Ricardo Monreal Avila
La encuestadora Consulta Mitofsky ya no difunde por la televisión mexicana sus evaluaciones trimestrales sobre el desempeño de la Presidencia de la República. Sólo se pueden consultar en la página de internet de la empresa que dirige Roy Campos o se comentan en algunos programas de radio. La razón es sencilla, el desacuerdo ciudadano sobre la gestión presidencial está creciendo de manera directamente proporcional al aumento del precio de los alimentos y de los combustibles. De hecho, el malestar social por el mal curso de la economía ya causó la primera víctima en el gabinete, el secretario Eduardo Sojo, quien ahora será el director del Inegi.
El pasado mes de junio se registró el porcentaje más alto en los últimos ocho años sobre la desconfianza en el rumbo económico del país. 75% de los mexicanos consideran que la situación económica “es peor”, frente al 57% que opinaba lo mismo en junio del 2001. Por lo tanto, el desacuerdo ciudadano con el gobierno actual es del 38%, el más alto en lo que va del año. “Esa no, porque me duele” parece ser la solicitud del gobierno a los medios electrónicos y por ello ya ni escuchamos ni vemos gráficas de popularidad en descenso, sino cabezas de secretarios rodar.
Pero el bolsillo y la mesa de los mexicanos no mienten, y esa realidad no se puede ocultar. La carestía es hoy el principal problema del país. Por encima del desempleo y la inseguridad, que de por sí son preocupantes. Hoy por hoy la principal demanda de la población es que “no alcanza el sueldo”. No sólo se pide más trabajo, sino que ahora el sustantivo va vinculado a un adjetivo: “más empleos, mejor pagados”. La presidencia que ofreció ser del “empleo”, a lo largo del 2007 se transformó en la presidencia del desempleo y ahora, en el 2008, en la presidencia de la carestía. Vaya desenlace.
Se ha pretendido culpar al factor “Chinindia” de la carestía de alimentos que hoy padecemos. Por supuesto que el crecimiento acelerado de China e India, que concentran una tercera parte de los más de seis mil millones de habitantes del planeta, tiene su impacto negativo. Pero en el caso nuestro, la carestía tiene que ver de manera directa con la crisis alimentaria que hemos padecido en los últimos años por una política agropecuaria errónea e ineficaz.
El grupo parlamentario del PRD en el Senado ha preparado una serie de datos y estadísticas que dan cuenta de la realidad, las perspectivas y los retos del sector agropecuario de México, que ilustra los factores internos que inciden en esta crisis en ciernes.
La población del país ha crecido más de 60 por ciento en casi tres décadas. La proporción de la población rural se ha reducido significativamente, pero aún es casi un tercio del total y, en número absolutos, mayor que hace casi 30 años.
El saldo neto migratorio se ha disparado en 30 años.
Los tres tipos o modalidades de pobreza se han reducido en el ámbito rural, aunque su proporción es aún significativa.
El PIB sectorial se ha reducido constantemente en los últimos 20 años.
Entre 2006 y el primer trimestre de 2008, el PIB sectorial (a precios de mercado) ha disminuido seriamente.
La producción de frutas y hortalizas es la más dinámica.
En contraste, la producción de cereales, leguminosas y caña de azúcar ha reducido su dinamismo.
Ha disminuido la superficie sembrada total.
Ha disminuido la superficie sembrada de granos básicos (-16.41%), particularmente del maíz en grano y del frijol.
Ha disminuido la superficie cultivada de cereales y maíz.
Ha aumentado el consumo (demanda) de los 10 principales granos y oleaginosas.
A su vez ha aumentado la oferta, tanto de la producción nacional pero sobre todo de la importación.
También ha aumentado el consumo per cápita.
Disminuye la proporción de la producción nacional y se incrementan las exportaciones para el satisfacer el consumo interno.
Ha crecido ligeramente la producción total de alimentos; y la de granos básicos se ha mantenido más o menos constante, a pesar del aumento de la población y del consumo.
Se ha reducido el valor de la producción de carne de res y de cerdo; así como de la leche de vaca y otros productos pecuarios.
Se ha incrementado el valor de la producción de carne de pollo.
Se han incrementado las importaciones de todo tipo de maíz.
El valor de las importaciones de maíz en todos sus tipos (principalmente del amarillo) se ha disparado.
Tanto el crédito comercial como el de la banca de desarrollo se han desplomado. Mientras que la cartera vencida de créditos al consumo crece.
Entre 2007 y 2008 el saldo de la balanza comercial de alimentos sigue creciendo significativamente.
Las remesas de los migrantes tienden a contraerse (24% tan sólo en el primer trimestre de 2008 –para este y otros indicadores macroeconómicos que apuntan hacia la recesión económica.
El índice de precios al consumidor acumulado a mayo de 2008 es superior al acumulado en 2006 y 2007 para el mismo mes.
De mayo de 2007 a mayo de 2008, la inflación sectorial fue de 10.7%, mientras que en el periodo previo fue de 3.69%.
La variación sectorial del Indice Nacional de Precios al Consumidor pasó de 5.43% a 10.39% entre mayo de 2007 y mayo de 2008. Además, fue la más alta de todos los sectores.
El incremento de precios afecta más a los sectores de menos ingresos.
La variación anual en los precios es mayor en el rubro de alimentos y la agricultura.
El incremento de precios y la inflación afecta a los habitantes de las localidades de menor población.
El costo de la vivienda se incrementó hasta 10.72% en mayo de 2008, cuando el promedio fue de 3.36% en 2007. El incremento mayor se observa en materiales de construcción y el menor en la mano de obra.
Mientras no se ajuste la política agropecuaria del país, se revise el capítulo correspondiente del TLC y se diseñe un rescate del campo mexicano, similar al realizado para rescatar bancos y carreteras, la carestía seguirá su curso y la crisis alimentaria podrá sobrevenir en cualquier momento.
Sin alimentos, sin remesas y sin reservas petroleras el escenario del país luce complicado. Es importante voltear nuevamente al campo. Allí no sólo están las raíces de este país, sino allí nace también su verdadera soberanía. Sin maíz, no hay país. Sin alimentos, no hay paz social. Y las remociones de secretarios no contienen ni la inflación ni el desempleo que cabalgan a sus anchas por el país.
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx
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