos Brasil y Argentina, dos grandes potencias agrícolas, que reiteraron sus críticas en la cumbre al “proteccionismo” de Europa y Estados Unidos. El jefe del Banco Mundial presentó un programa de diez puntos para combatir las hambrunas y convertir los precios elevados de los alimentos en una oportunidad para desarrollar la agricultura mundial.
Los organismos internacionales coinciden en considerar grave y urgente la actual crisis alimentaria que arrastra a unos 100 millones de personas al umbral de la desnutrición. Como respuesta, el Banco Islámico de Desarrollo anunció la donación de mil 500 millones de dólares para programas de ayuda alimentaria. La FAO dio el ejemplo al desbloquear 17 millones de dólares para necesidades inmediatas de los campesinos de los países más pobres.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) anunció también que otorgará ayuda por mil 200 millones de dólares para adquirir alimentos en 62 países pobres, entre ellos Haití, Somalia y Etiopía, que se encuentran entre los más afectados por las hambrunas.
Haití, uno de los países americanos más afectados por las alzas de los alimentos y las hambrunas, urgió a los países donantes a ser “más solidarios”.
En la cumbre ya se prepara el borrador sobre el plan de emergencia para recortar las barreras comerciales e invertir en agricultura de los países pobres, que además promete una “revolución verde” en África. La Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA, por sus siglas en inglés), impulsada por el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, expuso: “Esperamos promover una revolución verde en África, que respete la biodiversidad y las distintas regiones del continente”, dijo Annan en un comunicado.
La “unidad de crisis” formada por los jefes de las agencias de Naciones Unidas y las instituciones económicas internacionales trata de conjuntar las propuestas de las entidades en el “plan de acción global”, que deberá ser ratificado por los países más industrializados del G-8 que se celebrarán en julio en Japón.
El coordinador de la unidad, John Holmes, dijo que existe “un amplio consenso” entre los países sobre las soluciones a adoptar, sobre todo la de incrementar la producción agrícola, sostenida durante años por las entidades internacionales. Pero la manera con la que se debe incrementar tal producción constituye uno de los puntos que dificultan la cumbre, ya que están en juego intereses enfrentados, desde la producción de semillas genéticamente modificadas, hasta la políticas comerciales y la fabricación de los biocombustibles. La conferencia mundial de alimentos concluirá este jueves con un documento de clausura.
Soberanía alimentaria
Amalia D. García Medina

La emergencia alimentaria que se vive en el mundo ha puesto en el centro de atención a los productores agropecuarios. Y es que la situación es grave. De acuerdo a la FAO, los costos de los granos básicos, en apenas un año, se han incrementado vertiginosamente: el trigo ha subido 130%, el arroz 74% y el maíz 53%. La ONU calcula que si esta tendencia alcista continúa, más de 100 millones de personas serán gravemente lastimadas y serán, desde luego, los más pobres quienes verán agravadas sus necesidades actuales.
Los motivos de esta crisis son diversos. Están, por un lado, los efectos del calentamiento global que está alterando los ciclos productivos del campo; los altos precios del petróleo que incrementa el costos de los insumos y algunos consideran también como una causa la producción de biocombustibles, aunque el presidente de Brasil, Luis Inacio Lula da Silva, ha argumentado lo contrario. Sin embargo, un factor determinante en esta escalada de precios ha sido la especulación.
Nuestro país, que a finales de los 80 dejó de apostar por la soberanía alimentaria, hoy sufre por las veleidades de un mercado controlado por unos cuantos acaparadores, quienes están obteniendo enormes ganancias a costa del hambre de quienes ya la padecían.
Es por ello que, como gobernadora de un estado agropecuario, estoy convencida de que la soberanía alimentaria es un concepto que debe regir las políticas públicas dirigidas al sector rural. Esto debe traducirse en recursos, apoyos y respaldos gubernamentales adecuados para los agricultores nacionales quienes, en su mayoría, son micro, pequeños y medianos productores.
En Zacatecas, en lo que va de mi administración, los recursos estatales para este sector se han multiplicado varias veces; pero, junto con ello, me he abocado a gestionar una mayor participación en el presupuesto federal, el cual, en Zacatecas, ha alcanzado cifras históricas. Una gran parte de estos montos ha sido para dar valor agregado a las cosechas, así como para tecnificación del riego y la instalación de invernaderos. Es decir, estamos apostándole a la modernización, porque sólo así lograremos ser competitivos en un contexto internacional cada vez más agresivo.
Por eso debemos evitar, a toda costa, entrar a un círculo vicioso en el cual se garantice abasto alimentario con importaciones, lo que significaría el tiro de gracia a nuestros productores, bastante golpeados por las políticas neoliberales, entre las que se encuentra la importación de maíz, pese a que se trata del producto nacional que más se consume, nada menos que una parte esencial de la alimentación, la identidad y la cultura de las y los mexicanos, quienes, como reza el Popol Vuh, fuimos creados a partir de él.
Es por ello que volver a otorgarle a la producción agropecuaria su estatus como base de la sociedad ya no sólo es cuestión de justicia social, sino de nuestra supervivencia. En ello coincidimos autoridades locales de varios países de América Latina, quienes decidimos conformar una red a favor del agro latinoamericano, asumiendo, de manera colectiva, la responsabilidad que nos compete para construir un mejor futuro y mejores condiciones de vida, no sólo para la gente que vive y trabaja en el campo, sino para todas y todos quienes dependemos de su labor.
Es indispensable acudir a un gran acuerdo a favor del campo mexicano que convoque a las autoridades en todos sus niveles y a las organizaciones sociales y civiles de productores para elaborar un plan urgente que devuelva la viabilidad al campo, garantice la soberanía alimentaria y mejore las condiciones de la población rural, devolviéndole su dignidad y respeto en un contexto que nos recuerda que de sus manos depende la supervivencia de la humanidad.
Gobernadora de Zacatecas
Valor de la autocrítica
José Luis Calva

