jueves, agosto 07, 2008

Infiltrados

Jorge Lara Rivera

Además de título en español de una popular película de acción sobre policías y traficantes, el término podría reflejar pronto nuestra triste realidad.
Se sabe que el crimen organizado ha buscado penetrar los cuerpos policiales y las estructuras de seguridad desde hace al menos dos décadas. La novedad estriba no en que nuestras instituciones lo estén, sino en que lo sean por Estados Unidos.
Los acelerados cambios de personal durante el fin de semana en la Procuraduría General de la República así lo hacen presumir. Y el desmantelamiento, con ser completo, resulta grave, no por lo indispensables e inmaculados de los funcionarios corridos, sino por pertenecer al mismo equipo que opuso reparos a la ‘Iniciativa Mérida’ mediante la cual el gobierno federal supedita –el régimen quiere hacer creer que se trata de ‘coordinación’– las tareas de la PGR a las prioridades gringas. Primero echaron a Mario Arzave Trujillo, Jefe de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos contra la Salud, y a su superior, el Subprocurador de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada –la SIEDO–; y tres días luego a José Luis Santiago Vasconcelos (que fue el anterior responsable de la SIEDO) a la sazón titular de la Subprocuraduría Jurídica y de Asuntos Internacionales. O sea, se despejó el camino para facilitar el injerencismo estadounidense.
¿Y la soberanía y la seguridad nacionales? Quién sabe. ¡Que esperen turno!
Mucho se habló en nuestro país de soberanía y hasta un punto de acuerdo, unánimemente aprobado por las fuerzas políticas hubo, para apoyar al Ejecutivo en las negociaciones, mientras en el Congreso norteamericano se discutía la autorización de los dineros que requiere la llamada ‘Iniciativa Mérida’ negociada aquí –y que a muchos jóvenes yucatecos costó un mes y pico de cárcel, cortesía del Ayuntamiento panista por protestar contra la presencia del guerrerista George de la Selva (léase George W. Bush) en la Ciudad Blanca.
Se logró que se cambiara el tono ofensivo del documento, pero eso fue todo, pues estamos viendo que la Procuraduría General de la República parece plegarse a las directrices ordenadas desde ese impoluto mercado mundial de la droga que es Norteamérica.
Así, el gobierno federal sigue la indigna ruta de obediencia de Fox, su predecesor, quien con subterfugios y pretextos subordinó nuestras fuerzas armadas nacionales a las decisiones del llamado ‘comando militar conjunto’ de América del Norte. Las consecuencias de tal entreguismo se viven en la militarización de nuestra frontera Sur y el trabajo policial que se impuso al Ejército contrariando la Constitución; todo lo cual nos pinta de cuerpo entero la idea de soberanía nacional del régimen actual y a los intereses de quién sirve –¿así quiere que le creamos su buena fe en el asunto de la privatización de PEMEX?
Pero el asunto ofrece otro ángulo: si se considera a estos cambios en el contexto de la reaparición de grupos ultraconservadores y la escoria del foxismo (Manuel Espino, El Yunque, el triquiñuelero gobernador guanajuatense, los bribones del clan Bribiesca-Sahagún, doña Martha sibelina y su esposo el zorrillo) en la dirigencia nacional del PAN, desplazando del poder a los moderados de esa derecha autoritaria, no hay lugar a dudas: el gobierno federal se orienta hacia el endurecimiento de su posición con respecto a su propio pueblo; luego se avecinan tiempos difíciles para la República.
Habrá que multiplicar la atención ciudadana contra los vendepatrias e imperialistas por si estas ‘coordinaciones’ subordinantes, en aras de ‘la competitividad y la productividad gerenciales’ o del control intervencionista gringo tratan de conculcarnos derechos civiles históricos, conquistas irrenunciables del pueblo mexicano.

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