El desempeño del sector agro-pecuario durante el gobierno del presidente Calderón ha resultado peor que el desempeño agregado de la economía mexicana: el PIB sectorial creció 2% en 2007 y disminuyó 1.3% en el primer trimestre del 2008 respecto a igual periodo del año previo; mientras que el PIB nacional creció 3.3% en 2007 y 2.6% en el primer trimestre de 2008.
Para colmo, no se vislumbran políticas públicas que conduzcan a dinamizar la producción agropecuaria. Por el contrario, las “acciones para elevar la producción de alimentos”, que el presidente Calderón anunció recientemente, son básicamente las mismas que han provocado el miserable crecimiento agropecuario (véase nuestra entrega del 29/V/08).
De hecho, se mantienen inalteradas las “reformas estructurales” apegadas a las prescripciones del Banco Mundial y el FMI, que fueron aplicadas durante los años 80 y 90: la liberalización del comercio exterior, la severa reducción de la participación del Estado en la promoción del desarrollo agropecuario y la reforma orientada a liberalizar el mercado de tierras. Se esperaba que dichas “reformas estructurales” traerían consigo mayores tasas de crecimiento de la producción agropecuaria.
El resultado ha sido exactamente el contrario: la producción per cápita de los ocho principales granos se redujo 10.2% entre el trienio 1980-1982 y el trienio 2005-2007, la de carnes rojas disminuyó 25.9%, etcétera; y las importaciones de alimentos saltaron de mil 790 millones de dólares (mdd) en 1982, a 15 mil 984.5 mdd en 2006 y a 19 mil 325.3 mdd en 2007.
Por eso, el organismo internacional que más destacó como promotor de las reformas ha reconocido con humildad: “Se puede decir que el sector agropecuario ha sido objeto de las reformas estructurales más drásticas (la liberalización comercial impulsada por el GATT y el TLCAN, la eliminación de controles de precios, la reforma estructural sobre la tenencia de la tierra), pero los resultados han sido decepcionantes: estancamiento del crecimiento, falta de competitividad externa, aumento de la pobreza en el medio rural” (Banco Mundial, Estrategia de asistencia para el país 2002, Reporte 23849-ME). En consecuencia, el BM ha dejado de preconizar las políticas que impulsó durante las dos últimas décadas del siglo XX.
No obstante, la tecnocracia mexicana ha sido incapaz de asumir esa autocrítica.
Ya lo había advertido el filósofo hispano-estadounidense George Santayana: “Quienes no aprenden su pasado están obligados a repetirlo”. Así está ocurriendo: la tecnocracia parece olvidar que la liberalización comercial ­combinada con la supresión del sistema de precios de garantía y con la recurrente sobrevaluación del peso mexicano­ provocó la drástica caída de los términos de intercambio del sector agropecuario, desincentivando nuestra producción interna de alimentos. Por ejemplo, en el trienio 2004-2006 ­previo al encarecimiento internacional de los alimentos­ los cultivadores de maíz (sumando al precio de venta el subsidio de Procampo equivalente por tonelada) perdieron 52.2% del poder adquisitivo de su grano respecto al trienio 1980-1982; los trigueros perdieron 33.4%; los cultivadores de frijol 27.8%, etcétera.
A lo anterior se sumó la brutal reducción de la participación del Estado en el desarrollo rural: la inversión pública agropecuaria disminuyó 89.7% entre el trienio 1980-1982 y el trienio 2005-2007, afectando la necesaria expansión de la infraestructura (v.gr. la superficie abierta al cultivo irrigado disminuyó de 146.1 miles de hectáreas en 1981, a 5.7 miles de hectáreas en 2007); y el gasto público agropecuario disminuyó 73.3% durante el mismo lapso, afectando partidas estratégicas de investigación, extensionismo, producción de fertilizantes y semillas certificadas, etcétera. Para rematar, el crédito bancario otorgado al sector agropecuario sufrió una caída de 84.4% en términos reales en igual periodo.
El resultado agregado ha sido la descapitalización de los predios agrícolas, el incremento de la pobreza rural, la acelerada emigración al extranjero y el marasmo de la producción agrícola.
En el futuro, si México no aprende su historia, volverá a repetirla una y otra vez.
Por el contrario, sólo poniendo punto final al experimento neoliberal será factible desplegar una estrategia eficiente de desarrollo agropecuario, capaz de dinamizar nuestra producción interna de alimentos.
Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM
Según la FAO El mundo necesita 30.000 millones dedólares anuales para erradicar hambre.

La Organización de las Naciones Unidas para laAlimentación y la Agricultura (FAO) pidió a loslíderes mundiales unos 30.000 millones de dólaresanuales para reactivar la agricultura y evitaramenazas futuras de conflictos por alimentos.
En un discurso en la inauguración de la cumbre deRoma, el director general de la FAO, Jacques Diouf,anotó que en 2006, el mundo gastó 1.200 mil millonesde dólares en armas, mientras que los alimentosdesperdiciados en un solo país podrían llegar a costar100.000 millones de dólares y el exceso de consumo delos obesos de todo el mundo ascendió a 20.000 millonesde dólares.
'Bajo estas circunstancias, ¿cómo podemos explicar ala gente con sentido común que es imposible encontrar30.000 millones de dólares cada año para permitir que862 millones de personas con hambre disfruten del másfundamental de los derechos humanos: el derecho aalimentarse y como consecuencia de éste el derecho avivir?', sentenció el director.
'La solución estructural al problema de la seguridadalimentaria en el mundo reside en el incremento de laproducción y de la productividad en las naciones debajos ingresos y con déficit alimentario', destacó.
Esto exige 'soluciones innovadoras e imaginativas',como ' acuerdos de asociación [...] entre países quetienen recursos financieros, capacidad administrativay tecnologías, y países que tienen terreno, agua yrecursos humanos', afirmó.
La actual crisis alimentaria del mundo ya ha tenido 'consecuencias políticas y sociales trágicas endistintas naciones' y puede continuar 'poniendo enpeligro la paz y la seguridad mundial', advirtió.
Sin embargo, la crisis no es más que 'la crónica de undesastre anunciado'. A pesar del compromiso solemne dela Cumbre Mundial de Alimentación de 1996 de reduciren mitad la hambruna mundial para 2015, los recursospara financiar programas agrícolas en los países endesarrollo no sólo no aumentaron sino que se redujeronde forma significativa desde entonces.
En cooperación con la FAO, las naciones en desarrollosí prepararon políticas, estrategias y programas que,si hubieran recibido la financiación apropiada,habrían garantizado la seguridad alimentaria mundial.
Sin embargo, continuó, 'ahora la realidad habla por sísola: la ayuda a la agricultura cayó de los 8.000millones de dólares de 1984 a 3.400 millones en 2004,lo que significa una reducción en términos reales deun 58 por ciento'.
La cuota a la agricultura de la Asistencia deDesarrollo Oficial (ODA) cayó del 17 por ciento en1980 al 3 por ciento en 2006, aseveró el jefe de laFAO.
Recordó que ya había alertado a la opinión pública enseptiembre de los riesgos de la inquietud social ypolítica debido a la hambruna, y que en diciembrepasado solicitó unos 1.700 millones de dólares paraayudar a superar la crisis facilitando a losagricultores el acceso a semillas, fertilizantes,piensos y otras aportaciones.
Sin embargo, se ha hecho oídos sordos a estaspeticiones, a pesar de la amplia cobertura de losmedios de comunicación y de los contactos entre la FAOy las instituciones financieras, señaló.
'Hoy lo importante es reconocer que el tiempo dehablar ya ha pasado', subrayó. 'Ahora es el momentopara la acción'.

oikos mailing listoikos@lists.yumka.com

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